DANIEL MUÑOZ
El dibujo está en todas partes. El ser humano asumió su práctica, desde el principio de los tiempos, como un medio muy poderoso con el que establecer relaciones entre sí mismo y la realidad que le envuelve. Éste se nos ofrece como una herramienta transformadora y, al mismo tiempo, como una actividad de ideación: un lenguaje totalmente vinculado a la gestación de ideales y utopías humanas, así como a la transformación de la realidad desde el terreno de lo imaginario.
Dibujar en el espacio público es, ante todo, trabajar con lo preexistente; actuando directamente sobre los materiales que delimitan el espacio que ordena nuestro devenir. Estas acciones me obligan a cuestionar constantemente mi relación directa con nuestro entorno físico y socio-político; al mismo tiempo, esta práctica dibuja mis límites como individuo y como artista.
Cambiar constantemente de contexto me hace sentir cómodamente desprotegido, lejos de la seguridad del estudio, donde todo está bajo control y los entresijos creativos nunca ven la luz del sol. Se trata de exponerse a que suceda cualquier cosa durante el proceso, ya que durante un rato, formas parte (de manera activa) de un entorno desconocido (algunas veces hostil), aunque siempre en una posición vulnerable, no imperante.
Dibujar en un papel está bien, pero nada comparable a esa fricción inmediata con “lo real”.
Daniel Muñoz
41 posibilidades para un mural. Acrílico sobre hormigón.
Puerto Rico, 2014
La cortina. Acrílico sobre hormigón.
Keith (Escocia), 2015
Sin título. Esmalte sobre metal.
Madrid, 2015
Sin título. Acrílico sobre cemento.
Atlanta (E.E.U.U.), 2014