Nuria Flores Redondo

Fundación Ortega MuñozS10, Separata

NURIA FLORES REDONDO

AQUELLOS JÓVENES QUE INVENTARON EXTREMADURA

En este tiempo en que hablamos con intensidad de reinventarnos, y de reinventar todo lo que está a nuestro alrededor y había permanecido ahí, como en un estado natural que ya no responde a este mundo nuevo, hay un aspecto que no puedo dejar de atender y que, al mismo tiempo, es imposible que no aparezca cuando recuerdo a Antonio Franco. Se trata de la evidencia de que para que algo deba reinventarse antes tuvo que ser inventado. Por ejemplo, la Extremadura contemporánea. Sí, porque fue preciso inventar Extremadura. No hablo de un tiempo remoto, sino de la Extremadura que a partir de los años ochenta del siglo XX vivió la pulsión del tiempo nuevo y del imperativo que la empujaba a situarse, por fin, a la altura de su tiempo, y que se empeñó en todo aquello que la historia le había negado, y que en ocasiones nuestro conformismo había aceptado como inevitable. 
       Para inventar la Extremadura del presente hicieron falta, por jugar con un título, todos los jóvenes del mundo. Y entre esos jóvenes que se incorporan a la construcción cultural, que es como decir a la construcción de una nueva identidad, destaca la figura de Antonio Franco, presencia frecuente en lo visible, pero constante en la trama invisi- ble de las cosas, que es la que las hace existir. Resulta imposible encontrar una iniciativa de nuestra vida cultural en la que no participara con sus ideas, con su capacidad de gestión, con su inteligencia e intuición para entender cómo había de ser esa comunidad que se creaba y que tenía condiciones para superarse y formar parte de la mejor cultura de su tiempo. No hace falta enumerar esa actividad, que es conocida de todos, salvo para no olvidar que es, ahora, nuestra responsabilidad: hablo del MEIAC, de la mejor colección de arte portugués contemporáneo fuera de Portugal, de los legados de diferentes artistas y de las exposiciones que a lo largo de los 25 años del museo, que se conmemoran este 2020 con el contrapunto de su ausencia, se han ofrecido, de aquellas grandes exposiciones que hemos nombrado con la nostalgia de su intervención... pero también de muchas otras iniciativas, como esta misma revista Suroeste, fruto de un empeño muy ambicioso, mantener con Portugal una interlocución que la cercanía y la sintonía de los espacios hacía evidentes. La Fundación Ortega Muñoz, los catálogos y las colecciones... y acaso sí sería preciso un inventario exhaustivo de lo pequeño y cotidiano, de todo lo que nos ha acompañado de su mano y conforma nuestra vida real, aquello de que lo oculto es testigo y nostalgia.
     
Esos jóvenes que inventaron Extremadura no se han agotado: están en nuestra memoria y en el recuerdo de las cosas. Y están también en nuestras obligaciones, como una prolongación del hilo rojo que Antonio Franco dejó por tejer, los muchos proyectos que nos comprometen, y de los que hablaba con frecuencia, los que le inspiraban y sobre los que reinventaba una y otra vez esa Extremadura que, como él, tenía un lugar reconocido en el horizonte artístico y cultural de Iberoamérica.

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Nuria Flores Redondo, Consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura, junto a Antonio Franco durante la presentación de los proyectos becados en las Ayudas a Artistas Visuales 2019, acompañados por diferentes artistas seleccionados y responsables y técnicos de la Consejería, del Museo Vostell y del Centro de Artes Visuales Helga de Alvear.