Tania Martínez Gallego – ¿Un lusófilo «de culto» u oculto? Antonio Pereira en los márgenes del silencio

Fundación Ortega MuñozEnsayo, SO3

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TANIA MARTÍNEZ GALLEGO

PONFERRADA, 1978


¿Un lusófilo «de culto» u oculto? Antonio Pereira en los márgenes del silencio

El hombre es el país, el hombre es también
la distancia que vuelve a ambos irreconciliables.
ANTONIO G
AMONEDA

      La aproximación al complejo mapa de las relaciones culturales ibéricas a través de la literatura siempre ha de ser cautelosa. Portugal y España, a pesar de ser dos naciones vecinas, han aportado apenas pequeños oasis literarios en medio de un gran desierto en su intermitente diálogo cultural. Es tarea urgente tanto de los creadores como de los investigadores, derribar esa antigua muga cultural, abriendo caminos, recuperando datos aislados que ayuden a desenterrar autores y obras que se han preocupado por el “otro”. 
      Por estos motivos de peso, este ensayo presenta la visión portuguesa del escritor español Antonio Pereira, fallecido el 25 de abril de 2009 –coincidencia curiosa–, que aporta un conjunto de textos en los que su vinculación con la cultura lusa se hace más que evidente. Con la recuperación del poeta de sus primeras obras como su olvidado Cancionero de Sagres, publicado en 1969 –único poemario en español íntegramente dedicado a Portugal–, así como el descubrimien- to de varios artículos de prensa y relatos de temática portuguesa se pretende invitar a la reflexión con esta nueva muestra de iberismo o peninsularismo –si se prefiere– de cariz cultural-sentimental y revindicar la figura de Pereira desde el punto de vista de los estudios literarios comparados.1

1 Encontramos tan solo breves comentarios sobre la lusofilia del escritor en artículos sin que este aspecto haya sido estudiado en profun- didad hasta el momento. Cf. “La lusofilia de Antonio Pereira” en Diario de León (29-4-2009). Previamente en declaraciones a EFE el día del fallecimiento del escritor Antonio Piedra, director de la Fundación Guillén, recuerda que el Cancionero de Sagres «tuvo una gran incidencia tanto en la España de Franco como en el Portugal del último año de la dictadura militar de Antonio de Oliveira Salazar”.

1.NOTICIASDEPEREIRA:UN PERCURSO PORTUGUÉS

      Antonio Pereira nace el 13 de junio de 1923, día de San Antonio de Lisboa, en el pueblo leonés de Villafranca del Bierzo –¿habría sido el azar portugués que también le dará su nombre?– El propio autor describe su tierra como “Villa noble, romántica, atlántica que enlaza León con Galicia y hasta con Portugal”. Criado en el seno de una familia humilde de ferreteros pasa su infancia en la imprenta y biblioteca de su tío, “entre el hierro y la seda” de las caricias de sus primeras lecturas: la temprana pasión por la Sonata de Otoño de Valle Inclán, los Cuentos de Maldoror y los textos modernistas de Vargas Vilas que exaltarán tempranamente su imaginación, como ha confesado el propio autor. Colaborador y amigo de los miembros de la Revista Espadaña hacia finales de los años 40 conoce las principales tendencias de la literatura portuguesa de la época: Miguel Torga y los escritores neorrealistas como Joaquim Namorado, Fernando Namora entre otros.  
      Antonio Pereira es un escritor “oficializado” tardíamente, pues su primer libro impreso, el poemario El regreso, data de 1964, cuando el autor contaba con cuarenta y un años. Desde este primer texto, podemos encontrar el germen de su preocupación por las relaciones ibéricas, presentado en el encuentro fraternal y pacífico entre dos ciudades fron- terizas en el poema “La fiesta”: los niños de aquel lado y este / saben el mismo idioma de la risa, / los viejos más vie- jos se recuerdan, / y no riñen los perros ni se fustigan.
     
