
VERÓNICA JAFFÉ
Después del azul
Leben ist Tod und Tod ist auch ein Leben
Hölderlin, In lieblicher Bläue...
Este sería el último verso
de un poema que creo
haber comprendido de un sueño:
Al final la muerte rima con madre,
pero no sería así al revés,
por muy ilógico que luzca:
lo materno no rima con muerte,
aunque sean tiempos de sombra
los nuestros, y negra la leche,
como decía Celan.
No rima con madre no sólo
por ser el final de un comienzo
y por el dolor, la arbitraria crueldad,
sino porque una rima
no es sentido ni idea ni imagen.
Ni la vida es verso y en estricta poesía
un poema no tiene sentido,
ni un sueño comprensión,
porque después del azul
aún sigue la vida en otro tiempo, otra parte,
¡madre!, y ‘vida es muerte, y muerte
también es una vida’,
como dijo Hölderlin al final.
Ser y estar
¿Qué soy, si no estoy
donde hasta hace poco
creí deber estar,
siendo desde hace tiempo
este algo en duda y deuda
ante lo que en la infancia
y juventud creía saber
de lo que éramos
todos juntos?
Por el verbo deduzco que
no soy, ahora, ni estoy tampoco,
que no hace nada sino el tiempo,
que el saber no es cosa de
creencias y que sólo
en el pasado hay un ser
que es ser cierto porque es
de todos nosotros juntos,
vivos y muertos.
La escritura tarda y espesa o la sombra del poema
Cuando se deja la madre
y se cambia la lengua
se apelmaza
en la boca y el país
y las voces de la gente
se confunde
con los pálpitos
y la alta tensión
como si se estuviera
a decenas de metros
bajo el agua y el mar
se hace lejana luz
en manchas de blanco
y de azul, así se vuelve
la escritura, tarda y
espesa,
y sólo se asienta y se siente
menos molesta cuando, oportuna,
aparece a ráfaga de sombra
la profundidad. La boca
quizás no sea propia,
la voz más ajena, pero eso,
el país, sigue siendo sombra de ella,
y la mía.
Ya.
Ya por fin
lo siento.
El país,
el propio y ajeno,
por eso le dicen profundo,
es sombra
de escritura,
de los poemas.
We will come back
Poema del souvenir
Las tortugas, en esta playa,
dicen, vuelven siempre.
Aún cuando toda su vida
no sea sino
nadar mares profundos.
Los morrocoyes, dicen,
allá en el llano, dejan
su marca en la arena ligera.
Siempre se guardan
del verano vil dentro de ella.
Sea llana su arena,
o profundo su mar,
su vida, su marca,
aún cuando sean
muchos veranos,
es siempre volver.
(…) Recibe empero
Y regala recuerdos el mar,
Y el amor diligente fija la mirada,
Mas lo que queda lo fundan poetas.
Friedrich Hölderlin
(Versos finales del poema Andenken,
recuerdo, Souvenir, Pensar en…)
No sé si dice que es sólo el mar
quien quita la memoria y
la regala.
Cierto es que sólo el amor
es laborioso y, dice,
fija la mirada.
Lo que queda, empero,
también, lo donan poetas,
pensaba. En aquel
momento. Pero en este,
es la memoria del monte,
de mi madre,
lo que he grabado aquí
y traduzco
agradecida.
19.4.16
Londres
Nota al pie
Esto fue por el punzón
de un guardia, en la frontera.
Su recuerdo o rasgadura,
ni qué falta hacía,
la oculto bajo el sello exótico
que en chino, dicen, es mi nombre.
7.2.18
Madrid
*
Lo patrio de mi país, no me
es paterno ni paternal,
ni siquiera padrastro severo,
y lo he soñado más bien
como pastosa viscosidad
de un pantano,
opaco y mudo,
pero no me es ajeno.
Ni lo propio y materno
me es bárbaro, barbar,
al decir griego, elefantino,
y lo recuerdo como parte
de un peluche
que me regalaron de niña
para regresar protegida
al país de mi madre.
Mucho después aprendí
del poeta, que es fluido
lo patrio, nunca pétreo,
paralizado en un lugar
y tiempo, y quizás por ello
el país aporta, a veces,
a un poema.