Andrés Trapiello

Fundación Ortega MuñozPoesía, SO3


Image

JOSÉ PEDRO CROFT
Sin título 2013
Aguatinta y aguafuerte

ANDRÉS TRAPIELLO

MANZANEDA DE TORÍO, 1953


EL RUISEÑOR EN PERSONA

1

RUISEÑOR DEL LAUREL

Se podría argüir otros mil años
en contra o a favor sobre si el mundo
está bien hecho o no, pero yo quiero
decir aquí otra cosa: por lo mismo
que en las grandes ciudades es difícil
hallar un solo justo, aquí, a unos metros,
en el viejo laurel, un ruiseñor,
poco más que una nuez,
lanzó su canto melodioso al aire
sin el menor esfuerzo y sin temor
a que caudal tan alto le rompiera
su pequeño pulmón.
Todo quedó encantado.
Que los golpes funéreos de la azada
no le asustaran, tuvo un no sé qué
de santo y prodigioso y de candor.
Después de unos minutos, y aunque no lo veía,
tan escondido estaba, pregunté
sin levantar la voz
qué quería decirme.
Dejó por un momento su canción
y pudimos oír los pensamientos
como el huso sutil del tejedor.
Hablamos el silencio, nuestra lengua,
pues él no sabe azada y yo no ruiseñor,
y nos dijimos cosas
que han de quedar entre él y yo.
Y si ahora me dijeran, en la cena,
que han pasado diez siglos
desde que esta mañana salió el sol,
lo daría por bueno, sin importarme mucho
si el mundo está bien hecho o no.


Y 2

RUISEÑOR DEL LILO

Le respondió desde el vetusto lilo
y pareció su canto arma en voz baja,
como un suave “decíamos ayer”
a todos y a ninguno.
Y si su hermano no temió a la azada,
el hacha que hacía leña de unos viejos sarmientos
tampoco le asustó, lengua intratable.
Juntos hicimos tan vernal jornada,
él cantando la dulce primavera
y preparando yo el próximo invierno,
uno al lado del otro como orillas
de una apartada senda solitaria.
Cuantas veces dejé de trabajar,
embelesado en su canción de gesta,
y levanté los ojos por mirarle,
nunca le descubrí, con estar él
justo encima de mí, sólo a dos metros,
una hoja entre hojas, caballero
embozado del lilo. Todo el lilo
en realidad cantaba, fuego azul
en el que ardía el día, y cuando al fin,
por una sola vez, medio le vi,
se hurtó esquivo en qué hondura sin dejar
su brío un solo instante,
haciendo su canción más prodigiosa aún
y tampoco sé cómo. A mayor sombra
más dulce es la armonía, no es misterio,
sólo un modo de darse a ninguno y a todos
y de justar a pecho descubierto
con quien lleva en su escudo figuradas,
jactancioso, las armas de la nada.

Las Viñas, Extremadura, mayo de 2013