Jon Kortazar

Fundación Ortega MuñozPoesía, S10

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JOSÉ PEDRO CROFT
SIN TÍTULO, 2017

JON KORTAZAR

ÚLTIMAS NOTICIAS SOBRE LA POESÍA VASCA DE PRINCIPIOS DE SIGLO * 

Para mí ha resultado una satisfacción y un acicate intelectual la invitación de Antonio Sáez Delgado para revisar la creación de los jóvenes poetas vascos. Tal como se me indicaba, se incluye también a los no tan jóvenes, porque reunir a poetas bajo el umbral de los 40 años y llamar jóvenes a los de esa edad, resulta un tanto sorprendente. ¿Cuándo llegarán a la madurez, si con 40 años son aún jóvenes? Pero he aceptado el envite por seguir las normas establecidas. Y he de decir que la perspectiva, desde el año 2019 (este trabajo se escribe desde la atalaya de principios de 2020, cuando acaba de editarse, muy entrado marzo, el primer libro de poesía del año de un autor nacido en 1997) permite revisar la aparición de jóvenes poetas en el sistema literario vasco desde el año 2001, que es cuando comienzan a editar los poetas nacidos en 1980. Se establece así una doble perspectiva sobre los autores que cubren una distancia temporal de 40 años, y una época de casi 20 años de producción, desde el 2001 a 2019. Es decir, todo lo que ha dado el siglo.    
      Esta pequeña antología da continuidad a los trabajos sobre poesía vasca contemporánea y a sus antologías que vengo haciendo desde 1997. En Luma eta Lurra: Euskal poesia 80ko hamarkadan analicé toda la producción poética vasca desde la muerte de Franco en 1975 hasta 1990 (hay traducción al castellano, La pluma y la tierra, 1999; pero solo de un 20 % del libro original), y en un volumen recogía análisis con mucha citas de los poetas que daba al texto un aspecto de antología. Realicé una selección numerosa para la editorial gallega Letras de cal que titulé A Ponte Das Palabras. Poesía Vasca 1990-2000/ Hitzezko Zubia. Euskal Poesia 1990/2000, el año 2001 donde se recogían 20 poetas jóvenes (de entonces). En Montañas en la niebla. Poesía vasca de los años 90 (2006) exploré en una antología la obra de los autores, en mi opinión, más destacados, que habían comenzado a publicar en esa década, reduciendo el número a 6: Rikardo Díaz Arregi; Juan José Olasagarre, Karlos Linazasoro, Miren Agur Meabe, Kirmen Uribe y Harkaitz Cano. Pasó muy desapercibida la antología Un Puente de Palabras. 5 jóvenes poetas vascos (2005) que comenzaba con Pello Otxoteko (1970) y terminaba con Jon Benito (1981), el autor que da comienzo a esta breve muestra de poesía vasca. Algunas de estas antología venían precedidas por introducciones de muestra de panoramas, o de estudios de estéticas de los poetas antologados.
     
En cualquier caso, para el estado de la cuestión del tiempo que nos ocupa, es básico el estudio de Izaskun Gracia (1977), poeta ella misma, «Euskal poesía berria 2001-2011» (2014), disponible en http://www.eusko-ikaskuntza.eus/ eu/argitalpenak/euskal-poesia-berria-2001-2011/art-23658/.
     
En 2015 y junto a Hasier Larretxea preparó y publicó en la página web Círculo de poesía una antología titulada «Euskal poetak. Dossier de poetas jóvenes del País Vasco» que puede encontrarse en esta dirección: https://circulo- depoesia.com/2015/07/euskal-poetak-dossier-de-poetas-jovenes-del-pais-vasco/. En ese dossier se recogen poemas de 15 poetas: Aritz Gorrotxategi, Harkaitz Cano, Oier Guillan, Jon Gerediaga, Castillo Suarez, Izaskun Gracia Quintana, Igor Estankona, Angel Erro, Leire Bilbao, Iñigo Astiz, Ione Gorostarzu, Hasier Larretxea, Hedoi Etxarte, Beñat Sarasola y Jon Benito. Hay autores que nacieron antes de 1980, algunos analizados en el estudio mencionado. Otros entran en el corpus con el que trabajaremos. Y se publican poemas de los dos antólogos: Izaskun Gracia Quintana y Hasier Larretxea. El texto de presentación resulta al menos curioso: «La importancia del dossier radica en que los poetas de estas generaciones no han sido reunidos en una muestra» (Gracia y Larretxea 2015). Hay que ser muy perspicaz para ver (varias) generaciones en 10 años de historia de la poesía. Y hay que añadir que los poetas de ese tramo de edad sí habían sido reunidos pero no utilizando solo ese criterio de edad. Lo cierto es que los autores sí conocían Un Puente de Palabras. 5 jóvenes poetas vascos donde coincidían cuatro nombres de los que ellos publicaban en la selección: Erro, Suárez, Benito y Estankona. También es cierto que en la propuesta que llevaré a cabo, tres nombres se encuentran en la lista: Benito, Gorostarzu, Astiz, aunque quizás no por los mismos motivos.

Un género en recisión en el sistema literario vasco
La poesía resulta ser un género en recesión dentro del sistema literario vasco. Tras los poetas de gran capital simbólico por sus estéticas (Juan Mari Lekuona, 1927-2005, o Bitoriano Gandiaga, 1928-2001) o por su militancia cultural antifranquista (Joxan Artze, 1939-2008, o con debates importantes por sus influencias no confesadas, Xabier Lete, 1944-2010) llegó el momento de la enseñanza de la literatura y la lengua vasca en las escuelas (Ley de Normali- zación de la lengua vasca en 1982 en Euskadi y de la Ley Foral del Euskara en Navarra en 1986), lo que llevó a facilitar la edición y distribución de obras asimilables, lo que produjo un crecimiento de la literatura infantil y juvenil. Las empresas editoras comenzaron a cambiar una política de la militancia cultural, por la defensa de sus legítimos intereses económicos. Y el mercado pedía en primer lugar, novelas, y de forma más moderada, libros de relatos. 
      Así la edición de poesía, aún dependiendo de las distintas políticas de las editoriales, terminó siendo simbólica, y, a veces, residual.

