Ana Merino

Fundación Ortega MuñozPoesía, SO4

ANA MERINO

EL AMIGO INVISIBLE

Se equivocó
al dejarse llevar por la textura
de los regalos envueltos
en papeles de seda.

Sólo podía pensar en los jabones perfumados
y en esas cremas
que prometen volver secretas las arrugas.

Radiantes capas de colágenos
como una gelatina de escamas,
como una macedonia de frutas con demasiado almíbar.

Era el alma del espejo,
privilegiado espectador de la belleza
quebradiza en el gesto
profundo de unos ojos pintados
que se observan sin verlo.

El ritual sereno de las sombras,
el contorno rizado que extiende las pestañas,
las yemas de los dedos queriendo modelar
la piel de las ojeras.

El rostro sin edad del maquillaje denso,
el polvo mineral, el colorete, la luz cálida de los focos
y el amigo invisible creyéndose importante
desde el cristal plateado de su celda.


LA SEMILLA ESCONDIDA

No fue espuma de mar
aunque su madre se fraguó en la belleza de las sombras
y quiso que ella tuviera
el gesto de la dicha cuajada en la sorpresa.

El amor imperfecto
no pensó en las semillas
ni en el fruto que crece
ahuecando la luz de los secretos.

Fueron meticulosos al saber que vendría,
que su aliento era un pálpito
mecido en el engaño.
Eran tiempos sin dioses,
ya nadie los guardaba del odio visionario
que obligaba a esconder a las mujeres.

Nació con el estigma
del sexo florecido en la rosa perfecta,
y en su rastro brotaron
pedazos diminutos de musgo esperanzado.

Sálvanos de este mundo, le pidieron las almas
creyendo que podría redimir el ocaso de las vidas perdidas.

Sálvanos le pedían los animales muertos
desde el tuétano viejo de sus huesos.

Sálvanos repetían los troncos de los árboles
ahogados en la sed de las termitas.

El vacío que dejan los instantes vividos
buscaban su presencia
para reconocerse en su extraña ternura
ajena al epitafio
que bordaron las leyes con su nombre.


PARTÍCULA DIOS

El umbral del deseo desconoce la materia,
el anhelo absoluto de su fuerza secreta,
partículas invisibles que tratan de envolvernos,
sumergirnos en vidas paralelas
que se quedan sin aire,
y confunden el cosmos con la rabia felina
de los que tienen miedo.

A Dios se lo encontraron
perdido en la sustancia
que habita en los comienzos,
desmemoriado y frágil
tuvieron que esconderlo
en un contenedor de contrabando
y vender su existencia
con la imaginación de los profetas
que predican la estela de un enigma sencillo.

Eclosionó el instinto
en esa efervescencia de los adolescentes
que creen en el amor y se desnudan
buscando el universo con sus cuerpos.

Eclosionó voraz como una primavera
de lluvia en el desierto,
y Dios no pudo ser partícula divina
se quedó para siempre abrazado al deseo.


MIS DESENGAÑOS

Creí que eran mías las palabras
con su idea incrustada
en el paladar que traga la saliva.

El despertar de cada tono
volviéndose niebla
en ese amanecer ajeno
de intuiciones caprichosas y cartílagos.

En la boca se mastican
todas esas cosas que nombramos
para que se parezcan al primer pensamiento,
pero en ellas se condensan
amarguras que nos confunden.

Interpretar el instante desde la geometría
de aquellas decepciones
que mezclan sus texturas con hidrógeno y pena
y explotan en nosotros:
artificios de luz equivocada.