Hojas de Madrid con La Galerna – Blas de Otero

Fundación Ortega MuñozEscaparate de libros, SO1

BLAS DE OTERO, POETA DE LA DURACIÓN

MARTÍN LÓPEZ-VEGA

HOJAS DE MADRID
CON LA GALERNA
Blas de Otero

Madrid, Galaxia Gutenberg, 2010.

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En la discusión, tan de moda, sobre si el primer poeta “moderno” (sea eso lo que sea) español fue Juan Ramón Jiménez o Luis Cernuda, probablemente Blas de Otero hubiera terciado a favor de uno distinto: Antonio Machado. Machado, alumno que fue de Bergson en París como Ungaretti o Eliot, supo adaptar a la música de la tradición española las ideas sobre la fugacidad detenida y la suma de instantes como punto de fuga que el filósofo francés puso en circulación y que tan fecundas fueron en la poesía de principios del siglo XX. Luego vendrían otras modas, pero esas ideas, germen de un modo de entender el poema, permanecieron. Blas de Otero fue, de los poetas de posguerra, quien mejor supo entender y continuar la lección de Machado. No faltan, de hecho, los homenajes en su poesía, tan llena de versos ajenos usados como propios (probablemente sea Blas de Otero el mejor maestro de este tipo de collage perfeccionado). En “Palabras reunidas para Antonio Machado” dice llamar a sus raíces “oyendo el lento ayer:/el romancero/y el cancionero popular; el recio/son de Jorge Manrique;/la palabra cabal/de fray Luis; el chasquido/de Quevedo”.

El caudal más limpio de la poesía española, el más alejado de la retórica vacua. Ese buscó Blas de Otero en Machado y más allá como el propio Machado buscó. El libro que por fin llega a nosotros (y que en realidad son dos libros) tiene algo de mítico. Conocíamos poemas adelantados en revistas y antologías, pero como quedó inacabado y muchos de sus poemas multiplicados en variantes, han tenido que pasar más de treinta años desde su composición para que por fin llegue a nuestras manos. Y lo ha hecho de la mejor manera posible: Sabina de la Cruz, viuda del poeta y editora de este volumen, ha optado por ofrecer el libro limpio de farragosas notas, como si este libro fuera lo que es, un primera edición y no un curiosidad erudita. En él encontramos al mejor Blas de Otero, al que ha madurado su estilo que es un des-estilo: repleto de juegos con el lenguaje, de citas encubiertas cuando no de bromas a la tradición (“Se me ha acercado una niña, y me ha preguntado: ¿Qué es la poesía?/Y yo le he contestado: La poesía eres tú cuando tengas once años más”), de neologismos (“Un apartamento frailuisiano”), y también de un coloquialismos poético que funciona muy bien, ajeno a la palabrería excesiva, pero no pobre, sino exacto. Si Antonio Machado fue el primer poeta moderno español probablemente Blas de Otero fuese el único de su generación capaz de jugar en las ligas internacionales, maestro como era en el poema capaz de recrear un ambiente que es a la vez una época, capaz de recrear el instante que sabe a destino. Un poema como “El obús de 1937”, por poner un único ejemplo, debería figurar en cualquier antología de la poesía universal del siglo xx. Comienza diciendo: “La cocina es lo más surrealista de la casa” y avanza: “Una bombilla amarilla ilumina la dostoyevskiana cocina./ […] Hoy recuerdo aquella cocina como un santuario, algo así como Fátima con carbonilla”. Se anuncia pronto la poesía completa de Blas de Otero. De momento Hojas de Madrid con La Galerna es uno de los libros mayores de nuestra poesía, y podemos leerlo como si fuera un libro nuevo.