GABRIEL MAGALHÄES
DUELO POR UN GATO
Miquel Escudero
Click Ediciones, 2018.
La llamada “animal fiction” es en la literatura casi intemporal, y al mismo tiempo intensamente contemporánea. Uno puede citar las fábulas de Esopo o las de La Fontaine, pero también el asno Platero, de Juan Ramón Jiménez, el perro Flush, narrado por Virginia Woolf, o el libro Bichos, de Miguel Torga. Se trata en el fondo de una inmensa arca de Noé construida por muchísimos autores brillantes, creadores de animales entrañables. En este ilustre jardín zoológico literario acaban de ingresar los mininos Falcó e Isis, a través de la pluma de Miquel Escudero, autor de Duelo por un gato, una obra editada en forma de libro electrónico por Click Ediciones, un sello de Planeta.
El libro impresiona, en primer lugar, por su absoluta autenticidad, su pulcra exactitud, su honradez narrativa. Escudero es profesor universitario de matemáticas y, de algún modo, su estilo resulta algébrico: limpio, preciso, dando siempre en la diana de la verdad. Aunque se trata de una novela, el lector se deja arrastrar por un texto que parece más un testimonio personal que una ficción. Las buenas novelas transmiten siempre este impacto de semejanza con lo real, y Duelo por un gato posee esta valiosa característica.
No obstante, esa escritura cristalina de Escudero no es fría ni aséptica. Al contrario, rebosa una contenida emoción, que late en sus páginas. La primera persona que asume el narrador significa precisamente esa apuesta por el lado más emotivo, también presente en el título, en el luctuoso vocablo “duelo”. Sin embargo, la emotividad jamás se transforma en sentimentalismo. El narrador de la obra tiene la valentía de confesar muchos terremotos afectivos y personales, pero la casa del texto, su apostura estilística, por decirlo de alguna manera, jamás se derrumba: siempre se mantiene firme, en pie.
Un libro escrito con precisión, pues, y al mismo tiempo con conmoción. Y, además, un prodigioso ejercicio de memoria: toda la novela se construye como una larga excavación de muchos recuerdos relacionados con el gato Falcó y su compañera Isis, una minina que sólo aparece en el ecuador del relato. Recuerdos del narrador, pero igualmente de varios miembros de la familia que acogió al gato. Por ello, el resultado final es mucho más que la puesta en escena de la vida de un animal. La breve existencia de un minino nos permite avistar varias biografías humanas: la de un padre y una madre en proceso de ruptura, y la de unos hijos, un niño y una niña, que crecen dialogando con su mascota.
En el caso del narrador, el gato se transforma en un catalizador de autoconocimiento, de una reflexión sobre el sentido de toda una biografía humana. El relato de la vida de una mascota tiende, de este modo, a ser la autobiografía de su dueño. Y esa autobiografía, más que un laberinto de íntimas confesiones, es sobre todo un proceso mental, el relato de una evolución intelectual. No sería equivocado afirmar que estamos ante un texto con una rica dimensión ensayística y filosófica. Partiendo de las actitudes de Falcó, de sus sorprendentes reacciones y de algunas travesuras suyas, la voz narrativa se lanza en reflexiones de profundo calado. Esto ocurre en Escudero siempre sin pompa ni circunstancia, pero con hondura. Falcó tiene la resonancia existencial del asno Platero, pero la escritura de Escudero es, por elección propia, escueta, apasionadamente real.
Este encantador libro de Miquel Escudero nos permite, finalmente, comprender mejor las nuevas tendencias de la ficción dedicada a animales. Ya no se trata de los tradicionales cuadros moralistas o de amargas reflexiones sobre la violencia social en clave animal. No parecen interesar tampoco las fantasías desbordantes, excesivas. Creo que la vida de Falcó jamás podría ser llevada al cine por los magos visuales del mundo Disney. También en este terreno de la literatura consagrada a animales, se prefiere hoy en día el testimonio personal, emotivo y verdadero, aunque pueda tener componentes ficcionales.