Eduardo Moga

Fundación Ortega MuñozPoesía, SO7

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JORGE MARTINS
O destino das formas, 2011

EDUARDO MOGA

[TIEMBLAN TUS PUPILAS…]

Tiemblan tus pupilas [también tienen esfínter] como tiembla
la noche,
y mi mano huérfana adereza tus lágrimas [las lágrimas permitieron a Alexander
Fleming descubrir la lisozima en 1922]vertiginosas
                        en el hueco apresurado
de tu nombre.
                            Me oyes aunque calle,
aunque desguace la luna que nos araña
con el buril genital del grito.
Y yo te oigo a pesar de que tus mucosas [epitelio y tejido conjuntivo laxo subyacente]se interponen entre el tiempo y la tristeza,
y balbucean, irisadas [las irisaciones se producen cerca del Sol: a menos de 10 grados
de distancia angular se generan por difracción, mientras que a distancias angulares
mayores se generan por interferencia] de torpor,
como balbucea el cervato [también gabato en
Andalucía] ante la nada.
Óyeme en la trepidación del mundo,
pájaro de nudos
y fecundidades, porque ríes
con el dolor del heliotropo [Chrozophora tinctoria] y te viertes
en las alturas; suéñame para redimirme,
para ser oblación [no debe confundirse con ablación o ablución; «cuando alguna
persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual
echará aceite y pondrá sobre ella incienso » (Levítico, 2, 1; traducción de Casiodoro de
Reina y Cipriano de Valera)] de tus manos buenas,
cielo de barro, luz
contra la insuficiencia.
                                           Óyeme y tráeme a mí
donde tú estés, sea este silencio sin ruido,
o la disgregación que te construye,
o la agonía [αγωνία: sufrimiento extremo] de los minutos embravecidos
como clavos.
Tu oscuridad es mi muerte.
Tu no ver me ciega. Reposo en tu ausencia
como la alondra [Alouette, gentille alouette, / alouette, je te plumerai. / Je te plumerai
la tête, / je te plumerai la tête, / et la tête, et la tête, / alouette, alouette, / oh, oh] en el
alambre que sobrevuela
el albañal. Me inclino para recoger
tu fuego: te apartas como agua
amputada; te recluyes en el plantío
de la indolencia, para la que carecemos
de antídoto [no hay antídoto conocido para el envenenamiento por fenobarbital, ni por
aconitina, ni por la tetradotoxina del fugu, ni por la batracotoxina, un alcaloide
esteroideo liposoluble tóxico secretado por el tegumento de las ranas del género
phyllobates y dendrobates y algunas aves (pitohui, ifrita kowaldi, colluricincla
megarhyncha)]. Ahí,
en la destemplada mudanza de las cosas,
encuentro un labio que ha sido tuyo,
un río en el que te desangras y, a la vez, prosperas,
y ahí, en el tatuaje [en Grecia y Roma el tatuaje se utilizaba para marcar a los
criminales; en la Alemania nazi, a los prisioneros de los campos de concentración] de la
desaparición,
que te adorna como un satélite [pastores y troyanos],
encuentro el rapto que me desnuda, que me revela,
el ensimismamiento de tus desfiladeros [abertura angosta y alargada formada por la
erosión fluvial antigua en terrenos generalmente calizos o kársticos]y mi salvación.
                               Orillas la vejez cuando me miras
y haces el mismo camino que mi sombra,
delante de mí,
antes que yo, como una tiniebla
enfurecida de carne,
                                     entusiasta
como el semen [la ingesta de semen no es nociva, a menos que el emisor padezca una
enfermedad infectocontagiosa; a algunas personas les sabe dulce y afrutado, debido a
sus proteínas alcalinas. Y el aroma puede ser muy intenso] que te regalo
en el beato equinoccio [ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o 23 de
septiembre]                                              de los cuerpos.
He mordido tu hiel [bilis] y me ha sabido
a pan. Tu ahínco es el signo
de la inundación y el piafar
de la oropéndola [the Eurasian golden oriole or simply golden oriole (Oriolus oriolus)
is the only member of the oriole family of passerine birds breeding in Northern
Hemisphere temperate regions].