El panorama en cifras. Una mirada cuantitativa
Un poeta joven y nuevo tiene tres caminos para llegar a publicar. El primero encuentra un encaje entre las editoria- les más importantes que publican en euskara. Señaladamente las editoriales Elkar, que está en un conglomerado empresarial que domina también la distribución del libro en el País Vasco, Erein, Pamiela y Susa, una editorial pequeña, pero que mantiene de manera muy digna la promoción de jóvenes escritores. Estas editoriales por motivos económicos o de mercado mantienen una cuota cerrada de libros de poesía publicados en un año, que Pamiela va abriendo en los últimos tiempos. El panorama para la poesía ha cambiado con la aparición de una editorial, Balea Zuria, fundada por cuatro poetas, que edita solo ese género literario.
En segundo lugar cabe mencionar las ediciones de los Premios de poesía. La editorial Bermingham, impulsada por el escritor Félix Maraña, edita los otorgados por los Ayuntamientos de Pasajes, y de Urretxu y Zumarraga. Como son premios dedicados a poetas noveles, la editorial mantiene una presencia alta en la edición de nuevos autores. A pesar de que los Premios no tienen demasiada buena prensa en el sistema literario, en los últimos tiempos se ha dado una confluencia entre editoriales e instituciones y así Erein publica los ganadores del Premio Blas de Otero del Ayuntamiento de Bilbao, Pamiela el Xabier Lete de la Diputación de Gipuzkoa, recientemente en Elkar aparecen los ganadores del Premio Ciudad Irún de poesía, Balea Zuria ha creado su propio galardón para descubrir nuevas voces poéticas, apoyado por Donostia Kultura. Lo que sucede es que al ser premios bien dotados pueden ser ganados por poetas veteranos, o poseedores de una cierta trayectoria. El premio de poesía Lauaxeta Joven de la Diputación de Bizkaia otorga un premio a obra publicada en un curso (de julio de un año a junio del siguiente) de un creador menor de 35 años, en el momento de la publicación de la obra.

      En tercer lugar está la autoedición con la probable poca audiencia y distribución que conseguirá la obra.
      Veamos en un cuadro la edición de poesía de las principales editoriales vascas en los últimos seis años, lo que no representa el total de lo publicado. En la última columna anotamos el total de libros de poesía aparecidos en ese año, des- contando los libros colectivos. Así puede verse el peso de los libros que se publican en estas cinco principales editoriales.

Fuente: Elaboración propia con los datos ofrecidos por Juan Luis Zabala (on line): Euskal Literaturaren Apalategia, accesible en http://ehu.eus/ehg/apalategia/

Como se ve en primer lugar, hay que señalar el número bajo de publicaciones anuales de poesía, con un año con solo 13 libro editados, con un excepcional 2016, y una media anual de 21 libros de poesía. El peso de las cinco editoriales de referencia sobrepasa el 60% de lo aparecido con normalidad, con la excepción nuevamente del año 2016. Si vemos las cifras Pamiela lleva a cabo una actividad cada vez más activa en la edición de poesía, en la que destaca la aparición, como comentábamos arriba, de Balea Zuria, que solo publica obras de ese género. El panora- ma se completa evidentemente con las editoriales no profesionalizadas. Maiatz, la editorial del País Vasco francés, mantiene una actividad muy loable, y la editorial Bermingham da cauce a jóvenes creadores, muchas veces noveles.

Los poetas menores de 40 años
He llevado a cabo el censo de todos los poetas que han nacido en el País Vasco, en el peninsular y en el continental, y de todos los libros que han publicado. He elaborado una tabla en la que pueden verse esos datos en un primer vistazo.

Fuente: Elaboración propia con datos de la web Literaturaren Zubitegia. Diseño del cuadro: Leire Lekuona.

