Voces del territorio…

Fundación Ortega MuñozAyN

Vía Crucis de Pablo Serrano.
Iglesia de Villalba de Calatrava (Ciudad Real). 2016.
© Ana Amado y Andrés Patiño

Pasé por el Reina Sofía para contemplar la retrospectiva de Tàpies. De camino a la salida me topé con la Sala 400.03, cuya temática tiene que ver con la “Apuesta moderna para la nueva vivienda social”, un buen preámbulo para la exposición que visité poco después, Pueblos de Colonización. Miradas a un paisaje inventado, en el Museo ICO (C/ Zorrilla, 3), comisariada por los arquitectos y fotógrafos Ana Amado y Andrés Patiño,

En esta sala del Reina, en una vitrina, se guardan dos tomos del Plan de obras, colonización, industrialización y electrificación de la provincia de Badajoz, más conocido como “Plan Badajoz”, que responde a la ley del 7 de abril de 1952 promulgada por el régimen franquista. Tras su aprobación, se desarrollaron una serie de acciones en el ámbito agrícola extremeño a partir de la transformación de tierras de secano en tierras de regadío. Vemos en uno de los tomos un mapa desplegable que da cuenta del programa del Plan para 1953, con la situación general de las zonas regables y de colonización, siendo necesario la construcción de una serie de infraestructuras hidráulicas como embalses, canales o acequias.

Para dar respuesta a la necesidad de viviendas para los colonos que estaban llamados a trabajar las tierras se levantaron nuevos poblados de colonización, como Vegaviana (Cáceres), obra de José Luis Fernández del Amo, del que hablaremos más adelante, o Entrerríos (Badajoz), de Alejandro de la Sota. De este mismo arquitecto es Esquivel (Sevilla), aquí retratado por Kindel (Joaquín del Palacio) en una serie de fotografías que recoge diferentes perspectivas urbanas del conjunto de viviendas. Se exhibe, además, el Proyecto para la Feria del Campo (1948)de Francisco de Asís Cabrero, una fotografía del Retablo de la Iglesia de Villalba de Calatrava (Ciudad Real) y un dibujo a lápiz de dicho retablo.

Pueblos de Colonización. Miradas a un paisaje inventado
14 febrero al 12 de mayo de 2024 -Museo ICO, Madrid.

Ya en el Museo ICO me sumé a una visita guiada. El que se haya dado voz a los colonos es uno de los muchos aciertos de la exposición, “Nos acercamos -relatan los comisarios- a estos lugares buscando autores, arquitecturas y paisajes. Los encontramos, pero de manera inesperada nos vimos envueltos en las historias de sus habitantes, que nos abrieron sus casas y sus vidas y de esa manera generosa y tranquila con la que se desenvuelven y que constituye su modo de habitar el mundo”. En su libro Habitar el agua: la colonización en la España del siglo XX (Turner, 2020), un trabajo de cuatro años en el que visitaron treinta y tres pueblos, Ana Amado y Andrés Patiño ofrecen diferentes enfoques a partir de muchas voces, entre otras, Silvia Blanco Agüeira, que escribe sobre el Espectáculo a vista de pájaro. La arquitectura experimental de los poblados de colonización; Nativel Preciado, Momentos Kindel; Julio Llamazares y La arquitectura del NO-DO; Cristóbal Gómez Benito, sobre La política de colonización agraria en el contexto de la posguerra civil española, o Ángel Cordero y La mirada sensible. José Luis Fernández del Amo, arquitecto del INC… Este último -funcionario del Instituto Nacional de Colonización y creador del Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Madrid (antecedente del Museo Reina Sofía)- es, por otro lado, clave en la nueva concepción del arte y la arquitectura del momento. No en vano los pueblos de colonización fueron laboratorios para la vanguardia española, eso sí, con una visión apegada a la realidad del territorio, “Utilizando -defiende Del Amo- los materiales accesibles en aquel tiempo y poniendo en valor su calidad y textura, reconociendo la colaboración de los oficios locales, con la impronta de sus manos en los muros, y con el sabio sentir de su manejo de las herramientas”.

Pueblos de Colonización. Miradas a un paisaje inventado
14 febrero al 12 de mayo de 2024 -Museo ICO, Madrid.

