TRADE MARK – A. M. Pires Cabral

Fundación Ortega MuñozEscaparate de libros, SO9

ELOISA ÁLVAREZ

TRADE MARK
A. M. Pires Cabral

Livros Cotovia, 2018.

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Si algún marchamo permite identificar el conjunto de la obra del escritor transmontano António Manuel Pires Cabral (1941), activo promotor cultural del norte de Portugal, es, precisamente, la de recrear cánones literarios instituidos: con su libro iniciático O Diabo veio ao enterro, mostraba ya el poder de su imaginación, superaba una perspectiva de narrativa meramente fantástica para configurar una verdadera crónica transmontana e incitar a la configuración de un eventual argumento fílmico. De la misma manera que con su penúltimo libro de poemas –Singularidades (2018)– ha recreado el realismo tradicional por medio de la composición de situaciones y personajes más allá de los estereotipos tradicionales portugueses, a partir de la especificidad psicológica de los seres que transitan por sus páginas o por la comicidad de las encrucijadas en que se involucran, sin por ello perder el sello identificador de lo genuinamente nacional.

  Con TRADE MARK, su última publicación de poesía, formada por diecinueve composiciones, se inserta A. M. Pires Cabral en el mundo de la novedad de adopción de utensilios domésticos, de mecanismos analógicos, retrocediendo a épocas pasadas, en ese proceso en que el paso del tiempo sustituye al objeto en sí, por su denominación mercantil, relegando ese valor de marketing que podría irradiar.

  Marcas comerciales, en su mayor parte adoptadas y reconocidas también por la sociedad española, trasladan ahora al mundo de la palabra lo que en el de la pintura –dentro del movimiento pop– había realizado Andy Wharhol con sus Marilyns o sus latas de sopa Campell : la magnificación de la cotidianeidad de nuestra sociedad de consumo.

  Pero, además, desfilando en los poemas destellos autobiográficos afectivos infantiles y adolescentes, regiones que el poeta evoca con frecuencia: presencia de los padres, nostalgia del primer afeitado y de la tos provocada por aquel primer cigarrillo, recuerdo, resurrección, encuentro erótico, y, sobre todo, dos constantes del mundo de António Manuel: la sonrisa bienhumorada, la alegría de lo vivido y la humanización perenne de su entorno, a través de marcas como la Parker 21, el Morris Cooper S, los preservativos Durex, las sales de fruto Eno, las Selecciones del Reader´s Digest, la Harley- Davidson, las latas de levadura Royal

  Los 19 poemas de que consta el libro aparecen precedidos de una cita de los “Perfiles autobiográficos”, de Camilo Castelo Branco (“Recordamos más todo lo que es de la infancia cuando la vida ya se nos va a pique”) y de unos párrafos del poeta en que explica su decisión de metamorfosear en palabra sus recuerdos que gravitan principalmente en torno a la niñez. Una niñez a la que siempre dota de magia.

  Abre el libro un ANGLIA FASCINANTE, con los motes afectivos que le dedicó y la inevitable nostalgia de la sustitución de su primer vehículo y su respectivo e irreverente apodo:

  […]Me llevaste a sitios a los que nunca he vuelto, ni tengo la intención de volver […]. Le cediste sin rencor ni escenas de celos/ tu sitio al Toyota Corolla […]/ Fuiste un gran compañero de muchas horas. […]./ Por todo eso, mi bueno y servicial –“¡Vamos, coño”– /Que Dios te tenga en buen chatarrero para tu desguace.” (pág. 14).

  A lo largo de la obra, sorprendentes metáforas van acompañando el fluir de los días del autor, como esa brillantina de la adolescencia para fijar el “pelo insurrecto”.

  Y cerrando el libro, un conmovido réquiem por el primer reloj de muñeca regalado por su padre en la pubertad y cuya saudade todavía hoy hace humedecer sus ojos.

  De hecho, la primitiva muestra de su caudal imaginativo lo han confirmado ya los cinco premios literarios recibidos hasta ahora (ver Suroeste, 8, pág. 224) y otorgados a varias de sus vertientes creativas.