Las primeras sumas se centran en los números de poetas. Son 33 escritores nuevos los que se incorporan al sistema literario. De ellos 13 son mujeres, el 39 %. Las cifras sobre el número de escritores vascos en activo han ido variando. Las primeras y erróneas estimaciones contaban 300 escritores en activo y un 10 % de mujeres. Me he tomado la molestia de contar los autores vivos y que han publicado al menos una obra en la página web Literaturaren Zubitegia, (https://zubitegia.armiarma.eus/) que censa a todos los escritores vascos y a sus obras. La página cita dos veces a los que usan seudónimo, y teniendo cuidado con esta singularidad, la cuenta suma 492 escritores. De todos ellos las escritoras suman 116, es decir un 23,58 %, una cifra que muestra el desarrollo y la cada vez mayor centralidad de su obra.  
      Por ello los poetas que han aparecido durante los últimos 20 años y han nacido después de 1980 corresponden al 7 % del total. Es significativo que en el perfil de comunidad de escritores, poetas, que estudiamos la cantidad de mujeres (39 %) supere ampliamente la cifra de la media de mujeres escritoras (23,58 %). La desviación puede  deberse al hecho de que estemos estudiando un género periférico dentro del sistema, y dentro del sistema periférico, uno más marginal: el de los nuevos escritores.
      Esos 33 escritores han producido 50 obras, lo que da una media de 1,52 obras por escritor desde 2001. Muy poco, desde luego. Pero en este punto es mejor acercar la lupa y constatar que podemos encontrarnos con 3 poe- tas que han publicado 4 obras cada uno: Aritz Mutiozabal, Hasier Larretxea y Beatriz Chivite. 9 poetas que han publicado 2 obras. Tenemos que recordar en este punto que Izaskun Gracia utilizó este criterio (dos obras publi- cadas) para incluir a los autores en su estudio, y entre 2001 y 2011 fueron 11, aunque alguno de ellos se salía de los criterios que aquí se aplican: tener menos de 40 años, o haber nacido en o después de 1980. Entre los que no podemos considerar se encuentran Leire Bilbao (1978), Angel Erro (1978), Jon Gerediaga (1975), Aritz Gorrotxategi (1975), Fertxu Izquierdo (1975), Txili Lauzirika (1975), Mikel Peruarena (1978). De ellos Bilbao, Erro, Izquierdo, Laurizika, Peruarena (de 7 poetas, 5) se han quedado en esos dos libros de poemas publicados, fenómeno al que nos referiremos a continuación.
      Lo que importa es que existen, por tanto, 21 poetas de una sola obra en el censo que presentamos, un dato que, junto a muchos otros que iremos desgranando, habla a las claras de la precariedad en la que se mueve el género. Hace poco cifré los poetas nacidos después de 1970 y que habían publicado un solo libro de poesía y la cantidad da 45 poetas y las mujeres son 15, es decir un 33 %, lo que evidencia que su número destaca claramente sobre los perfiles normales en una marginalidad (escritura dominada por los hombres) y en un género, el poético, que se sitúa en la periferia.
      No es rara en los sistemas literarios minorizados la presencia de escritores sin trayectoria, al contrario, suele ser sustancial al sistema. Muchos jóvenes sienten que en la literatura existe un campo de promoción y personalidad. Y escriben una obra. De poesía a poder ser, es más fácil. Y aunque se cree que publicar es un proceso sencillo, ya he- mos visto que no lo es tanto, porque se puede publicar un libro. Lo difícil es seguir. Puede que el sistema acoja con simpatía al nuevo escritor. El sistema literario vasco es muy receptivo a la aparición de nuevos escritores, si, sobre todo pertenecen al núcleo ideológico abertzale. Pero, aunque no sea así, los escritores jóvenes, y más si son jóvenes y muje- res, reciben, merecidamente, una bienvenida generosa. Solemos medir esa percepción contando las críticas que recibe una obra. Teniendo en cuenta la suma de medios que publican reseñas sobre las novedades (unas 6: El Correo, Deia, Diario Vasco, Berria, Gara, Argia), una obra nueva recibe alrededor de 4 reseñas si la obra se publica en una editorial puntera (por ejemplo Elena Olave ha recibido 4 críticas y Amaiur Blasco ninguna). Por otro lado, han desaparecido los trabajos extensos sobre los poetas jóvenes, ya los consideren conjuntamente, ya como trabajos individuales (resulta una excepción el trabajo de Irati Jiménez sobre Jon Benito).
      Como muestra de esa generosidad traigo aquí la evaluación de un amigo y buen poeta, Pello Otxoteko, sobre la obra de Nerea Beldarrain (1981), y lo hago porque es amigo, porque seguro que si no lo fuera, se molestaría por citarlo aquí; y su comentario dice:

«Eta egia esateko, ez da nolanahiko egilea lerrootara ekarri duguna, ziur aski etorkizunean zeresan handia izango dute luma berri honek emango dizkigun ekarpenak».
      [Para decir la verdad, la autora que traemos a estas líneas no es una escritora menor, seguramente las aporta- ciones que su pluma traerá en un futuro tendrán un eco importante].