Desde los meses finales de 1969 y a lo largo de 1970 se proclama difusor de la visión de la frontera peninsular, como colaborador de La Vanguardia Española, donde escribe una serie de artículos destacados sobre las relaciones luso-españolas, que hasta hoy han permanecido escondidos en hemerotecas.2 Estos escritos sirven de preámbulo al libro más importe en su percurso portugués: el poemario Cancionero de Sagres. Este pequeño libro cosechó un gran éxito de crítica y público en la época, ocupando multitud de reseñas. Sin embargo y a pesar del aplauso general gracias a la elección de la temática lusitana y a su tratamiento poético hoy en día apenas encontramos referencias en algunas notas dispersas y en algún artículo especializado.3
     
A partir de la publicación del Ingeniero Balboa y otras historias civiles (1976), el autor se consagra como uno de los maestros de la narrativa breve, obteniendo los más prestigiosos premios en este campo como el Leopoldo Alas, Fastenrath de la RAE o el Torrente Ballester, aportando relatos inolvidables a la historia del cuento español.
     
En sus últimas creaciones, después de una carrera de más de medio siglo en la literatura, se observa una tendencia a la hiperbrevedad, a la condensación y una obstinada recuperación de sus viejas obsesiones. Una de ellas será su “antigua querencia portuguesa”. El último libro de relatos publicado en vida del autor, Divisa en la torre (2007), concluye con un relato de un viaje a Lisboa titulado “Don Sebastián, Don Sebastián”, en el que encontramos reminiscen- cias del poema “Noche de marzo en Sagres”, que pone el broche final a su aventura lusa en el Cancionero de Sagres. Tal vez no sea una casualidad. No existe la menor duda sobre la relevancia de Antonio Pereira como máximo exponente entre los narradores españoles del Medio siglo, pero ¿seguirá siendo el gran desconocido entre los lusófilos más des- tacados de la literatura española contemporánea?4

2 Entre los artículos de temática portuguesa en este medio catalán, se destacan: “Anochecer en la frontera”, “Una Fabula de hoy”, “Hacer noche en Guarda” y el decisivo “Portugal cerca y lejos”, síntesis perfecta del pensamiento de Pereira sobre Portugal.
3 Cf. GAVILANES, Laso, José Luis, “La fortuna de las letras portuguesas en España (1970-1990)” en Literatura portuguesa y literatura española: influencias y relaciones.(1999) Ed. M. Rosa Álvarez Sellers. Universidad de Valencia. Pág. 81.
Sobre el análisis del poema “ Postal a Federico” del Cancionero de Sagres Cf. FERNÁNDEZ, M.a Jesús, “En Portugal como en España... poesía y circunstancia, en Forma Breve revista de la Universidad de Aveiro. Pág. 381-393.
4 Para una consulta completa de la bibliografía crítica del autor hasta 2006: COSTERO López, Fermín (2006). Catálogo Bibliográfico de Antonio Pereira, Instituto de Estudios Bercianos. También está disponible un fichero bibliográfico en http://fundacionantoniopereira.com.

2. EN LOS MÁRGENES SILENCIOSOS:
ENTRE LA RAÍZ PENINSULAR Y EL SENTIMIENTO
UNIVERSAL

      Algunos estudiosos han hablado de Pereira como un escritor raro5 –a su manera–, posicionando al escritor al margen de escuelas y tendencias. Por edad se le situaría entre los “Niños de la Guerra” o también ha sido ubicado en la “Generación de Medio Siglo”. Además, es un escritor huidizo a etiquetas y a la rigidez de los géneros. Su terreno preferido era la libertad. Creo que si hubiera una definición perfecta para hablar de Antonio Pereira sería aquella dada por otro poeta, paisano y amigo del autor, Juan Carlos Mestre, que lo define como el más joven entre los patriarcas del amanecer. Porque Pereira es en su esencia más íntima un poeta, un gran vitalista, un humorista místico, podríamos decir:

      Si a mí me dijeran , cómo quieres que se te recuerde yo preferiría como poeta, como poeta en verso, como poeta lírico, así es como quisiera quedar, si es que alguien piensa en la historia literaria.6

      En su relación con Portugal en los años setenta, también fue un escritor “raro”. Así se lo hace saber el hispanis- ta portugués Joaquim Montezuma de Carvalho, colaborador activo en los medios portugueses y uno de los primeros escritores que se hicieron eco de la obra del autor berciano en el mundo lusófono. El crítico de Coimbra le escribe:

