Alfonso Domínguez

Fundación Ortega MuñozSeparata, SO9

ALFONSO DOMÍNGUEZ

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Fotografía: PAKOPÍ

Nos conocíamos bien. Años de complicidad y vida compartida. Tenía integrados en su ADN la transgresión y el ingenio. Poseía un sentido del humor finísimo. Era una gozada verlo decir ¡jejejeje! mientra asociaba alguna noticia grotesca y banal a alguna reflexión profunda sobre los entresijos de las tecnologías de la dominación. Se ajustaba las gafas, bajaba un poco la cabeza, creaba un silencio, esbozaba una sonrisa con sus belfos y soltaba ¡jejejeje! Llevaba mal la estupidez humana. Y la injusticia. Se comía las uñas. Le jodía la sordera. Sufría de ansiedad. Sus trabajos podrían parecer instantáneos e improvisados, pero era extremadamente perfeccionista. Sobre todo en la edición. Podía llegar a ser excesivo con el exceso. Se tomó un bote de jarabe de codeína antes de una exposición y subía y bajaba a los infiernos. Conocía bien los infiernos. Se bebió todas las absentas de Granada. Todos los vodkas de La Otra Luz del Jazz. Era amigo fiel de sus amigos. Santificaba la amistad. Era un genio. Un puto genio. No hay muchos genios. Y desde luego la genialidad escasea en el suroeste. Pero aquí desplegó su genio y su arte. Gran conversador. Profundo en sus reflexiones. Analista excepcional de su tiempo. Reescritor crítico del pop-art. Le obsesionaba la muerte. La exorcizó a menudo con su obra. Amaba la música. La de los ochenta, la oscura y desgarrada música de Nick Cave, de Joy Division, de Portion Control, para quienes diseñó uno de sus discos, como lo hizo con las bandas granaínas. Ahí el antológico de los KGB lo prueba. Era entrañable. Se dejaba querer. Era insoportable cabreado. Farfullaba. Otra vez su risa, otra vez su humor fino e ingenioso. Se comprometió con su ciudad. Le preocupaba la ciudad y la deshumanización de los espacios. Odiaba y despreciaba profundamente el postureo de la academia. Nunca se vendió. Se sentía cómodo con las oscuridades del alma. Amaba la vida. No buscaba honores, no buscaba fama, no buscó el dinero. Quería amor. Solo amor por amor. Experimentaba. Nunca se instalaba en terreno cómodo. Personificaba la heterodoxia, la transgresión y la vanguardia. Buscaba a la juventud alternativa y le hacía partícipe de su excelencia. Le dio por los libros. Se puso a escribir una obra interminable y excesiva, grandiosa, cuando le dio por los libros. Era libertario. Gozaba siendo libre. No podía vivir sin serlo. Le dolía el hombre y su trágico destino. Siempre reflexionó sobre los iconos, sobre el poder de la imagen. Subvertía el poder icónico de las imágenes. Toda su obra es una reflexión crítica sobre las imágenes del mundo contemporáneo. No podía parar de crear. Su cabeza no podía parar de crear y proyectar. Fue uno de los más grandes artistas de la Extremadura de hoy. No pretendió serlo. Acompañaba con calor y sabiduría nuestras vidas. Nos daba amor, nos daba vida. No volverá a existir nadie como él. El hueco que nos deja será imposible de llenar. Era mi hermano. Era mi amigo. Me duele su ausencia.