      Por desgracia, Nerea Beldarrain publicó su obra en 2010 y nunca más se supo de ella. Comentarios semejantes pueden leerse sin dificultad sobre autores que inician su andadura. Lo extraño no es tanto la confianza elogiosa, sino la cantidad de veces que se repite en la crítica vasca cuando se trata de un autor novel.
      Los escritores sin trayectoria son una constante en sistemas minorizados. Ya lo ha demostrado Antón Figueroa al tratar de sistema gallego, o yo mismo al hablar del vasco. Más que una constante es sistémico. El escritor se anima y publica una obra. O dos. Y lo deja, o se pasa a otro género. O trabaja en el llamado universo del euskara. Es versolari, improvisador oral, o es profesor, o lleva a cabo proyectos culturales de diverso grado... O monta un bar.
      Al tratarse de un censo de escritores que está en desarrollo habría que tratar con cuidado el dato de escritores con una sola obra, porque es evidente que a algunos de ellos aún no les ha dado tiempo a desarrollarla.
      Ciertamente no significa lo mismo la serie de datos entre los nacidos entre el año 1983 y 1985 donde se concen- tran 9 poetas con una sola obra (todos los del 83 que son 4, 3 del 84 y 2 del 85), que la concentración de poetas de una sola obra entre los nacidos entre 1991 y 1997, 6 poetas, porque estos están comenzando su andadura. La primera serie indica que los poetas (excepto alguna escritora que comenzó tarde a publicar) han decidido abandonar este género literario, o la literatura. En total tenemos en el corpus de estudio 15 poetas con una sola obra, y otros dos poetas, Karlos Aretxabaleta y Mikel Manso, que decidieron unir sus fuerzas para publicar su obra en un solo libro. 17 en total, un 52 % del censo.
      A esta consideración habría que sumar aquellos que la han abandonado con 2 obras publicadas, que suman 6: Jon Benito (última publicación en 2010), Xabi Borda (última publicación en 2009), Ainhoa Unanue (última en 2011), el breve Sarasola (última en 2009), Etxarte (última en 2012), Garazi Ugalde (última en 2016). Es evidente que no podemos decir con seguridad que hayan abandonado la poesía, y puede que vuelvan a publicar. Ione Gorostarzu o Iñigo Astiz han publicado recientemente, después de un tiempo de silencio. Algunos de estos poetas fueron recibidos con una recepción notable, algunos por su calidad, otros por una pulsión publicitaria. Un sistema débil necesita auto-afirmarse mediante la aparición de nuevos escritores y la declaración de su importancia, aunque el tiempo después se encargue de negar esas virtudes que se proclamaron en el momento de su aparición. Borda recibió 3 y 4 críticas a sus libros (trayectoria entre el 2004 y 2009); Sarasola 9 y 5 (trayectoria entre 2007 y 2009); Etxarte 5 y 9 (trayectoria entre 2008 y 2012); Ainhoa Unanue (trayectoria entre 2008 y 2011) no tiene críticas a pesar del esfuerzo por autoeditarse sus libros, y tampoco los tiene Garazi Ugalde (publica entre 2014 y 2016), probablemente porque editaba en la editorial Birmingham. Si a los 17 de un solo libro añadimos estos 6 que al parecer, han determinado seguir otros derroteros, sean o no literarios, tenemos que 23 poetas, un 70 % del censo, están fuera del sistema poético en este momento, y subrayo, este momento, porque cualquiera de ellos puede decidir volver.
      Desde 1980 hay 4 años que no registran nacimientos de poetas. Los años 1987, 1989, 1992 y 1995 no dieron ninguno. Y lo que es más triste en los años 2003 y 2005 este grupo de poetas que nacieron desde 1980 no publi- caron obra.
      Si miramos ahora a esos 50 libros que componen el censo de lo publicado por poetas menores de 40 años, vere- mos que entre 2016 y 2019 se han publicado 20 libros de poemas, un 40% del total, y entre los años 2012 y 2019 30 libros, un 60 % del total. Si observamos la tabla puede describirse una curva ascendente, que a veces coincide con los quinquenios. En el período 2001-2005 se publicaron 6 obras. 12 entre el año 2006 y el 2010. Nuevamente 12 en los años siguientes, del 2011 al 2015, y ese año figura como excepcional, con una sola publicación y 20 en los últimos cuatro años, desde 2106.
      No es fácil ofrecer una explicación. Teniendo en cuenta que el grupo de poetas que estudiamos no configura una escuela, podría decirse que hay una situación de debilidad en la edición en el comienzo del siglo, en el momento de despegue de los poetas nacidos entre 1980 y 1984, y una afirmación del movimiento de los jóvenes poetas que se ve en el ángulo inferior derecho del cuadro; es decir, cuando entran en escena los poetas nacidos con posterioridad a 1988, año de nacimiento de Garazi Ugalde. También podría existir una razón económica, puesto que el mayor número de publicaciones se produce tras la salida de la crisis de 2008, a partir del 2016. Habría que tener en cuenta que algunos de los poetas del primer tramo cronológico (1980-1984) abandonaron la publicación de poesía hacia 2010, tal como vimos antes.

La publicación en editoriales
La vía más efectiva y con mayores recursos en distribución y reconocimiento para un poeta joven consiste en convencer a una editorial profesionalizada para que publique su libro. En este aspecto es ejemplar la política hacia los nuevos autores que mantiene la editorial Susa, a veces considerada como una cooperativa de autores. En ella han editado su primer libro Jon Benito, Xabier Borda, Jule Goikoetxea, Ekhiñe Eizagirre, Beñat Sarasola, Iñigo Astiz, Hedoi Etxarte y Martin Bidaur, un total de 8 autores, el 24% del total. Llama la atención que la dedicación a jóvenes autores fue mayor en la primera mitad del período que contemplamos, con fechas de nacimiento entre 1981 y 1986, y mucho menor en estos últimos momentos, donde puede citarse a Martin Bidaur. Por otro lado, se ha mostrado sensible a la expresión de la literatura feminista.
     
Elkar ha presentado a dos autores de diferente factura. Peru Magadalena, que viene del campo del versolarismo, y a Ione Gorostarzu, una autora de concepción feminista. Y una autora novel ha sido impulsada por cada una de estas editoriales. La editorial vasca continental Maiatz apoyó a Amaiur Blasco. La reciente Balea Zuria, de la que no contamos aquí a los ganadores de su premio, publicó a Elena Olave y Erein a Alaine Agirre, cuya poesía se editó tras el éxito de su primera novela que fue editada por Elkar.
     
Estas editoriales han editado a 13 poetas, un 39 % y un total de 25 libros un 50 % del total. Hay autores que no se dieron a conocer en estas editoriales, pero ellas se encargaron del tercer o cuarto libro de un autor (Maiatz a Mutiozabal, Pamiela a Larretxea o Chivite), una vez que el poeta se dio a conocer por medio de algún galardón.

Los Premios y sus consecuencias
Como señalamos, una forma de que un joven poeta se dé conocer consiste en presentarse y ganar un Premio.
      En números absolutos de los 50 libros aquí señalados, 15 se publicaron tras ganar un premio literario, un 30 %
del total, por parte de 11 autores, un 33 % del conjunto.
      Hay en estos momentos tres instancias operativas en el sistema literario vasco. La editorial Bermingham que
publica los premios de dos certámenes literarios de dos ayuntamientos guipuzcoanos, dirigidos a escritores noveles, muchas veces, amateurs. La publicación recoge en un libro colectivo al ganador y al segundo premio, o los ganadores de los certámenes. El hecho de que el volumen recoja a más de un autor, puede tener como consecuencia la falta de atractivo para el lector. Pero lo cierto es que la editorial ha dado a conocer a distintos jóvenes poetas. Aritz Mutiozabal publicó dos textos en la editorial (2001 y 2006), lo que significa que fue galardonado dos veces, como en el caso de Garazi Ugalde (2014 y 2016). Nerea Beldarrain publicó en 2010, Anartz Izagirre en 2016, Goizane Aizpurua en 2018. En total son 5 poetas noveles un 15 % del total. Pero hay que indicar que exceptuando a Nerea Beldarrain, que tuvo dos reseñas, ninguno de ellos obtiene eco en la crítica según el registro de Literaturaren Zubitegia, una web en la que se ofrece información sobre los autores vasos, su publicaciones, y las críticas recibidas. La editorial Balea Zuria ha puesto en marcha un Premio, Donostia Kultura, que lleva dos ediciones, y ha publicado la primera obra de Esti Martínez de Cerio en 2018 y de Gorka Salces en 2019.
     