Raros sãos espanhóis que se debruçam sobre Portugal. Antes de Unamuno, raros. E muito poucos depois de Unamuno. Oxalá este seu futurível leitor o possa ser desse seu poemário atlántico e hispánico.7

      Guillermo Díaz Plaja, estudioso que había reseñado muy positivamente la atención dedicada por el Cancionero a los temas portugueses, difunde en La Vanguardia de Barcelona la noticia de las Jornadas Portuguesas celebradas en mayo de 1970 después de la visita oficial realizada por Marcelo Caetano a Madrid. En el medio de una breve atalaya en la actualidad política el crítico señala que sólo existen pocos casos aislados de autores preocupados por los asuntos del otro lado de la frontera:

En Cataluña, la bandera lusófila. la lleva, con amor y sabiduría, Félix Cucurull. Y hace unos días he comen- tado un bello juego temático en el Cancionero de Sagres, de Antonio Pereira. Poca cosa más. ¿Conseguirá la acti- vidad política revitalizar el diálogo cultural? [...] Portugal sigue siendo lo inmediato desconocido. Y la frase puede invertirse, porque el portugués —experto en lejanías— se obstina en no mirarnos. Esta es la verdad. Pues bien: sin- teticemos diciendo que hemos perdido terreno.8

      Se refería el catalán a la decadencia de las relaciones peninsulares desde el iberismo finisecular de Antonio Sardinha, la lusofilia unamuniana y el enorme éxito alcanzado por Eça de Queirós en España, debido en buena medida a Wenceslao Fernández Flórez. A pesar del panorama desolador descrito, felizmente hubo excepciones.  
      Antonio Pereira por su talante de escritor discreto y enemigo de polémicas se movía a vontade en los límites del silencio. Ya no sólo en la negación a alardes mediáticos, sino en las elipsis textuales presentes en sus propias obras. En sus páginas se escucha el silencio. Existía un trabajo concienzudo en la búsqueda de la expresión condensada y justa, deliberadamente despojada de artificios. El autor pensaba que el lector era lo suficientemente inteligente para rees- cribir los vacíos y “si no lo era que leyese otra cosa”.9 Basaba su obra en la expresión de la sencillez, a través de una mirada limpia pero penetrante en la realidad, consiguiendo con este gesto trascender la esencia de las pequeñas cosas. Por ello, gracias a su autenticidad y una genuina forma de entender la literatura –o la vida– se aferró a unos pocos lectores muy fieles, sus activos “lectores cómplices” que lo han convertido en un autor de culto.
      En uno de sus cuentos nos relata Pereira una conversación mantenida con el escritor francés Henri Charrière, autor del bestseller Papillon, este le dice al autor español que envidiaba su literatura:

Aquel Cancionero de Sagres que le regalé, que ahora leía por la noche uno de mis poemas y sentía serenidad. Yo le dije que sí que era hermoso escribir para el propio deleite, ser un escritor de culto pero no un escritor oculto.10

      Pereira se convierte con su obra en un espía de lo oculto, lo luso en este caso, aportando su particular visión desde el otro lado, ora recogida como recuerdos de sus viajes, ora como anotaciones recogidas in situ o incluso como re-elaboraciones de sus propias fantasías. Caminante y viajero incansable, decía que viajaba “por atún y para ver al duque”. Así pues, trabajo y amistad se van a unir en una búsqueda constante de conocimiento, de amistades literarias y de intercambio de ideas en encuentros con intelectuales y poetas en diferentes puntos del mundo: Charrière en Francia, Borges en argentina, Lêdo Ivo en Brasil, entre otros son nombres que el autor mantiene muy vivos en su memoria. En Portugal, aparecen entre sus amigos: Maria Fernanda de Abreu, Mario Cláudio, Luis Rebello, nombres portugueses que el propio autor cita. 
      Durante los años 80 y 90 continuó realizando viajes por Portugal que lo llevarían a cruzarse y compartir expe- riencias con colegas portugueses como ha rememorado el propio autor. En 1983, se produce en Figueira da Foz el “I encontro luso- espanhol de Poesia”, que había sido cambiado su nombre nada más comenzar por “I encontro de poe- sia peninsular”, para atender algunos escrúpulos ridículos que prefiero olvidar”.11 Algunos años después –parece ser en mayo de 1990– la Embajada de España en la capital portuguesa organiza un encuentro con escritores llamado “León en Lisboa”, donde Maria Fernanda de Abreu presenta a los leoneses Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, José María Merino, Julio Aparicio y Antonio Gamoneda ante el público portugués. En ese encuentro tam- bién participaron personalidades del mundo de la música como el coterráneo y amigo del escritor Amancio Prada y personalidades destacadas de la política y la literatura como Natalia Correia.12
     
