
A mediados de mayo de 2023 la casa de subastas Aste Bolaffi, localizada en Turín (Italia), se puso en contacto con la Fundación Ortega Muñoz. Solicitaba la confirmación de autoría para un lote de quince pinturas atribuidas a Godofredo Ortega Muñoz. Este lote había sido llevado a la casa de subastas por un único propietario. La atribución se basaba tanto en las informaciones ofrecidas por su dueño como por la firma que aparece en algunas de estas obras. En caso de que la Fundación tuviera dudas o negara la autoría atribuida, la casa de subastas actuaría en consecuencia.
Sin embargo, a la vista de la información fotográfica remitida desde Turín no había ninguna duda acerca de que Ortega Muñoz fue el autor de todas aquellas pinturas.
El lote es interesante porque ilumina una época del pintor de la que apenas se tienen noticias. Datadas como realizadas a finales de los años 20, el conjunto remite a una larga época durante la que Ortega Muñoz estuvo viajando sin cesar, pintando y vendiendo sus trabajos allí por donde pasaba: Francia, Suiza, Italia, norte de África, países escandinavos… Este constante tránsito que le hizo moverse de un país a otro, de ciudad en ciudad, tuvo la consecuencia de que sus pinturas quedaran desperdigadas por numerosas localidades imposibles de identificar.
El Catálogo Razonado de Ortega Muñoz tiene registradas apenas cincuenta piezas ejecutadas en los años 20, entre la más temprana y la más tardía, muy pocas para un periodo de tiempo tan extenso. En consecuencia, el hallazgo de quince obras hasta ahora desconocidas representa un importante caudal de arte e información.
La Fundación Ortega Muñoz se puso en contacto con el propietario del lote de pinturas, pues era obvio que quien había acumulado semejante cantidad de obras de un solo artista debía de haber tenido una estrecha relación con él, de amistad, de trabajo, de relación social o, en todo caso, de entusiasmo por su manera de pintar. En cualquiera de tales supuestos cabía imaginar que esa misma persona conservara cartas, fotografías, recuerdos transmitidos por sus familiares, pues también estaba claro que el actual propietario debía de ser descendiente, hijo, nieto o biznieto de quienes adquirieron tales pinturas hace casi cien años…
La persona con la que se ha hablado se llama Massimo Uccelli. Sus informaciones arrojan luz sobre aspectos de Ortega Muñoz, menores, pero interesantes en todo caso. Lo que él ha contado fue lo que, a su vez, a él le transmitió su abuela.
El primer dato es que el pintor “llegó a Stresa en 1920” cuando tenía “unos 18 o 19 años”. En efecto, Ortega Muñoz tenía en 1920, 20-21 años. En esa ciudad fue “acogido por mis bisabuelos y ayudado (…) le cedieron una habitación en su casa de Via Antonio Rosmini. En poco tiempo se instaló, tanto es así que mi familia lo quería como si fuera un hijo adoptivo. El sentimiento ciertamente fue correspondido, tanto es así que el joven, para llegar a fin de mes, pintaba, producía carbón y cuando lograba vender algo ayudaba a la economía familiar con el dinero que ganaba. Mi abuela me contó que el pintor también hizo los marcos y los llevó a una pequeña galería de arte de la ciudad, ubicada a orillas del lago, cerca del prestigioso Grand Hotel Des Ils Borromees”. Aquella casa es la que en la actualidad tiene el número 33 de esa Via.
La abuela de Massimo, hija de quienes tan amablemente acogieron al artista, debía de tener una edad parecida a la de éste y establecieron una amistad que se prolongó cuando ya el pintor había marchado a otro lugar, pues mantuvieron correspondencia postal que, por desgracia, no se ha conservado, aunque sí han sobrevivido unas fotografías que Ortega Muñoz le enviaba junto con las cartas. En dos de ellas se contempla a Godofredo sólo y en las otras dos se ven a diversas personas entre las que destaca una mujer que se parece mucho a la joven (la fidanzata dell’artista) cuyo retrato al carboncillo se encuentra en el lote sacado a subasta. Parece obvio que si las fotografías las enviaba junto con las cartas esas imágenes no fueron tomadas en Stresa, sino en otras ciudades. De hecho, en una fotografía en que Ortega Muñoz aparece solo se pueden leer al fondo unos letreros en francés.
En una de las imágenes Godofredo está sentado en una butaca de madera, con el codo derecho apoyado en el reposabrazos, la mano de ese lado en la barbilla y con mirada abstraída dirigida hacia la izquierda del observador. Viste traje con chaleco interior de finas rayas verticales, camisa blanca y una cinta o pañuelo alrededor de la garganta que levanta las puntas del cuello de la camisa. Está bien afeitado y con su abundante cabellera perfectamente peinada. Es una fotografía de estudio.
La otra fotografía presenta a Godofredo de pie y de frente ante una barandilla de piedra más allá de la cual se observan unos edificios de aspecto urbano. En la pared medianera de uno de ellos se puede leer fragmentariamente “Haute Couture”, “Couturier” y “Tailor”, evidenciando una localidad francófona, aunque con residentes habituales o transitorios de habla inglesa, lo que podría apuntar a una localidad turística de la Costa Azul, pero no se puede reconocer qué ciudad era. Viste traje de chaqueta larga y pantalones con dobladillos, camisa blanca y corbata de rayas diagonales; en las manos, juntas por delante, sujeta un sombrero.

En el lote se encuentran dos retratos, unas pequeñas joyas, ya que en uno el pintor se autorretrata y en el otro plasma el rostro de su novia con unas flores adornando el cabello moreno. En primeros planos, jóvenes, hermosos, de mirada alegre y confiada, ambos están resueltos con carboncillo sobre papel, resultando singular que en el de la mujer firmara sólo como “Muñoz”. Aunque no tienen las mismas medidas, técnica y soporte inducen a pensar que fueron realizados al mismo tiempo. No obstante, las calidades de las luces y sombras son más sutiles y están mejor conseguidas en el rostro del hombre. El hecho de que los Ucelli tuvieran el retrato de ella apunta a la idea de que esta muchacha tenía un vínculo especial (familiar o social) con la familia y que, seguramente, Godofredo la conoció a través de ellos.