Otro vivero de descubrimiento de jóvenes poetas es la Diputación Foral de Álava y su premio Ernestina de Champourcin, con dos jóvenes publicados. Aitor Irigoien en 2012 y Beatriz Chivite en 2015. El caso de esta escritora resulta excepcional, porque en 2012 ganó el Premio para Jóvenes Escritores del Ayuntamiento de Pamplona (que no publicó la obra y fue recuperada por Pamiela en 2017); en 2015 éste que comentamos y en 2016 el Blas de Otero del Ayuntamiento de Bilbao.
      Los Premios más prestigiosos no suelen ser una plataforma para los poetas que estudiamos. Amaia Jauregizar ganó el Premio BBK / Academia de la Lengua Vasca en 2009 y Unai Baztarrika el Blas de Otero en 2014.
      Si exceptuamos a Esti Martínez de Cerio y a Gorka Salces, por su reciente aparición en el sistema, hay que subrayar que entre todos los mencionados, solo Aritz Mutiozabal y Beatriz Chivite han seguido con sus trayectorias poéticas.

La autoedición
      Es la tercera vía para publicar poesía y darse conocer. En el cómputo de obras se cuentan 10 autoediciones o libros publicados por plataformas creadas para la edición de ese libro concreto, un 20 % del total, es decir 9 autores, un 27 %, que publicaron así su primer libro. Hasier Larretxea es un caso especial entre los poetas que han pasado de pequeñas plataformas a editoriales normalizadas, o de editoriales extraterritoriales a editar en las casas de edición fuertes, pero la única autora que publicó dos libros en autoedición ha sido Ainhoa Unanue que publicó el último en 2011. La falta de eco crítico que hemos visto en los libros surgidos de los premios se repite, en general, aquí. La autoedición tiene problemas de distribución, aligerados ahora gracias a Internet y a la venta on line.
     
Las cifras de autores que toman un camino u otro son parecidas. Las editoriales publicaron el primer libro de 13 autores, 11 fueron editados tras ganar un premio, y 9 tuvieron que optar por la autoedición o por plataformas que les apoyaron. La igualdad se rompe en el número de libros. Las editoriales normales han publicado 25, los premios 15 y la autoedición 10.

Temas e ideas
      Sobre las estéticas predominantes habría que retomar dos reflexiones distintas. En primer lugar habría que mencionar que la mayoría de estos poetas —lo sepan o no— se encuadran dentro de las estéticas postmodernas, aunque en el sistema literario vasco puede encontrarse una poesía de la resistencia hacia los distintos poderes, no en vano la autonomía literaria y la ideología literaria son el ying y el yang de la práctica literaria en los círculos literarios mino- rizados; por ello los temas tratados son de una variación importante en esta estética. En segundo lugar, si tantos autores dejan la práctica literaria, puede pensarse en que existe una causa que —lo sepan o no— interviene de forma decisiva en la creación poética: no destacan en su originalidad, están siguiendo pautas poéticas ya conocidas, cuando no ya trabajadas y pasadas de elaboración.
     
Izaskun Gracia (2014) realizó una lista de temas que se podían detectar en el corpus que ella estudiaba, algo distinto al nuestro, puesto que tomaba también en consideración a autores nacidos en los años 70 del siglo XX, pero no muy diferente, porque también estudiaba la obra de autores que se encuentran en el nuestro. La lista comenzaba con la introspección y la búsqueda de la identidad personal, y anotaba los siguientes temas: la familia y el origen, el yo poético, la tensión sociopolítica, la ausencia de utopía, el amor, la soledad y la muerte, la impronta urbana, la cotidianeidad.
     
Como hablar del conjunto de 50 obras ofrece un amplio campo para la generalidad, intentaré establecer un esquema que pueda aparecer en algunos autores importantes. Algunos de las menciones de Izaskun Gracia pueden resultar muy comunes a otras estéticas, incluso al mundo de la poesía en general (el tema del amor).
     
Voy a proponer algunos núcleos temáticos en los que puede reunirse, más o menos por supuesto, las claves de la poesía de los últimos años.
     