La necesidad de diálogo y confraternización con el “otro” está ya planteada desde sus primeros textos en prensa en La Vanguardia de Barcelona, uno de los periódicos “más generosos con lo lusitano”, dice el autor. Antonio Pereira, con su afecto personal por Portugal, logra transmitir a los lectores la necesidad urgente de respetar al vecino en su diferencia, condición no enemiga de la relación fraternal y de la creación de vínculos firmes como queda demostrado al final de su artículo: que se fomente las idas y venidas, los lazos y los afectos, me parece de siempre una empresa her- mosa, también una empresa útil.13
     
A través de la fina ironía siempre tierna de Pereira se crítica el distanciamiento histórico entre los dos países: La huida a un lugar lejanísimo solía hablarse de Portugal. No eran muchas leguas de camino, pero cambiaban los colo- res de la bandera y esto era importante» o la descripción de “Lisboa, ciudad que en el mapa de geografía se nos antojaba igual de distante que Pekín”.14 La necesidad de romper ese lejanía de siglos acrecentada por una historia de recelos y nacionalismos estúpidos sería uno de los objetivos principales de Antonio Pereira, un hombre que pensó largamente en “el verdadero espesor de la medianería peninsular”.
     
En esta primera aproximación, hemos querido presentar al autor y su visión general sobre Portugal y así como dejar en abierto para futuras reflexiones los tres pilares básicos sobre los que creemos se asienta la lusofilia pereiriana: la filiación lingüística, filiación familiar y filiación histórica.
      En relación al primero de los aspectos, Pereira se sentía atraído fuertemente por la lengua portuguesa, tal vez cercana a la propia cadencia gallega presente en su tierra: El idioma portugués lo llena a uno de sugerencias, de ideas.
15 La enorme musicalidad será un punto de atracción y escucha placentera que le llevará a incluir múltiples términos portugueses en sus relatos, hasta el punto de atreverse a escribir un microrelato en portugués, “Una novela brasileña”, incluido en el volumen Los brazos de la i griega (1982):

O Capitão do Exército Agenor Araújo de Medeiros, 39 anos, foi assassinado no final da noite ao tentar reagir a um assalto na Rua Bertolini, próxima à Praia Branca, em Guanabara. O militar estava no seu carro em companhia de Palmira Fernandes de Oliveira quando dois criminosos surgiram de arma em punho. Agenor morreu antes de ser socorrido no Hospital Bom Jesus da Estrela.

Era casado com Fernanda Valéria Martins Costa com quem tinha uma filha de sete anos. A ocorrência ficou registrada.16

      En estas diez líneas escritas en portugués de Brasil se sintetizan prácticamente toda la poética y el pensamiento pereiriano: historia intensa, brevedad, sencillez, final sorpresivo. De nuevo con el sutil tratamiento irónico se rompen las fronteras genéricas. En este pequeño texto están presentes todos los elementos indispensables para la construcción o reconstrucción de una novela por parte de los lectores. Asimismo observamos cómo son subvertidas las fronteras entre lo cómico y lo trágico en la curiosa condensación de los grandes temas trascendentales: Vida-Muerte, Amor-Sexo, Violencia-Dinero. 
      El territorio más fecundo para el autor es aquel en el que no se distingue entre lo soñado y lo vivido. Cuenta Pereira que en su primer encuentro con Borges, el escritor argentino le dice que tal vez por su apellido sería descen- diente de judíos portugueses.17 Como una exaltación de la fantasía tal vez a raíz de este importante encuentro, pode- mos observar la recreación de un pasado portugués en su genealogía familiar. Desde la rama de los modestos hombres del Hierro de la Fonsagrada, Pereira crea un vínculo con la familia de los Pereira portugueses. En “Sesenta y Cuatro Caballos”, autobiografía ficticia, inserta su modesta vida en la tradición secular de nobles portugueses construyendo uno de sus mejores relatos digno heredero de la tradición oral del Filandón:

