Lorenzo Oliván

Fundación Ortega MuñozPoesía, SO3

LORENZO OLIVÁN

CASTRO URDIALES, 1968

ANCLAJE

Si trabajamos sólo con el aire,
si en nuestro arte pesan por encima de todo los silencios,
si dibujamos sombras
que no son la exclusiva proyección de nosotros,
pues son de cualquier hombre y no nos pertenecen,

tendremos que llegar al hueso de las cosas,
al eje de las cosas,
al nudo de las cosas,
como un anclaje férreo
en el mundo, y el ser, y el ser del mundo,

para que lo sutil
y lo huidizo de la poesía
no nos arrastre
a la inexistencia,
vueltos fantasmas de nosotros mismos.


TABLA RASA

Veo la tabla rasa
de blancura
que niega todo para que se afirme:

esta ciudad desnuda hasta los huesos
e incluso mucho más, hasta su espíritu;

este naufragio de la multitud
con viva lucidez del naufragar.

Borrada realidad entre la niebla,
por ti penetro en el instante pleno
de las cosas naciéndose ante mí.

Y avanzo por lo ausente,
levantándolo, alzándolo,
hasta hacerse presencia.

Y avanzo por lo ciego,
levantándolo, alzándolo,
hasta hacerse visión.


DESDE ESA PIEL

Tu mente necesita descansar
de ti mismo. O tú mismo de tu mente.
Y miras como dándote la espalda,
como el perro que corre tras de sí
para asomarse al otro, al perseguirse.
Si el ave analizase su alto vuelo
caería a plomo a tierra. El ala sólo
arde en su igual. Ahí nace su impulso.
¿Habrá telegrafía más sutil
que ese código alado? Retrocede
a tu propio principio: aquella escena
de dos cuerpos buscándose en la noche
por caminos sin mapas, que de pronto
te encuentran –punto en fuga de qué vértice–
pero no saben nada de ese encuentro.

Las aguas que se encauzan reflexionan,
examinan los márgenes del cauce.
Hamlet es agua libre confundida
al rodearlo mil acequias prácticas.
Por eso amas el mar, que sólo piensa
al horizonte, donde ve su límite,
y aquí, cercano, al sol, pulsa el instante.

Te acuerdas del viajero, tan dormido
que era naturaleza, entre dos robles,
en una hamaca ingrávida. Hasta su bici
se sumía en su sueño. En él la imagen
de una desconexión que unía mundo.
Viste en su piel la sedimentación
de las brisas de todos los lugares.

Quién pudiera escribir desde esa piel.


NUDO

¿Y esta desgarradura
del corazón de pronto? ¿Y este nudo
al que no puedes verle sus extremos,
como un núcleo de fuerza?

¿Y estos pasos que, al darlos,
los sientes sólo sobre el pensamiento?

¿Por qué tira de ti la realidad
en pos de su contrario en este instante?
¿Por qué el ojo se eleva victorioso
y humilla a la razón?

¿Por qué la luz hiriente de los astros
hace que se derrumbe con más ímpetu
la noche sobre ti

y te da altura?


LABOREO

Qui avance
dans la poussière n’a que son souffle pour tout bien,
pour toute force qu’un langage peu certain.

PHILIPPE JACCOTTET

Hoy cultivo estas tierras para ver
si en la azada que cae
parto en dos la semilla.

Cavando sobre todos estos restos
quizás un templo encuentre.
                                                       La cancela
me dio la bienvenida chirriando
y ahora tengo su óxido en mi espalda.

No quiero ser trofeo frente al mundo,
alzado en una mano vigorosa,
si luego ha de morir quien me dio altura
dejándome prendido a ese recuerdo.

La flecha de avellano apunta a nadie
en el cielo vacío, allá en lo hondo
de un bosque sin edad.
                                           Lanchas de arena
minuciosa se extienden en la playa
y el mar de un lengüetazo se las bebe.

Busco la mejor sombra
en tanta sombra: el imán desvelado de una piel.

Busco la palma que domó metales
a golpe de martillo en una fragua,
y vació montes de yeso y roca,
hasta sacar al sol sus osamentas.

Mi imagen aquí está, rota entre surcos.
La lombriz fragmentada sólo aspira
a cerrar su unidad en cada trozo.

Con polvo en la mirada, laboreo,
arqueólogo de nácares podridos;
de clavos que olvidaron su soporte;
de descascarilladas caracolas
donde el aire no encuentra su espiral;
de monedas, en fin, que sólo valen
para pagar el viaje del barquero.


EL IMÁN MÁS NEGRO

Magnética, la noche nos acerca
a cuanto oculta. Enseña sus indicios.
Nos prende al ajedrez
de su marea exacta.

Aunque cruzamos dentro, al fondo hipnótico
de su párpado insomne,
fingimos en el sueño lo contrario:
una desconexión tan absoluta
de todo
que alarma incluso a nuestra propia muerte.

Repostamos origen, orden, caos,
infierno o paraíso,
hasta ser escupidos en la playa
del despertar, en donde abrir los ojos
es abrir grietas
–y es volcar la luz–
en el imán más negro.


FORMAS DE LA EROSIÓN

Perdón por no ser yo,
por no estar a la altura
de mi imagen de gato con imanes,
por llenar bien de paja
el perfil que más doy
si no lo pienso.

La lluvia cuando cae no tiene límites
en su caída. Cae
y toca tierra
y no cesa de caer.

Precipitado en ese absurdo vértigo,
así a veces te muestras frente al mundo.

Y la erosión, el roce contra todo,
te deja ahí aterido, hecho jirones,
viendo cómo te borras tú
de ti.


LO ABIERTO Y LO CERRADO

¿Cada vez que tú haces
que se revele
aquello que se esconde

eso
que es lo inefable
de las cosas

se contraerá
de pronto

como en un movimiento
de respuesta

acercándote en parte
hacia tu propia

oculta

desaparición?