Retomo en primer lugar una de las referencias de Gracia Quintana: la importancia del yo y de la mirada subjetiva. No hay lugar aquí para analizar la manera en que el yo se convierte en una instancia de representación importante tras la caída da de las grandes narrativas y la marca de la Postmodernidad. El yo como refugio, el yo como lugar de consuelo, de creación de metáforas desde la historia personal para la creación de un mundo de significados que puede (o no) terminar como una paradoja de la existencia, es decir de la creación irónica. Creo que la creación me- tafórica desde la historia personal es una de las claves en Peru Magdalena o en Beatriz Chivite. Pero es muy fácil rastrear en toda una poesía que se crea a parir de un yo central que mira el mundo con sorpresa, con ironía, con desvalimiento y también, a veces, con seguridad.
      Hemos hablado de una poesía de la resistencia, una poesía que denuncia el «orden establecido», en algún caso de marcado signo político. Claramente la poesía que se publica en torno a la editorial Susa (Xabi Borda, Gaizka Amondarain, Hedoi Etxarte, Martin Bidaur) mantiene con toda legitimidad una actitud crítica contra la sociedad en la que vive el poeta. Durante los últimos años se va repitiendo en el sistema literario la categoría de «poeta político» y el poeta reivindica para sí una actitud crítica que no es la misma antes de que Eta declarara el fin de la violencia.
      Antes era más política, ahora más social. En algún caso la poesía ha conferido una clara impresión de atención a los conflictos internacionales o a la gran tragedia de la inmigración hacia Europa.
      Es evidente la configuración de una poesía feminista de reivindicación sobre el estado de la mujer sobre todo a partir de 2014. Jule Goikoetxea, Ione Gorostarzu o Elena Olave han llevado esa configuración a sus textos.
      ¿Cómo no hablar del amor como tema literario? Y del desamor. Dos caras de una misma moneda. Y de la muerte del ser querido, a pesar de la juventud de los poetas, entre los que se cuentan quien ha pasado por experiencias trágicas. Este tema tan general no puede estar ausente.
      La poesía filosófica mantiene su lugar, aquí y allí, como en la de Peru Magdalena, por otro lado tan dependiente de la filosofía y de la estética oriental, que también se muestra en Beatriz Chivite, en quien destaca un cosmopolitismo inherente a su biografía y una presencia social innegable.

De la mirada cuantitativa a la mirada cualitativa
Una mirada cuantitativa, como la que acabamos de hacer produce dos efectos, en primer lugar, dificulta la lectura (pero debo confesar que me ha divertido escribirlo), y, en segundo, pone la atención con igual importancia sobre el escritor importante, como en el que no está; y más bien, parece prestar más atención al que no está que al que ha quedado en el recuerdo o ha tenido influencia en el campo literario.
     
Toda la batería de datos que hemos presentado pone el foco de la mirada en poetas que hayan publicado más de una obra, estén en estos momentos o no en el sistema literario. Hemos constatado 3 poetas con cuatro obras, y 9 con dos obras.
     
Hemos elegido a los cinco poetas de nuestra propuesta antológica en ese grupo de 12 poetas, y, por distintas razones hemos optado por presentar la obra de Peru Magdalena (1980), Jon Benito (1981), Ione Gorostarzu (1984), Iñigo Astiz (1985) y Beatriz Chivite (1991). Es cierto que así se prima a poetas que han nacido en el primer quinquenio de los años propuestos, con cuatro poetas nacidos entre 1980 y 1985 y una sola de los años 90, Beatriz Chivite de 1991. Esto se debe a que la obra de los que tienen entre 40 y 35 años ha tenido más tiempo para desarrollar una presencia crítica. Pero, si además del año de nacimiento miramos el año de edición de las obras, el abanico parece más extenso. Jon Benito publicó su última obra en 2010, pero Peru Magdalena lo hizo en 2016, Ione Gorostarzu en 2019, Astiz y Chivite ese mismo año. Con lo que la propuesta abarca un arco que va desde 2010 a 2019. Es decir se muestra la obra de cuatro poetas activos y uno inactivo pero que dejó una huella importante en el sistema.
     
Vamos a revisar los temas y las estéticas de los últimos 40 años a través de la obra de estos poetas, porque sería realmente imposible seguir las pautas de una literatura postmoderna, con una clara división y dispersión de temas y estéticas en 33 escritores.

Peru Magdalena (Berriz, 1980)

Poeta, narrador, versolari, improvisador oral, y creador videográfico Peru Magdalena ha publicado dos obras: Hutsik [Vacío] (2008) y Argia [La luz] (2016). Y está a punto de aparecer una tercera.     
      De su primera obra Felipe Juaristi (2008), tras describir la importancia que la poesía oriental tenía en su obra, escribió que:

«Ezaugarrien artean aipatuko nituzke: isiltasunaren aldarrikapena; gauzak izaki bizidunak balira bezala onartzea; poeta bera naturaren partaide bilakatzea, bestelako izakiekin batera; hitzaren indarra eta bizitasuna, alegia sakon- tasuna, baina ez filosofikoa, fisikoa baizik, desiratzea. Dena eta ezer ez kontrajarrian ipintzen dutenen aurka, dena ezer ez izateko modua dela aldarrikatzen da liburuan».

      [Entre sus características mencionaría la importancia concedida al silencio; la asunción de las cosas como si fueran personas; la unión del poeta con la naturaleza, junto a otros seres, la fuerza y la vivacidad de la palabra, la búsqueda de la profundidad, pero no filosófica, sino física. El libro declara la forma en que el todo puede ser la nada, frente a quienes declaran que el ser y la nada se encuentran en oposición].

      La obra de Peru Magdalena suena a pequeña, a fijarse en pequeños detalles que la voz poética del autor convierte en señales de alegorías de la realidad. En Argia su estética se refuerza. Es un libro en torno a la luz. Un solo tema desarrollado de forma impecable, con una amplia perspectiva sobre la luz como forma simbólica de la vida. El autor juega con la ironía en un paratexto en el que señala que el libro es luz, y ofrece varios sentidos de la palabra «Ligth»: [«1. Luz/la luz, dar luz, encender. 2. Encender. 3. Leve, sutil, fino. 4. Contento, alegría. 5. Irónico, sin seriedad. 6. Bombilla, lámpara. 7. Algo de pocas calorías»]. Y entre serias y veras construye un profundo sentido de la vivencia y de la hermosura de la visión en cinco secciones que se unen en una coherente semántica: a) la cera de la poesía, b) la gran nevada, c) hacia el este, d) la luz y e) «argizakiarenak» los poemas de la cera, palabra que en su interior mantiene un juego de palabras entre «argi», luz, y «gizaki», persona. Son, como todo en el libro, los poemas de la luz que se ha convertido en persona o de la persona que se ha convertido en luz.

