LOLA MASCARELL
TESTIGO
El pespunte del grillo
que en las noches finales de septiembre
sostenía el insomnio de un deseo lejano
es hoy el diapasón de este poema,
el eco en que se engarzan las palabras
que tratan de atrapar
aquello que se fue sin decir nada,
tan breve como el grillo
que aún canta en mi memoria
y ya está muerto.
APUNTE DEL NATURAL
Cuando miro la hiedra
trepando por el muro
el tiempo se detiene en mi mirada.
Pienso en la lentitud y en el ascenso,
en el verde rotundo de sus hojas,
caminos de la savia
que se encuentran y fluyen a la vez,
en insectos creando laberintos
dentro de su maleza.
Escribo, miro y pienso.
El espacio es raíz;
el tiempo, rama.
CORONA
Vuelan las moscas sobre mi cabeza,
ocupan el espacio con su vuelo,
la estancia a media luz
donde alargo la tarde y me pregunto
qué cantidad de tiempo
recorren cada vez en proporción,
qué trecho de su vida, tan efímera,
supone cada vuelta a la lazada
con que anudan el aire.
Es todo lo que hay en esta tregua.
Tan sólo cuatro moscas
en lo alto de la casa
y yo debajo de ellas, contemplándolas
El sol les ilumina
las alas impacientes,
la radiante certeza
de que aquí es ahora.