HOY. TRAZOS | SABADO, 4 DE MAYO DE 2013
De la mano de la Fundación Ortega Muñoz, el fotógrafo gallego nos devuelve su mirada sobre Extremadura en forma de experiencia
MANUEL VILARIÑO. FRAGMENTOS DE UN VIAJE
Organiza: Fundación Ortega Muñoz
MEIAC. C/ Museo, s/n. Badajoz
Hasta el 12 de junio.
Martín Carrasco Pedrero
Como antes lo hicieron los creadores Philippe Jaccottet, Hamish Fulton, Mario Luzi, Mateusz Herczka, Federico Guzmán, Mariá Manent, László Krasznahorkai…Experiencias que son proyectos, memoria del presente que entra a formar del patrimonio de nuestra Comunidad Autónoma de manera inteligente; véase el caso que nos ocupa, Manuel Vilariño, Premio Nacional de Fotografía 2007. Pero además también merece la pena resaltar, abundando en esta idea de proyecto bien planteado, el ideario de la Fundación Ortega Muñoz, que recuerda la figura del paisajista extremeño desde la perspectiva de las prácticas artísticas actuales -Arte y Naturaleza-, lejos del socorrido formato «mausoleo» en el que suelen caer este tipo de iniciativas.
En esta ocasión disfrutamos de la exposición ‘Fragmentos de un viaje’ de Manuel Vilariño (A Coruña, 1952), en el MEIAC, donde el fotógrafo gallego se identifica con el árbol, un árbol solitario, en la niebla, como cosmos. De algún modo metáfora del artista enfrentado a la creación, «un viaje en el que parto de la incerti- dumbre, de abrir un camino… Es un paisaje desde el árbol, que puede ser dehesa, como bosque de encinas o los caducifolios de Guadalupe o Mon- fragüe… Hablo del silencio, de la soledad de esos espacios. Desbrozar senderos, atento al zumbido de los insectos o al vuelo del pájaro, a la manera de San Juan de la Cruz… O la soledad de los páramos de La Serena. Paisajes abiertos (Rilke), que he contemplado con mirada animal».
Foucault. Antes fue el ‘Mar afuera’, en el madrileño Circulo de Bellas Artes, desde una fotografía envolvente, de gran formato, que nos desveló la aventura de la exterioridad. El océano cuando se rompe, lugar intacto donde nada está domesticado; el «afuera» sin cobijo,’en definitiva, de Foucault.
Pensamientos visuales. Ahora, en ‘Fragmentos de un viaje’, el objetivo último de Vilariño consiste en la búsqueda de unas imágenes que «visualicen» el silencio, estéticamente indisociables de una poesía desnuda, cercana al aforismo, «¿Cómo hablar de uno mismo? Dice Valente: ‘Poesía, arte de poetizar silencios’».
Y todo a partir de una fotografía que va más allá del documento, de lo narrativo. Para ello introduce el concepto de «luz auroral»; una luz fugitiva, que baña lentamente los árboles, «de grises, como el fulgor, antes de que despierten los pájaros, cuando suben las nieblas del Tajo o del Ambroz… Un espacio repleto de cruces de mirada, entre el árbol y yo, entre el pájaro y yo…».
Así ‘dámmerung’ designa el amanecer -la aurora-, y también el ere- púsculo, el declinar de la luz. Lápidas como belleza nostálgica del cementerio alemán de Cuacos de Yus- te. Entonces hablamos de una Extremadura convertida en «pensamientos visuales», donde no vemos ya los motivos sino lo que expresan: «visualizar» el silencio.
…Y la escucha. Ibores, dehesas y
olivares. Camino de Alia y La Calera, Las Villuercas… paisajes de escucha, no sólo de silencio, de extrema escucha e infinitud. «Sierra de San Pedro, Valencia de Alcántara… carreteras a ninguna parte que se abren a un claro de bosque (María Zambra- no)». En el horizonte, Ortega Muñoz. Sensación de eternidad.