Jon Benito (Zarauz, 1981)
Jon Benito ha publicado dos libros de poemas: Aingurak erreketan [Anclas en los ríos] (2001) y Bulkada [Impulso] (2010) que fue finalista en el Premio Nacional Miguel Hernández de Poesía Joven que impulsa el Ministerio de Cultura. Jon Benito, que no publica desde esa fecha, apareció en el sistema con 20 años como una voz de seguros acentos.
     
Era importante su conciencia social: esa ancla que fuera de sitio, en un río, marca la importancia de permanecer en unos ideales sociales, pero su voz de ha decantado siempre por mantener intacto el impulso erótico que crea las condiciones de una poesía de largo aliento.
     
Es uno de los pocos poetas de este tiempo, a pesar de que desgraciadamente mantiene un prolongado silen- cio, que ha merecido un trabajo extenso que analiza su obra, el de Irati Jiménez (2019), que compara su poesía a la de Gabriel Aresti, por su claridad de lengua, por su conciencia social y por el doble viaje que se presenta en sus textos entre el itinerario del yo al nosotros y del nosotros al yo. Pero ese viaje hasta la conciencia social mantiene un paralelismo que va desde el mundo íntimo y personal del personaje poético hasta la descripción de un extenso mar.
     
Pero frente a la lectura social de su poesía, puede también observarse, que Jon Benito prefiere los poemas que hablan de una experiencia erótica que va creando una expresión de desvalimiento.
      Lo que define su poesía es una gran voluntad de alegoría. En cualquier momento, como en esa fotografía de familia que aquí se presenta, la voz poética, a veces desde un timbre de voz nada grandilocuente, muy pegado a la experiencia, reproduce en una reflexión que va girando y profundizando hasta llegar a la alegoría de la familia. Estoy convencido de que una de las bases emocionales en sus textos parte de un contrapeso entre una elaboración poética basada en estructuras muy simple, y la composición de un mundo interior de rica complejidad.

Ione Gorostarzu (Berástegui, 1984)
Ione Gorostarzu ha publicado dos libros de poemas: des egiten [des haciendo] (2012) y Ez da erditzea [No sólo es par(t)ir] (2019), dos libros de diferente factura. El primero elabora elementos y temas que se desarrollan en el segundo, pero con una tendencia a los juegos conceptuales, el segundo cuenta una historia vital.
des egiten [des haciendo] parte siempre de las experiencias vitales, como una pequeña canción infantil, la mirada sobre la realidad, una costumbre para reflexionar desde la paradoja desde la otra mira que des-hace lo pensado sobre la existencia de una mujer que habla de su propia experiencia vital, como creadora. Amor, sexo, muerte componen el triángulo sobre el que se sostiene su recorrido. Una poesía de expresión de mínimos, poemas breves e intensos, donde destaca siempre un final que sorprende al lector, pues des-hace lo que propone el poema. O formula la opi- nión general. Poesía de la experiencia y del desencanto, que se abre con un poema que define la experiencia poética como una expresión el yo: «Ene izatea/ egin nahi dizuet opari»[Quisiera regalaros / mi ser]. Pero un ser plural, que se define veces, como cuerpo, a veces como sentimiento de creación de una conciencia atenta sobre los efectos del exterior sobre una persona.
     
En este libro hay dos poemas que abren un puente hacia el siguiente. Uno dice: «Baina ni, izan, ni naiz/ eta izango/ gorputz bat olerkiz jantzirik/ edo poesia larruazal bildurik» [Yo soy, por ser, yo/ y seré/ un cuerpo vestido de poesía/ o una poesía recogida en una piel]. El otro apunta a una de las claves que se desarrolla de manera más extensa y fructífera en su segundo libro: «Erditu zaitut/ erdi(bi)tu gara/ eta hemendik aurrera/ -gustatu, ez gustatu-/ ni ni naiz/ eta zu, zu» [Te he parido/ hemos par(t)ido/ y desde ahora/ -nos guste o no nos guste/ yo soy yo/ y tú, tú].
     
Ese juego entre parir y partir (a la vez partirse en dos) es la clave sustancial de una historia total que se cuenta en Ez da erditzea [No sólo es par(t)ir]. Un libro que se puede leer como una historia, como un constructum que atiende a lo ficcional, desde el enamoramiento y la pasión, el parto de los hijos y la conversión en madre, y la con- versación con la madre, con sus diferencias y sus confidencias, hasta la muerte de esa madre que se quiere y se constata diferente. Ione Gorostarzu cuenta una historia en carne viva donde la experiencia de mujer, amante, madre e hija completa un ciclo de experiencias. Resulta su libro más cercano al feminismo y a la conciencia de una persona compleja, que parte de una poesía casi narrativa para dese los pequeños detalles alcanzar elementos simbólicos que no se olvidan en la memoria del lector.
     
Ione Gorostarzu recrea desde el ámbito privado una poética de la conciencia social.