Hay que subrayar que Del Amo estuvo atento a las novedades del Concilio Vaticano II; en un artículo para la revista falangista Alférez escribió: “La única manera de hacer un arte religioso es la abstracción”, y en otro -muy enjundioso en términos sociológicos-   titulado Artistas infiltrados. Rojos, ateos y abstractos en los pueblos de Franco, de Enriqueta Antolín para la revista Cambio 16, afirmó: “Para mí, desde muy joven, la verdadera Iglesia es la de las catacumbas, y el arte de vanguardia estaba mucho más cerca de unas formas primitivas de arte, más directo, más puro, más pobre…” El artista Manuel Rivera pondera, en ese mismo artículo, su labor: “Estábamos en provincias, malviviendo a base de hacer retratos, desesperados. Del Amo tiró de nosotros, nos trajo a Madrid, nos enseñó las primeras revistas de arte, nos acogía en su casa, (…) Y nos dio, además, la oportunidad de hacer lo de los pueblos de colonización”. No faltan polémicas con la Iglesia, como la negación de fray Albino, obispo de Córdoba, a bendecir el mural que Manuel Millares pintó para el altar de la nueva iglesia de Algallarín.

Junto a Rivera participaron un buen número de jóvenes artistas que conforman lo mejor de la vanguardia española, además de Millares debemos nombrar a Pablo Serrano, Canogar, Antonio Suárez, Arcadio Blasco, José Luis Sánchez, Manuel Mampaso, Hernández Mompó, José Vento, José Guerrero, Santiago del Campo, Amadeo Gabino, … Y ceramistas, así Julián Gil, Manuel Baeza, Luis Valenzuela, Juan José Junquera, Juan Ignacio Cárdenas, Miguel Hernando y Ruiz de Luna. Sorprende, para la época, la participación de varias mujeres como autoras de mosaicos, pinturas, esculturas y piezas litúrgicas: Teresa Eguibar, Menchu Gal, Delhy Tejero, Isabel Villar, Justa Pagés, Flora Macedonski, Jaqueline Canivet o Juana Francés, esta última, en la actualidad, “redescubierta”, y a la que vemos en una fotografía trabajando en el azud de San Isidro (Alicante).

En otra de las salas, pintada de negro, se rememora la muestra Otro Arte, que fue inaugurada el 25 de abril de 1957, con obras de artistas internacionales de “Arte Autre”, en la llamada Sala Negra del Museo Nacional de Arte Contemporáneo, que permaneció abierta hasta el 15 de mayo. Con motivo de la muestra Antonio Saura pronuncia la conferencia Signo y espacio y se presentó la película Flamenco de Carlos Saura, en la que se desarrolla el proceso de creación de un cuadro abstracto. La Sala Negra, que se inauguró en esa exposición, es un local de la empresa Huarte situado cerca del Museo, en el Nº 2 de la calle Recoletos, que había sido cedido gratuitamente para las actividades del mismo, destinándose a las propuestas más vanguardistas. En este montaje sobresale un dibujo a tinta china y pintura sobre papel de Millares, de la serie “Los curas”, de 1962.

Colono con su maqueta del pueblo.
Esquivel (Sevilla). 2016
© Ana Amado/ Andrés Patiño

Al final del recorrido expositivo, como comenté al inicio, se da voz a los colonos, así en un audiovisual de tres pantallas, nos detenemos para escuchar el testimonio y los recuerdos de algunos de ellos, con pareceres de todos los colores: “Para mi familia vivir en un pueblo nuevo fue El Dorado”, o “Nos sentimos utilizados por el régimen franquista”. También se les pone rostro, gracias a un “bosque” de retratos fotográficos que penden del techo, porque “un pueblo de colonización puede verse como un bosque, donde los colonos son la sal de la tierra. (…) Mayoritariamente se trataba de una colonización promovida de forma voluntaria entre humildes familias numerosas de probada y certificada buena conducta”. Y precisamente un buen número de fotografías de grupos familiares se distribuyen en arquitecturas de maderas asemejando a las casas de los poblados; e incluso el público puede dar su opinión en unos tarjetones en los que se pregunta: “Deja tu mensaje a un/a colono/a. ¿Qué te ha sorprendido más del viaje de Ana y Andrés, los comisarios de esta exposición?”, que luego son expuestos en un muro. En uno de ellos, a modo de canción, puede leerse:

“Cuando voy de visita a mi pueblo
los paisanos me suelen decir:
«¿Qué te han dado en esos pueblos nuevos
que ya no te acuerdas de venir aquí?»
«Pues me han dado una buena parcela
una casa con un buen corral
una yunta de vacas muy buenas
que con la becerra las pienso pagar».”

Martín Carrasco