HOY. TRAZOS | SABADO, 2 DE FEBRERO DE 2013
LA CANCIÓN DEL TOMACO. CRÓNICAS DE VIAJE DE UNA PLANTA ESPIRITUAL
Federico Guzmán
Comisario: Michel Hubert.
Fundación Ortega Muñoz / ME1AC
Calle Museo. 5, Badajoz
Hasta el 9 de abril
Organizada por la Fundación Ortega Muñoz y comisariada por Michel Hubert, esta exposición del artista sevillano Federico Guzmán despliega sus intereses desde el campo de la creación artística a la cultura libre, los derechos humanos y la ecología.
Martín Carrasco Pedrero
-Contemplando ‘La canción del tomaco’, tu «fantástica» exposición que podemos disfrutar en el MEIAC, me ratifico en la idea sobre la capacidad transformadora que nace de lo naif.
-Albert Einstein explicaba que «la mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don». Efectivamente la civilización occidental vive una paranoia racionalista que cree que todo puede ser controlado, y para ello ha de serconceptualizado, separado, alineado y explicado. Es ese ego dominante al que Enric Corbera llama «el tonto del culo» que tenemos en la cabeza. Desde esa perspectiva lo naif se reduce a infantilismo. Yo defiendo la mirada limpia de nuestro niño interior, nuestra capacidad de aprender jugando con los demás y la confianza de seguir nuestro propio impulso guiados por un corazón abierto. Si eres capaz de transformar tu perspectiva del mundo tienes el poder de transformarlo todo.
-Un corazón abierto -el tuyo- que nos regala ‘La canción del tomaco’.
-El tomaco es una planta fantástica que se hizo realidad. Este injerto de tomate y tabaco saltó a la fama en un memorable capítulo de Los Simpsons. En la fábula, Homer Súnpson se hace agricultor y de manera accidental descubre el tomaco, un híbrido mutante de tomate y tabaco. Todo el que lo prueba se vuelve peligrosamente adicto. El tomaco es una droga poderosa. Justo cuando Homer está a punto de ganar cien millones de dólares con la venta del tomaco, unos aterradores animales adictos destruyen sus planes.
-Y entonces, a partir de ahí, se inicia el viaje de esta planta espiritual…
-Sí, es un viaje de la ficción a la realidad, he copiado este invento para cultivarlo en nuestra tierra. El tomate y el tabaco pertenecen a la misma familia de plantas, las solanáceas, lo que permite su injerto y crianza en una sola mata. Aprendiendo su cultura lo he criado con cuidado en tierras de Andalucía, Extremadura y Colombia desde 2005. Después el poeta Michel Hubert me propuso colaborar en proyecto con la Fundación Ortega Muñoz. A través de ellos entramos en contacto con el naturalista Joaquín Araújo para cultivar tomaco en su finca extremeña de Las Villuercas e iniciar un diálogo que nos ha llevado del arte a la ecología y del huerto familiar al planeta Tierra.
-¿Y «más allá» del tomaco?
-Siguiendo la llamada de esta mata he aprendido que el tomate y el tabaco son plantas originarias de Abya Yala, «la tierra en plena madurez», como la gente Kuna han llamado ancestralmente al continente americano, donde se han cultivado desde hace milenios. Uniendo sus tallos y compartiendo su clorofila, las frutas de tomate crecen en raíces de tabaco, y funden sus nombres, mitos y genealogías. El tomate, sustancioso alimento, es el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y alucinógeno chamánico es el espíritu. El alimento del tomate y la medicina del tabaco coexisten discurriendo por su savia. La alianza del tomaco propone señas de un camino de sabiduría. El ser humano es una hebra del tejido de la vida y nuestro pensamiento siempre busca su par. Nuestro orden cósmico es un pari-verso, regido por la proporcionalidad, la reciprocidad y la complementariedad. La relación entre dos sólo es posible en el diálogo y el consenso, y este diálogo debe buscar la equidad para el equilibrio dinámico que es la vida misma.
-Tras La canción del tomaco hay una reflexión sobre las plantas.
-Desde el comienzo de la humanidad hemos sobrevivido con las propiedades nutritivas y medicinales de las plantas. Dicen que el número de especies vegetales en la Tierra se estima en 400.000, muchas de ellas desconocidas para los humanos. Mientras sólo una fracción ha sido identificada y categorizada por los botánicos occidentales, podemos afirmar que muchas plantas desconocidas en Occidente son conocidas por los pueblos indígenas que conviven con ellas en su entorno natural. Todos estos pueblos ancestrales insisten en que su conocimiento de las medicinas vegetales proviene directamente de las mismas plantas y no de la experimentación por ensayo y error. Lo que es menos conocido es que muchas de estas enseñanzas de las plantas están en la base de descubrimientos modernos tanto en medicina como en alimentación.
y más de una crítica.
-Michel Hubert, comisario de este proyecto, plantea el injerto del tomaco como una intervención técnica en el mundo natural que por su carácter tradicional significa una crítica a la manipulación tecnológica de la ingeniería genética de hoy en día, al tiempo que un elogio del saber ancestral del horticultor y el jardinero. Sin embargo mi crítica se dirige específicamente al carácter mercantilista de biotecnología, donde el beneficio económico es el factor que determina cómo y hacia dónde se orienta la investigación. Su objetivo es la industria farmacéutica y la agroindustria. También, cuando hablamos de biotecnología hablamos de patentes y de la privatización de unos bienes comunes como el patrimonio genético de las especies vegetales y animales. Los acuerdos comerciales internacionales están en camino de que un puñado de multinacionales sean propietarias de los principales elementos de la vida del planeta, comercializándolos de la forma y bajo el precio que quieran, habiéndolos sustraído arbitrariamente del saber tradicional y del común.
-En tu universo creativo hablas de los «hombres-plantas»…
-El oficio del arte me ha puesto en el camino de las plantas. Avanzando en el camino, poco a poco, me he encontrado con «gente-planta». Antiguamente no era tan raro que la gente se convirtiera en planta. Los antiguos sanadores vegetales conocían estas historias. Los viejos médicos sabían que este árbol era una niña, que esa flor había sido un niño. Esas cosas son verdad y su misterio todavía nos encanta. Dibujar plantas me conecta con la esencia de la vida. Creciendo como artista he pintado plantas de pequeñas a grandes. He dibujado semillas y hojas, plantado verduras y pintado árboles, he comido frutas y fumado flores. He dejado que las plantas dibujen a través de mí aquello que no sé pensar. Dibujando me he dejado llevar y, en un-momento mágico, figura y fondo se han intercambiado. He comprendido que no creamos el arte sino que es el arte el que nos crea a nosotros.