Iñigo Astiz (Pamplona, 1985)
En la más que escasa aparición al exterior de los poetas que forman el corpus de trabajo, puede citarse el caso de Hasier Larretxea, que publicó una obra en las dos lenguas, euskara/español:Azken bala / La última bala en Sevilla, y la traducción de su libro Atakak (2011) al castellano de Barreras (La Garúa, 2013). Su obra apareció en SUROESTE 9, por lo que podría considerarse redundante volver a publicarlo aquí. Además destaca la difusión de la obra de Iñigo Astiz, que ha presentado su montaje poético «Hondakindegia» en Berlín basado en su primer libro de poemas Baita hondakinak ere [También las ruinas], con la colaboración de Mikel Ayerbe, y «Högeitavat» con el mismo colaborador, fundamentado en un texto de su segundo libro Analfabetoa [El Analfabeto].
      Su primer libro de poemas planteaba la aparición del rostro de la historia en el sujeto poético. El poeta y crítico Igor Estankoa fue elocuente al señalar algunos de los efectos de la poesía de Astiz:

«Harrapatu egiten du irakurlea bere tonu etengabe grabearekin, eta poema amaitu eta iraun egiten du halako nostalgia indartsu batek, iraun soiltasunagatik, iraun, harritu egiten zaituelako oharkabean aurrean jartzen dizun ispilu horrek. [...]Astizen ametsak poesia dira, baina istorio luze bat bezala iristen zaizkigu, kontakizun intimo baten antzera, ipuin mingots txikietan diosku argonauta dela mundu arrotz eta erdipurdiko honetan». (2012).
       [Atrapa al lector con su tono grave y una vez terminado el poema queda una nostalgia intensa, queda por la singularidad, queda porque sorprende ese espejo que te pone por sorpresa ante ti [...] Los sueños de Astiz son poemas, pero nos llegan como largas historias, como una narración íntima, en sus cuentos agrios nos cuenta que es un argonauta en esta mediocridad].

      Algo parecido sucede en Analfabetoa título que juega con la posibilidad de que la palabra pueda ser adjetivo, [El analfabeto], como sustantivo, aquello que es lo contrario al alfabeto, [El Analfabeto]. 
      En los textos un sujeto juega con la perplejidad que le produce aquello que contempla, sean elementos de claro carácter culturalista, un texto antiguo, una marca geográfica o que tienen que ver con la realidad más prosaica, con un atardecer, o con una pareja que pasea. A la mirada atenta se une la composición de un poema que juega con la ironía y la paradoja, que en un final sorprendente deja en suspenso cualquier sombra de seguridad.
     
Por eso el yo poético resulta ser un analfabeto que no puede leer la realidad. Destaca el importante último poema del libro, «Hogeitabat» [Veintiuno], donde dos versos marcan la autopoética del autor. La poesía es «miresmenerako eta beldurrerako materiala» [una materia para la admiración y el miedo], y «Gure baitara heldu da amildegia» [El abismo ha llegado a nuestro interior]. La voz poética se basa en una mirada que tiene en cuenta la admiración por lo real y la creación de un mundo frágil (que nos lo cuenten ahora que escribo esto en un confinamiento) donde solo queda la lectura personal interior de un mundo, que puede romperse en un momento.

Beatriz Chivite (Pamplona, 1991)
La vivencia literaria de Beatriz Chivite comenzó en 2012 con el Premio del Ayuntamiento de Pamplona a Pekineko kea [Smog de Pekín], que retrasó su publicación hasta 2017. Posteriormente el año 2014 se publicó Metro, que se había publicado por haber ganado el Premio Ernestina de Champourcin de ese año. Además ese libro fue galardonado con el Premio a Poeta joven Lauaxeta de la Diputación de Bizkaia en 2015. En 2016 le fue otorgado el Premio Blas de Otero del Ayuntamiento de Bilbao por Biennale (2017). Tres libros, tres premios, en tres ciudades (Pamplona, Vitoria, Bilbao) con libros escritos sobre tres ciudades (Pekín, Londres, Venecia). El año 2019 publicó su cuatro libro de poemas que esta vez no proviene de un Premio. Una estancia en Eslovenia produjo Mugi/atu [Móvil/limitación], un poemario sobre la emigración y las fronteras.
     
Beatriz Chivite ha residido en los lugares y ciudades que sirven de anclaje a sus poemas. Salió muy pronto de Navarra para estudiar el bachillerato en Italia. Se trasladó a Londres para cursar Arte y Literatura Oriental, estudios que le llevaron a Nepal y a Pekín, donde escribió su primer poemario. Su residencia en Londres da lugar a la escritura de Metro, y sus estancias en Venecia con motivo de la Bienal de Arte, donde trabaja de forma precaria como becaria del Pabellón de Estados Unidos produce Biennale.
     
La estética de Beatriz Chivite se centra en una estricta interpretación del haiku. Considera que su cultivo no se limita a una utilización de una estrofa breve, sino a la captación del momento del movimiento, al instante en que se produce un cambio de estado. La poeta define «Niretzako poesiak irudiak dira» [Para mí la poesía son imágenes].
      Pekineko kea [Smog de Pekín] resulta ser un primer poemario de tanteo. Allí el sujeto poético se va definiendo en un duro contraste con la realidad de Pekín. La voz poética busca la armonía en medio de la dureza del paisaje humano y urbano. Metro se ha convertido en el libro menos conocido de la autora y, sin embargo, consigna de manera veraz esa ambición de recoger el cambio en la rápida mirada del Metro de Londres, donde en brevísimas imágenes se recogen las mínimas relaciones de los pasajeros y se fantasea sobre la vida de esos pasajeros que se describen en una ráfaga de tiempo. Un canto a la intemperie y al desasosiego. Biennale construye un diálogo entre literatura y arte, en un ambiente esteticista. Mugi/atu [Móvil/limitación] representa el ánimo de la esperanza de llegar a Europa, pero a la vez refuerza el dolor del límite y la frontera.   
      Beatriz Chivite ha construido una poesía de la extraterritorialidad, que atiende a la nostalgia de lo que se ha dejado atrás, pero a la vez, resulta una poesía muy atenta a las condiciones sociales adversas que la mirada de la poeta encuentra en su cotidianeidad.
      La obra de Chivite es una de las pocas que ha conocido una traducción a otra lengua. La editorial papeles míni- mos de Madrid prepara una antología de su obra traducida al español y al gallego en colaboración con la editorial gallega Chan de pólvora que se ha titulado En las ciudades (2020).

BIBLIOGRAFÍA

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