No busques tan lejos. No reflexiones tan profundo. No indagues más de lo estrictamente necesario. Y no, tampoco te empeñes en otorgarle a tu dios la sensibilidad necesaria para hacer algo que es tan imperfecto. Tú sabes que la sensibilidad no es virtud de dioses. La respuesta está mucho más cerca: puedes alcanzarla con la yema de tus dedos. Se muestra clara. A la  vista. sin tapujos. sin reservas. Mírala, acabas de encontrarla. La respuesta está ahí, entre tus piernas, en ese túnel oscuro y misterioso que se inunda por sorpresa, como una crecida inesperada. Ahí está el origen. El origen del mundo.

CHELO SIERRA