Los Pereira (o Pereyra) que salen en las enciclopedias heráldicas se nos hacen algo molestos a quienes somos sus parientes de la rama pobre, y es por lo tacaños y esa manera que tienen de saludar, como si diesen los buenos días desde encima de la montura. Ellos descienden derechamente de don Gonzalo Pereira, pero poco se parecen al ante- pasado dadivoso. Lo escribió Pedro de Bracelos: Que teniendo el don Gonzalo treinta y dos caballos, en un solo día regaló todos a distintas personas. La cosa huele a invención y adorno. Pero sigue la Crónica con que en ese mismo día los volvió a comprar don Gonzalo, aquellos treinta y dos caballos, para así poder regalarlos a otras tantas personas de su estima, y entonces el caso se hace creíble, porque a los escuchadores de historias nos resulta más fácil aceptar lo enorme que lo mediano.18

      Años más tarde, en otro de los viajes imaginativos del escritor se mantiene este lazo con la nobleza lusa cre- ando uno de sus relatos más portugueses: “La ilustre Casa de Pereira”. En este juego humorístico con el título de Eça de Queirós: A Ilustre casa de Ramires, el fabulador del Noroeste embauca al lector a través de la memoria infantil, donde nace la creación de su particular alter ego portugués. Finalmente, el narrador desvela la fantasía de la historia en un sorpresivo desenlace: Todo esto de Portugal se me ocurría a mí con los calores que le ablandan a uno la sesera».19
      Centrándonos ya en el Cancionero de Sagres (1969), uno de los aspectos que sin duda más interesan al autor es la historia común: fusión entre el pasado y la memoria colectiva y la influencia de ésta en el presente. Es determinante este valor en la configuración del futuro de los pueblos ibéricos.
      El peso de la historia aparece sutilmente tratado a través de una amarga ironía y el “presunto” alejamiento tem- poral en la composición «Viniendo por Penafiel». Ante el hecho de los descubrimientos y del pasado aventurero de los portugueses el poeta canta: ¡Qué bravura el navegar! / ¡Que honor a los mayorazgos / que en sus caballos galopan / mientras las bestias humildes sacan agua de las norias. Por las páginas de la primera parte del Cancionero denominado “Paisaje con hombres” circulan: campesinos, pastores, segadores, curtidores, alfareros, vendimiadores etc... El compromiso cívico del poeta subvierte la historia para convertirlo en un espacio de modernidad: Yo canto por los que quedan / patria a la que nadie nombra». Los hombres silenciados, los héroes cotidianos de la lucha diaria serán los verdaderos protagonistas del Cancionero de Sagres.
      Es este un viaje “real” o reinventado que recrea una pequeña crónica íntima de su peculiar itinerario portugués. Estos lugares mágicos no son para Pereira paisajes idealizados, sino reflejo de unas huellas múltiples, germinadas en gestos de respeto y amor, así como amargos pasajes de injusticia social que domina el ambiente general de la época dictatorial en Portugal y por extensión en España.
      Así pues en la identificación, en ese reflejo peninsular –que hemos denominado la frontera transparente–
20 de los problemas de España y Portugal, condiciones similares, derivados de unas prácticas político-sociales comunes y que afectan en mayor medida al hombre anónimo se manifiesta el fatal “dolor histórico”.21 Pereira recupera en la línea una- muniana de la intrahistoria a los personajes anónimos para devolverles a la posición que por justicia ética les corres- ponde. El poeta cumple con la obligación moral de romper su silencio.
      Así en el poema “To let”
22 se describen las transformaciones derivadas del impacto social producido por el boom turístico peninsular de los años 60. El auge del capitalismo económico trae consecuencias negativas para el hombre. La llegada del turismo masivo a ambos países destruye la belleza de los paisajes que se ve anulada por el progresivo endiosamiento del dinero en los lugares donde todo se alquila: el arenal extenso de la playa, un banco en la iglesia del Señor, el sol, la sombra... El escritor manifiesta su resistencia mediante la tímida pero firme rebelión del poeta:

Me quedan ganas de gritaros:
¡No cedáis más las íntimas alcobas
donde la ropa huele a vuestros sueños!
Todo el oro del mundo, y no se paga
el rubor con que miran los retratos.

