JUAN RAMÓN FERNÁNDEZ M.
LUIS COSTILLO: Las flores del mal, 2005
Luis tío, habla más alto, y riéndote me hacías así con la mano —acércate coño.
Aquellos cuadritos de Las Flores del Mal me impresionaron, casi no me atrevía a hablarte y después de siete cervezas me contaste que mi padre te había dado clases de dibujo y se cabreaba contigo porque dibujabas las manos de escayola como la tuyas, pequeñas manos, dedos pequeños, jajaja.
Ayúdame a serrar esta silla. Pero si tienes aquí un montón. Agarra que es para el Meiac. Pusiste el disco de la Velvet y Caravaggio me olía; llévate el disco —no tengo tocadiscos; pues te lo grabo.
¿Y como vamos a ir a la exposición de Évora?, ninguno tenemos carnet —jaja pandilla de indocumentados—, Jose nos lleva. A la vuelta bajamos las ventanillas.
Paseos en silencio, una palabra irónica, y el jardín del Edén.
Lolo, la inauguración se nos ha ido de las manos, vamos a tener que pedir un taxi. Shii, pide pide. Luis estos cuadros son largos y grandes. A ver cómo coño los movemos. Ni uno más.
Toma, llévate estos papeles, son los de la Soledad. ¿Y qué pinto yo aquí? Y sonriendo decías: lo que te salga de los huevos. Todavía los tengo, sin pintar.
Lolo ¿y este bastidor? Llévatelo. ¿Tienes blanco de España? ¿De España? Jajaja, espera que tengo aquí una pegatina, y sacabas un papel para pegarla. Futura obra.
Sabes lo que te digo, Juanra, que vamos al Espanta, una cerveza; sí, pero no se te olvide que te debo un desayuno.