Manuel Forcano – Estàtues sense cap

Fundación Ortega MuñozEscaparate de libros, SO4

monserrat marsal perernau

ESTÀTUES SENSE CAP
Manuel Forcano

Barcelona, Proa, 2013.

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Manuel Forcano (Barcelona, 1968) es una de las figuras más destacadas del actual panorama poético catalán. No por azar, pues, este doctor en Filología Semítica y traductor de hebreo y árabe está presente en Six Catalan Poets, antología realizada por el profesor Pere Ballart y publicada recientemente en el Reino Unido. Su último poemario, Estàtues sense cap, llega avalado por sus anteriores Les mans descalces (1992), D’un record a l’altre (1992), De nit (1999), Corint (premio Jocs Florals de Barcelona 2000), Com un persa (2001), El tren de Bagdad –por el que obtendrá el galardón poético más importante de las letras catalanas, el Carles Riba, en 2003– y Llei d’estrangeria (2008).
Dejó escrito Lawrence Durrell en Justine, primera entrega de El cuarteto de Alejandría, que “Una ciudad es un mundo cuando ama- mos a uno de sus habitantes” y tal vez sea éste el mejor resumen de Estàtues sense cap porque, en sus cuarenta y nueve poemas, se rememora la vivencia, esencialmente amorosa, del poeta en la ciudad del Cairo. El libro se divide en dos secciones. La primera, titulada “La casa de la felicitat” (sintagma tomado de un fragmento de los Viajes de Ibn Battuta que sirve, además, de epígrafe), hilvana piezas ligadas exclusivamente al recuerdo de una antigua relación sentimen- tal, mientras que la segunda, “El penell dels meus dies”, aglutina composiciones de temática algo más heterogénea y de tono más reflexivo. El ejercicio de revisitación poética del Cairo convierte el volumen en una guía íntima de los “sitios de interés” del sujeto lírico en la ciudad egipcia. “Usted ya estuvo aquí” le dice el mapa a todas horas y, de entre sus pliegues, asoma el relieve de una cartografía sentimental superpuesta.
Estàtues sense cap sigue las mismas coordenadas que los ante- riores libros de Forcano, desarrolladas especialmente a partir de De nit. Sus poemas son breves (sólo en El tren de Bagdad ha cultivado el barcelonés –con excelente resultado– el poema río), depurados, esenciales, y están escritos, sin excepción, en verso blanco, algo que declara Forcano haber tomado de una de sus mayores influencias, Joan Vinyoli, de quien este 2014 se celebra el centenario de su naci- miento. Temáticamente, son el resultado de tejer incesantemente las hebras del amor y del deseo (y de sus contrarios, tanto o más impor- tantes); de la memoria y el recuerdo, auténticos motores líricos, y del placer del viaje hacia latitudes orientales. Pero, si bien las paredes maestras son las mismas, Estàtues sense cap se individualiza por el hecho de estar construido igual que una gran muestra arqueológica. “Com un país que excava / els seus jaciments arqueològics / i sense pudor té les runes del seu passat al descobert, / així has parlat de tu”, se espeta a sí mismo el yo lírico en “Durant un temps”. Visitantes de un museo de historia antigua, al leer estos poemas interpretamos vestigios y conectamos fragmentos hasta aventurar cómo vivieron, cómo desearon y, finalmente, qué fue lo que acabó con esas gentes que se creían, en su insignificancia, inmortales. El acto de convertir los recuerdos en poemas –en piezas sólidas, pero inmóviles, encerra- das y expuestas entre cuatro paredes de vidrio– salva de la quema del olvido aquello que por un tiempo fue: “No sé què se n’ha fet de tu. / T’he perdut el rastre com una obra antiga / [...] Sí sé què se n’ha fet de tu: / poema” (“Poema”). Pese a todo, no esconde Forcano que memoria y olvido son algo imposible de dominar, que demasiado a menudo se nos borra el detalle amable y pervive tenazmente la esce- na amarga y el dolor, escondidos en el ángulo muerto del retrovisor de la memoria, listos para asaltarnos.
Como también lo son sus poemarios anteriores, Estàtues sense cap es un ejercicio sensual y delicado, habitado por un sujeto lírico que, de la mano de un culturalismo vivencial sostenido por la presencia numerosa de epígrafes, referencias, citas e intertextos literarios, intenta lidiar con el vacío que sucede siempre a la fusión amorosa; “tot es redueix / a la voluntat de no ser sol, / i, durant un temps, / al miracle de ser dos”, concluirá resignado en “Durant un temps”. Frente a la contemporaneidad fungible que para Forcano encarna Occidente, se busca refugio en la trascendencia amorosa oriental de la mística sufí, tradición que el barcelonés conoce bien. Entonces, el goce epidérmico deviene algo profundo, un camino de perfeccionamiento y salvación.
Mucho en Estàtues sense cap resuena a Konstandinos P. Kava- fis, otra de sus influencias indiscutibles y no sólo en este libro: la inclusión de personajes y episodios históricos como correlato de la vivencia íntima (en “Diodor de Sicília, s. I aC”, “Pau de Samòsata” o “Els temps antics”); las calles y tabernas egipcias, la pobre pero paradisíaca habitación de los amantes (escenarios privilegiados en “Monofisisme”, “Taverna” o “Segons el mapa”); el uso deliberado de medios expresivos “pobres” –recuperamos aquí la definición dada por Joseph Brodsky del estilo del poeta neogriego–, y, finalmente, el imposible retorno de lo que el paso del tiempo ha destruido.
Late semioculta también en su concepción del poema una des- lumbrante –y de obligada lectura– generación de líricos hebreos mo- dernos: Yehuda Amikhai, Pinkhas Sadé y, en menor medida, Ronny Someck, a los que, para nuestro goce, Forcano ha traducido al cata- lán. Como ellos, también nuestro autor renuncia al canto de grandes epopeyas públicas para entonar la loa de la historia mínima, de la vida particular, pequeña.
Tal vez sea esta heterogeneidad y originalidad de influencias –de Joan Vinyoli y Josep Piera a los clásicos grecolatinos; de los místicos árabes y persas a Pinkhas Sadé o Yehuda Amikhai– lo que mantie- ne a Forcano a salvo de caer en un único registro ensimismado y, venturosamente, lo aleja del riesgo de convertirse en una más de las incontables voces egotistas que pueblan el edén lírico catalán.