La recuperación de la memoria histórica derivada de las condiciones de nuestros respectivos imperialismos “recuerdo de dos historias gloriosas” le lleva a Pereira a ser tal vez el último escritor español que ha revisitado el mito sebastianista, identificándolo con los poderes reales peninsulares. La desmitificación se produce en el acercamiento de los héroes históricos al espacio de lo cotidiano: “Donde pongo Don Sebastián, puedo decir si cuadra / Ordoño el de mi calle”. Concluye con el cuestionamiento de la participación como sujetos de la historia a través de un relativismo fuertemente esclarecedor. Sin más preámbulos:

Preguntar vasallos, pero sin inclinaros,
Alteza, Majestad, Como Se Diga:
por el honor que disteis a los pueblos
por los duelos que hicieron vuestras armas.
Por los mapas crecidos,
pero también por tantos puentes y venturas
y las enfermerías
que nos dejasteis a deber.
Don Sebastián, Don Sebastián.
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En la “solución pacífica” encontramos la rehumanización del espacio interior. Se propone abrir un diálogo en tres vías: cultural, social y sobre todo personal. No hay duda que la toma de conciencia de nuestro propio ente histórico conseguirá devolvernos el espacio de convivencia donde descansa la clave para la interpretación de nuestra ibérica esencia mágico-metafísica. En los márgenes silenciosos y reflexivos se desliza toda la belleza de la poesía. É a Hora! Tal vez el regreso de un nuevo humanismo se esté abriendo paso entre la niebla. Don Sebastián. Don Sebastián.

5 GULLÓN, Ricardo (1986), en prólogo a Cuentos para lectores cómplices. Madrid. Espasa Calpe. Pág. 19.
6 Entrevista realizada por A. Rubio Semanal Bierzo 7 (6-2-1987). Pág. 16-17.
7 Carta remitida con fecha 11-5-1970, por Joaquim Montezuma de Carvalho en el acervo personal de Antonio Pereira. Más tarde escribirá el pri
mer artículo o reseña conocida sobre el Cancionero de Sagres en el mundo portugués: “O poeta Antonio Pereira, o espanhol”. A Tribuna. Lourenço Marques. 20-6-1971.
8 DÍAZ PLAJA, Guillermo: “Notas a la actualidad: Con bandera portuguesa” en la Vanguardia Española. Barcelona. 3-6-1970.
9 Conversación con su mujer, Úrsula Rodríguez, en entrevista 20 de marzo de 2013.
10 PEREIRA Antonio (2012), Todos los cuentos. Ed. Úrsula Rodríguez. Madrid. Editorial Siruela. Pág. 786.
11 PEREIRA, Antonio (1985), “Noticias al del lado oeste”, Reseñas y confidencias. Breviarios de la Calle del Pez. Diputación de León.
12 Fondo Documental de fotografías en la Fundación Antonio Pereira (Sección Pereira a través de los amigos: disponible en la web: http://fundacionantoniopereira.com.
13 “Portugal cerca y lejos”, en la La Vanguardia Española [31-10-1969].
14 Ídem.
15 “Visita impía al Gulbenkian”, en Todos los cuentos (op. Cit.). Pág. 358.
16 Ibídem. Pág 243
17 “Borges y el color de las ferreterías”, en Reseñas y confidencias (op. Cit.). Pág. 27.
18 Todos los Cuentos (Op. Cit.). Pág. 624.
19 Ibídem. Pág. 684.
20 “La frontera transparente en Antonio Pereira: lusista de corazón”. Comunicación presentada en el I Congreso Internacional la lengua portuguesa. 31-5-2013. Universidad de Salamanca.
21 GAMONEDA, Antonio (1970), en reseña al Cancionero de Sagres en Tierras de León n.o 11. Pág 90.
22 PEREIRA, Antonio (1969), Cancionero de Sagres. Madrid. Editorial Oriens. Pág. 40.