Pablo Fidalgo Lareo

Fundación Ortega MuñozPoesía, S10

PABLO FIDALGO LAREO

VIGO, 1984

PUNTOS DE PARTIDA

Porque siempre llegamos a la noche
desde días distintos.
Porque hemos encendido la luz.
Porque siempre hemos vivido
en la fría habitación del hijo único.
Porque si tu época se ha detenido
piensas que es por ti.
Porque nunca aprendimos a ir a dormir
sin que pareciera un fracaso.
Porque sabíamos la fuerza que teníamos
y nunca nos creímos que nadie
estuviese cansado.
Porque en el juego de nuestra juventud
el que antes se duerme
lo pierde todo.
Porque nunca supimos exactamente
de qué habitación venía el dolor.
Porque llegamos a las estrellas
desde cielos distintos.
Nunca más volverás a amar
como el día que yo te desnudé,
nunca olerás tan bien
como en el poema que te escribí.

Nos elegimos como la más frágil
entre todas las cosas frágiles.
Elegimos la forma más lenta de volver a casa
pero ya estamos cerca.


PACIENCIAS

Yo alquilé un cuarto en el barrio de Santos
para pasar el invierno más frío de mi vida.
La mujer de la casa sólo hacía paciencias.
Santos era la tierra de la infancia.
Meninos do rio. La casa está en el mar.
El tren es una máquina de un mundo superior
que arrasa con todo lo que fui.

Amo las piedras de la calle, cómo se resbala con la lluvia,
cómo la ciudad fue hecha sin pensar en nadie.
En el 25 de abril alguien dio a un soldado la orden de disparar
pero él no lo hizo y evitó una guerra.
Amo el águila del Benfica
dando la vuelta al estadio antes de cada partido.

¿Cómo decirlo? Nada me une a esta orilla.
Si aquí veo sólo un poco de odio
me iré a la otra orilla y empezaré otra vez.
Si alguna vez hago un amigo
le hablaré de cómo es mi tierra natal
para asustarlo y mantenerlo lejos.
Con el tiempo aprendí que un poco de odio
es el inicio de todo el odio.

Esto es Lisboa. Me preguntan por qué vine aquí
y eso es ir demasiado lejos.
Si quieres saber por qué vine
deja que se te vea con los que no tienen nada.
Entra en el juego de perder todo como yo lo hice.
Esto es Lisboa: la ciudad en la que he de escribir
el libro alucinado que siempre quise escribir.

Sé que esta es la única orilla
por eso trato de mirar el río sin pensar
que mi presencia aquí es una venganza.
Creo que lo que amo es la doble vida
que todos tuvieron en África y en Portugal.
También a mí se me acabó.

¿Recuerdas el tiempo del primer escándalo
cuando parecía imposible que hubiera otro y otro?

Alguien dijo vergüenza sólo para hacer cosas malas.
Esto no es una parte de mi vida, vine a quedarme.
¿Tú ves salir palabras del río, las ves golpearse
contra las aguas del mar?

Yo habito un lugar del margen
donde puedes beber cuanto quieras
sin que nadie diga nada.
¿Tú qué sientes cuando me ves navegar
en este río innavegable?


RUMBLE IN THE JUNGLE

¿A quién le sirve preguntarse tantas veces
si el daño mereció la pena?

Cada vez que me golpea yo pienso
que en mí hay una sabiduría antigua
que él jamás alcanzará.
Habla Mohamed Ali. Golpea Foreman.

He estado toda la vida reservándome
para encajar el golpe que nadie encaja,
agotando a mi adversario con los ojos,
hablando y bailando, bailando y hablando
la noche entera.

He dado un significado al verbo encajar:
hice un sitio para el que quería vencerme
y le di un lugar a su violencia.
He renunciado a ir a la guerra
y eso me ha quitado mi única pasión: boxear.

Habla Mohamed Ali. Golpea Foreman.
¿Qué debes ver en mi cuerpo contra las cuerdas,
en mi forma de moverme?
Que sigo siendo un salvaje
y que el salvaje se reserva para otra vida
que sólo él ve en el horizonte.

¿Qué me queda a mí de todo eso?
Yo también tiemblo en la noche,
yo también soy un esclavo que ha escapado
o que quizá ha comprado su libertad.
Yo también tengo frío cuando hace calor
y calor cuando hace frío.
Cuando me miran con piedad yo también les digo:
si vamos a ganar ¿por qué estáis tan tristes?

Habla Mohamed Ali. Golpea Foreman.
Cuando peleas sabes que no puedes dejar
ni siquiera un guante en el suelo. Es el final.
Pienso en ti, que cuando ya no podías más,
me seguías viendo en pie,
era simplemente imposible tirarme al suelo.

Pienso en ti, que me ves escribir durante el viaje,
conocido o desconocido,
que me ves inclinado, rezando, inmerso,
y pienso en todos aquellos a los que di un momento de paz
que no se merecían.