                                     Recórreme
cuando llore, y dime si algo ha
brotado de mi hastío. Dime, tras
oírme, si he mudado de piel,
o si son otros mis párpados [el calacio es el resultado de la inflamación crónica, o
lipogranuloma, de una glándula de Meibomio], o si el sol
se refugia antes en mis axilas [en botánica se denomina axila al fondo del ángulo
superior formado por el pecíolo, o al ángulo de encuentro de dos nerviaciones, o de la
lámina foliar o el pedúnculo con el eje o tallo que lo lleva]que en el horizonte.
                                        Abrázame
con la devastación de tu lengua
y muda mi insomnio [A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro, / y paso largas horas oyendo gemir
al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna. / Y paso largas
horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como
la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla]: que sea ahora
una larga meditación de ti,
sostenida en el suelo cartilaginoso [hialino, fibroso, elástico]de tu lejanía,
en la bruma salitrosa [KNO3 y NaNO3]de tu insolencia.
Hallo en tus hormigas [las reinas duermen 90 veces, hasta un total de
nueve horas, e incluso podrían soñar; las obreras hacen 250 siestas de un minuto],
que surgen de las ingles como fosforescencias [algunos minerales tienen propiedades
fosforescentes: su luminiscencia se explica por la presencia de iones de elementos de
las tierras raras en su estructura] anómalas,
una afirmación sin error.
Y escribo con ellas, tinta [medias tintas, cargar las tintas, de buena tinta, sudar tinta,
tinta china, tinta de calamar]de ti,
este poema en el que la luz y la oscuridad
se asedian y se entrecruzan,
se deducen una de otra,
mueren una en otra,
como yo muero sin ti,
                                             en ti.
¿Por qué umbría habré de peregrinar para alcanzar
tus antorchas? ¿Qué espinas deberé
acariciar para que tu vientre
sepa a sol, sea el sol? [Ma seule étoile est morte –et mon luth constellé / Porte le soleil
noir de la Mélancolie]                                             Ahí está a lo que renuncio
y lo que embisto. Ahí están
las astillas enloquecidas de los
días, que se suceden como flechas
que no alcanzasen su objetivo
y, sin embargo, mataran,
                                          besaran.
Ahí están tus pechos [en las sociedades occidentales tecnológicamente desarrolladas,
muchos varones se sienten atraídos por los senos de gran tamaño; otros, sin embargo,
los prefieren más pequeños, aunque turgentes y firmes], limpios de acedía,
horros de pesadumbre. Y
ahí estás tú, sin yacer, sin cesar,
emisaria de ti ante un reino
incomprensible, hija de lo que me constituye,
de lo ajeno pero entrañado,
de lo innecesario aunque esencial.
Miras como la hiedra [la inmortalidad, la sobriedad, el ciclo de la vida, la muerte y el
renacimiento, la fidelidad, el demonio, la cruz].
Respiras contra mí, y crezco.
Cuando sobreviene el mal, esparces
tu escarcha [escamas, agujas, plumas o abanicos] ardiente, tus esporas [plantas,
hongos, algas y protozoos]de estaño [sufre la peste; grita], por las geometrías
                                        que me cercenan.
Se quiebra lo invisible y enmudezco,
pero tu savia [no es látex, cerumen, resina ni mucílago; se compone de agua, azúcares,
fitorregulares y minerales disueltos; la transporta el floema de forma basípeta] me
derrota
y renazco.
                     (Renacer es morir al revés,
sombra que se deshila
y de pronto se ensoga, mutilación
que agrega.
La sinrazón alcanza el tuétano [el osobuco es un guiso preparado con jarrete de
ternera, corte transversal del corvejón de la res, en rodajas de gran grosor y sin
deshuesar. A menudo se sirve acompañado de arroz a la milanesa]y lo mella,
                     pero lo que callas
me cicatriza: quietud que sana,
como la ajedrea [Satureja montana: perennifolia, semileñosa, subarbustiva, de hojas
opuestas y oval-lanceoladas]                                o la tormenta).
Óyeme cuando peno.
Dame tu insumisión y tu latido.