¿Hubiera ortega muñoz arrojado sopa de tomate a Los Girasoles de Van Gogh?

Fundación Ortega MuñozEntre viñas y castaños

01. Campo de Castilla.
Godofredo Ortega Muñoz, 1966.
https://www.museoreinasofia.es/coleccion/obra/campos-castilla

Debo reconocer que siempre han llamado mi atención las personas que deciden hacer las cosas al revés y Godofredo Ortega Muñoz es uno de esos perfiles. Su obra reacciona a la academia pero también se desmarca de las vanguardias históricas, pinta figuración cuando gobierna la abstracción, renueva el paisajismo español sin estar en la nómina de la Escuela de Vallecas pero sí en su germen, sus primeros triunfos los recoge residiendo en Extremadura y termina cosechando el éxito al hablar, precisamente, de estos lares olvidados por nosotros mismos. Fueron varios, eso es cierto, quienes quisieron revisar la historia de la Extremadura rural a lo largo del siglo pasado, véase Buñuel despeñando cabras o Eugene Smith recreando una primera comunión en verano. Tal vez, sería justo dejar fuera de este saco a Wolf Vostell ya que, en este caso, el grado de exotismo voyeur se repartía a partes iguales entre los malpartideños y el alemán, de la misma manera que el compromiso mutuo y la simbiosis final en el magnífico Museo Vostell Malpartida. Pero de nuevo, Godofredo le da la vuelta; no es el foráneo que espectaculariza la miseria de los exóticos extremeños, sino el oriundo que muestra la Extremadura de posguerra en bienales y exposiciones, para acabar conquistando los espacios del arte, desde el territorio. Un ejercicio del que se sirve para inmortalizar lo nuestro, en una imagen que no juzga, pero si protege, lo natural y lo humano, hasta el punto de universalizarlo como obra de arte global, en lo que Gerardo Diego ya definió como «pintura esencial».

Hablaba, hace unos años, el crítico y poeta Josep Corredor-Matheos, en la presentación de un poemario editado por la propia Fundación Ortega Muñoz, sobre de la pasión por el paisaje que compartía con el artista: «El paisaje es la vida. Nosotros formamos parte del paisaje. Somos naturaleza y a pesar de eso la destruimos. El suicidio de la especie. Siempre pensé que un árbol es un ser poderoso y te contagia de esa fuerza. Yo me siento inmerso en la naturaleza. Formo parte de ella.»[1]. Una tracción de la obra del pintor al momento actual que nos da pie, aquí, a recrear un distópico Ortega Muñoz resituado, geográfica y contextualmente, de tal manera que aquel ejercicio de preservación natural y humana pudiera dialogar, ahora, con los jardines efímeros de Fernanda Fragateiro, las hidropoéticas e hidropolíticas de Santiago Morilla o las intervenciones sobre paisaje digital de Beatriz Castela, por nombrar algunos ejemplos relacionados con la región y la temática. «Nosotros somos paisaje»[2], aseveraba Josep, lo que nos conecta con una realidad muy concreta y transversal, recogida en la importancia de un término que atraviesa las relaciones entre naturaleza y sociedad en los últimos tiempos, ligada a la emergencia climática: ecosocial.

02. Paisaje tierras rojas.
Godofredo Ortega Muñoz, 1964-67.
https://ortegamunoz.com/events/paisaje-de-tierras-rojas/

Cabe reseñar que la terminología en torno a la crisis medioambiental, ha generado y genera todo un imaginario que lleva influyendo en gran medida sobre cómo la sociedad percibe la misma. Uno de los primeros conceptos que globalizó la situación fue el de huella de carbono. Su origen, indicativo de la realidad presente, tiene lugar en el ámbito de las grandes corporaciones energéticas como fruto de una campaña publicitaria. Una nomenclatura creada para identificar sus propias emisiones de CO2, posteriormente convertido en instrumento de medición que, en última instancia, serían certificadas de nuevo por empresas privadas. Estas estrategias son usadas desde entonces por determinados grupos de poder que buscan condicionar la opinión pública acerca de la aceleración del cambio climático por causas antrópicas, con la intención de relegar su existencia a cuestiones exclusivas del ecologismo y aislarlo así del resto de asuntos de la sociedad. No obstante, es evidente que la crisis climática, sus causas y consecuencias son también y principalmente asuntos políticos, económicos y civiles que afectan a todos los aspectos de nuestra vida y que mantienen, en definitiva, la tensión entre las esferas pública y privada. Esta coyuntura lleva a pensar en la necesidad de un cambio de paradigma con respecto a la concepción y control del léxico asociado y su aplicación entre esos espacios, tanto reales como figurados, surgiendo este término, ecosocial, como contrapartida; un terreno en el que el arte encuentra múltiples formas para ilustrar, debatir, reflexionar y denunciar la situación. Artistas que trabajan esta senda desde diferentes perspectivas y disciplinas, dando voz a movimientos civiles, sociales y culturales, locales y globales, que subyacen tras el mainstream dialéctico, rescatando la crisis climática como elemento de afección transversal y no residual.

