Resulta paradójico que a esta altura de nuestra vida nos recuerden el sonido de la naturaleza… Sin más. Sucede con el video Natural landscape, en el que se adivina el fondo de un río, las laderas que lo encauzan, el navegar de una barca motora, peces, aves… Un rebaño de cabras pasta haciendo ruido con sus cencerros. Una fronda de helechos, pozas de agua, cantos rodados, el piar de unos pájaros, vacas también pastando rodeadas de perros pastores… El video puede verse en la plataforma para la “experimentación” Cultivamos Cultura (https://cultivamoscultura.com/) , un referente internacional en proyectos colaborativos relacionados con el ámbito de la ciencia, la tecnología y el arte contemporáneo, poniendo de manifiesto la diversidad de estrategias dentro de la creación artística contemporánea a partir de la interdisciplinariedad.
Pero Cultivamos Cultura es mucho más, atiende al territorio más cercano, São Luís (Odemira), una pequeña población dentro del Parque Natural del Suroeste del Alentejo, a 200 km de Lisboa, donde se ubica en una antigua casa de campo. De hecho, uno de sus objetivos es fomentar la generación de vínculos con la comunidad local y el medio ambiente, conscientes de la importancia de dotar al territorio de un fuerte sentido de “identidad cultural”, es decir, de con/formar los elementos autóctonos desde las prácticas contemporáneas ofreciendo una nueva mirada sobre ellos. Así, los creadores que disfrutan de unos meses de residencia se animan a participar en actividades con las comunidades locales y colegios.
En la dirección de Cultivamos Cultura está la bioartista Marta de Menezes (Lisboa, 1975). Pude conocerla con motivo de su obra nature?, que fue expuesta en el MEIAC. A su buen humor y entusiasmo se une el rigor, no en vano está considerada como una de las pioneras del bioarte. Es, además, directora artística de Ectopia, un laboratorio de arte experimental que forma parte del Instituto Gulbenkian de Ciencia de Lisboa.
El proyecto nature? es fruto de la colaboración con el biólogo P. Brakefield, consiste en la modificación –“un lienzo para pintar”- de las alas de unas mariposas con fines artísticos, justo en la transición de oruga a mariposa, con alteraciones producidas por medio de agujas de microcirugía, material de microinjerto y técnicas de microbiología. Se creó de esta forma un nuevo patrón que en modo alguno alteró los genes del animal, imposibilitando a la descendencia de la mariposa su transmisión. Arte y vida confluyen –“literalmente”- en nature?
De este buen maridaje entre ciencia y arte se nutre Cultivamos Cultura, muchos de sus proyectos están conectados al concepto de bioarte, de creación, en definitiva, de vida. Porque el bioarte ofrece la oportunidad de nuevas formas de representación y, por tanto, de comunicación, gracias a la hibridación de las artes visuales con la biología. Buena parte de los hallazgos en bioarte van parejos a la actividad desarrollada en este campo por Marta de Menezes. Esto escribía en aquel entonces, cuando el bioarte comenzaba a ser una nueva forma de crear arte “en tubos de ensayos”, transformando los laboratorios en estudios de arte, e incorporando además el empleo del material biológico como nuevo medio de expresión artística: las proteínas, el ADN, las células y los organismos, incluyendo el ser humano. “A medida que la sociedad descubre la biotecnología, con todas las esperanzas y dudas que conlleva, los artistas han comenzado a incluir referencias a la biotecnología en sus obras. Al mismo tiempo, la biología moderna y la biotecnología ofrecen la oportunidad de crear arte, haciendo de la biología un nuevo medio”.
Otra propuesta que también pudo verse en el MEIAC fue su instalación Retrato proteico, que forma parte del programa PLP (Post Local Project), con proyectos realizados ex profeso, centrados en temáticas específicas en las que trabajan los diferentes artistas y dejando constancia de los procesos. A partir de fotografías, textos, correspondencias, vídeos, fotocopias, instrumental e imágenes de carácter científico… se configuró el “autorretrato” de Marta de Menezes, sintetizando una secuencia de aminoácidos para con/formar la proteína llamada mArta. Es muy interesante las reflexiones éticas y filosóficas que se derivan del bioarte, aquí sobrevuelan cuestiones relacionadas con la identidad, porque de algún modo pensar el nombre es una manera de re/pensar nuestra identidad.
Por otro lado, guardo un grato recuerdo de la exposición Emergências, comisariada por Marta de Menezes en 2012, en el contexto de Guimarães Capital Europea de la Cultura, donde se confrontaba con el medio biológico diferentes contextos de aire, agua, plantas, virus y luz. Recuerdo que en la inauguración asistimos a la performance Bleu Remix, del artista Yann Marussich, que aparecía desnudo, inmóvil, en una urna de cristal que era rodeada por el público. Al momento, comenzó a fluir un líquido azul por todo su cuerpo. Al fin y al cabo, el ser humano no deja de ser “material” biológico.
Más recientemente comisarió para el MEIAC la muestra Alter(acción)2.0, cuyo punto de partida tenía que ver con Pripyat, al norte de Ucrania, la ciudad “fantasma” que quedó tras la tragedia de la central nuclear de Chernobyl. Estaba destinada a albergar a los trabajadores de la central nuclear, pero tuvo que ser evacuada en su totalidad tras la explosión, ocurrida el 26 de abril de 1986. En palabras del naturalista David Attenborough: “Todos somos ahora personas de Pripyat. Vivimos nuestras confortables vidas a la sombra de un desastre que es nuestra propia creación. Dicho desastre está siendo causado por las mismas cosas que nos permiten vivir nuestras vidas confortables. Y es bastante natural continuar así hasta que haya una razón convincente para no hacerlo, y que aparezca un plan muy bueno como alternativa”. Nótese el sarcasmo.
Martín Carrasco