Imaginemos ahora a un Ortega Muñoz actual, en este contexto del que seguramente no se mantuviese al margen. Lejos de alinearse con la vorágine del arte autocomplaciente que nos rodea y teniendo en cuenta la actitud de volteo que le asumimos al inicio, muy probablemente, se sumaría a corrientes artísticas por las que circulan la pintura mineral de Rosell Meseguer, las reforestaciones de Doa Oa, la geometría social de PSJM o incluso las intervenciones de Eugenio Ampudia, todos artistas que trabajan la plástica de la naturaleza desde perspectivas ecosociales de protección y/o denuncia, como lo hacía Godofredo con el paisaje y paisanaje de periferias, a lo largo de su carrera.

03. Cantera de la Olleta.
Fátima Lozano. Europa Press.

No obstante, las relaciones entre arte y medioambiente se han polarizado hacia terrenos en ocasiones incómodos e ingratos, pero sintomáticos de una situación de emergencia, donde su activismo encuentra, en los totems de la pintura, el camino para la denuncia, con la acción de Mary Richardson como referencia, allá por 1914, al rajar la Venus de Velázquez, como reivindicación sufragista. En 2022 es una sopa de tomate la que impacta, ahora, sobre -los vidrios protectores de- los Girasoles de Van Gogh, arrojados por la organización Stop Oil[3] y que reabre la lata del atentado artístico como vehículo para la reivindicación, en este caso, ecosocial. Le siguieron los alemanes Letze Generation sobre Monet[4] y Klimt[5] y, de nuevo, Stop Oil sobre la Venus de Velázquez[6] ya en 2023 para acabar, más recientemente, con los franceses de Risposte Alimantaire, sobre la Gioconda[7], a principios de 2024. No existe planteamiento que pueda sostener mínimamente el ataque a la integridad de obras cumbre de la Historia del Arte, pero sí se pueden abstraer estrategias propias del arte actual en la mediación del discurso desde la provocación y el conflicto en acciones de gran impacto mediático que, en última instancia, desmantelan el mito (artístico, social, político o económico) mediante estructuras de contra marketing. De la misma manera y como hace Josep Corredor-Matheos, Ortega Muñoz compartiría la preocupación por el «suicidio de la especie» que motivan estas acciones. Pero si profundizamos un poco más en el análisis de los hechos, se desprenden otros elementos tangenciales en torno a la mistificación de la obra de arte que llevan a la desconexión de su esencia y contexto, como podría asegurar Odoherty en su publicación cumbre, Dentro del cubo blanco[8]. Es en ese contraste entre el mito y la reacción al icono, donde emergen estos constructos para-artísticos, que parapetan la obra tras un abigarrado dispositivo de exhibición, cuya visita se canaliza, exclusivamente, por el afán de selfie, lo que acaba por transformar la pieza en carne de imprimación en todo tipo de souvenirs. La obra de arte convertida en producto corporativo, no hace sino reproducir las acciones propagandísticas de las grandes empresas, en ese tira y afloja entre lo público y lo privado anotado más arriba. En este entramado, podemos encontrar artistas como Nuria Güell, quien, en 2023, reproduce la arquitectura fiscal de una empresa pantalla a modo de estructura local que oculta la gran corporación internacional de turno y cuyo ejemplo de propaganda es digno de manual, palpable en acciones concretas como el patrocinio de equipos deportivos y asociaciones sociales de la ciudad escogida, los cuales terminan por desaparecer, una vez conseguidas las pertinentes licencias de explotación. Con Atlas Investments Strategies, S.L., la artista le da la vuelta al discurso empresarial, transformando la empresa en un bien público, dispuesta para el uso civil, como acción artística pero también activismo ecosocial.

Puede que estos postulados, planteados en abstracto, resulten algo ajenos en el tema que nos atañe, por lo que situar esta acción seguramente nos ayude a visibilizarlos a través del objeto de estas letras, la obra de Godofredo Ortega Muñoz; más específicamente, las escogidas Campo de Castilla y Paisaje de tierras rojas. Revisando la extensa obra del excelso artista, llaman la atención las series de los años 60 y posteriores, donde la síntesis de lo representado se hace ya evidente y la madurez de su lenguaje le convierte en maestro por derecho propio. Pero más allá de esta evidencia contrastada, cabe reseñar el peso que tienen en su trayectoria los paisajes intervenidos por el hombre, donde conviven lo natural y lo humano. Viñas, lindes, caminos, plantaciones o terrazas se multiplican en su obra y en comunión con el entorno. No obstante, en esta práctica distópica con la que nos traemos al artista hasta aquí, la intervención humana se ha extendido hasta el extremo, cambiando transformación por destrucción del paisaje, también en nuestra región. Así, los cuadros del sanvicenteño pueden rebuscar en la retina coterránea para encontrar fácilmente imágenes como la Olleta[9], aquella cantera vaciada -España no solo se vacía de personas- en las afueras de Cáceres. Un espacio que debía ser restaurado pero que permanece en estado de abandono desde hace más de veinte años. De entre aquellas imágenes evocadas por las obras en cuestión, aparece una en concreto, cuyo resultado podría fácilmente ser firmado por el propio Ortega Muñoz, sobre lienzo. Nos referimos al proyecto Voladura, llevado a cabo por Lara Almarcegui para la programación de Cáceres Abierto, en 2021. La retransmisión fallida del dinamitado de una cantera cercana, en las inmediaciones del Malpartida de Cáceres, acabó por mostrar la imagen fija de aquel paisaje natural previo a su destrucción, que ya no existe, con una plástica casi pictórica que uniría ambos trabajos en un diálogo entre fotografía y pintura para compendiar, por sí mismo, el último siglo del paisaje extremeño representado.

04. Voladura.
Lara Almarcegui.
Fotografía: Tete Alejandre.

Por todo esto, no es tan descabellado pensar que, en ese afán de conservar lo natural y lo humano, Godofredo Ortega Muñoz hubiese pasado a la acción en los tiempos que corren; casi con toda seguridad, no hubiera llegado al extremo de atentar contra la imagen de ninguna obra de arte, a pesar de poder compartir sus motivaciones, de la misma manera que sí parece bastante factible que reaccionara a la emergencia climática y la destrucción literal de su territorio desde su pincel, honesto y silencioso, pero también rotundo y veraz.

1             GILGADO, A. (2019, 8 de marzo) Ortega Muñoz respetó siempre lo que los críticos hablaban de él. Diario Hoy

https://www.hoy.es/badajoz/ortega-munoz-respeto-20190308002144-ntvo.html

2             IBID

3             RASTREADOR, El. (2022, 14 de octubre) Activistas climáticas lanzan sopa de tomate a ‘Los Girasoles’ de Van Gogh en la National Gallery de Londres. ElDiario.es

https://www.eldiario.es/rastreador/activistas-climaticas-lanzan-sopa-tomate-girasoles-gogh-national-gallery-londres_132_9623283.html

4             ORTIZ, A. (2022, 24 de octubre) Un grupo de activistas climáticos arroja puré de patata a un cuadro de Monet en Alemania. ElDiario.es

https://www.eldiario.es/sociedad/grupo-activistas-climaticos-arrojan-pure-patata-cuadro-monet-alemania_1_9648178.html

5             REDACCIÓN. (2022, 15 de noviembre) Activistas climáticos arrojan “petróleo” sobre un cuadro de Klimt en Viena. ElDiario.es

https://www.eldiario.es/cultura/activistas-climaticos-arrojan-petroleo-cuadro-klimt-viena_1_9713374.html

6             REDACCIÓN. (2023, 6 de noviembre) Activistas climáticos rompen a martillazos en Londres el cristal de ‘La Venus del espejo’, de Velázquez. ElDiario.es

https://www.eldiario.es/cultura/activistas-climaticos-rompen-martillazos-londres-cristal-venus-espejo-velazquez_1_10660549.html

7             F. PEREDA, C. (2024, 28 de enero) Dos activistas arrojan sopa al cuadro de ‘La Gioconda’ en el Louvre de París. ElDiario.es

https://www.eldiario.es/cultura/activistas-arrojan-pintura-cuadro-gioconda-museo-louvre-paris_1_10873326.html

8             O’DOHERTY, B. “Inside de White Cube. The Ideology of the Gallery Space”. Artforum, 1976-1981

9             ALCÁZAR, L. (2021, 15 de febrero) El Ayuntamiento expedienta a Olleta y le exige vallar por completo la cantera. Diario Hoy

https://www.hoy.es/caceres/ayuntamiento-abrira-expediente-20210215123421-nt.html