El índice de calidad de vida va incluyendo cada vez más aspectos culturales, biológicos y ambientales. Y en ellos, las aves son un verdadero termómetro para medir la calidad de los ecosistemas, del medio ambiente, y, en definitiva, de la calidad de vida. La oficina estadística europea Eurostat incluye el seguimiento de las poblaciones de aves entre los índices más importantes para evaluar la sostenibilidad y el bienestar social.
Esa es la tendencia que se registra sobre todo en algunos países europeos como Gran Bretaña, Holanda, Dinamarca y Alemania, de forma mucho más acusada que en España, aunque en nuestro país el llamado turismo ornitológico despliega las alas.
Las administraciones de esos países han incluido entre los aspectos para medir el bienestar nada menos que la variedad y la cantidad de aves avecindadas en un lugar. Medida que no puede resultar más coherente. Tras cada pájaro cantando hay siempre un complejo sistema que debe mantener muchas vidas y mucha salud para que hasta nuestros tímpanos llegue esa música sin partituras.
Tras la presencia de una comunidad zoológica en un espacio concreto, lo que deducimos es una reducida contaminación atmosférica, escaso o nulo ruido, variedad vegetal y hasta escasa prisa. Esos parámetros van configurando un lugar agradable, ameno y encantador; es decir, de esos sitios donde queremos estar casi todos, al menos algunos momentos, para relajarnos, descansar y conseguir una calidad ambiental en el entorno donde se vive.
El Índice de Aves Comunes o Common Bird Index es uno de los referentes principales del Sustainable Development Indicator de Eurostat, que sitúa el estado de las poblaciones silvestres de aves junto a referentes de otro tipo, como el nivel de empleo, el consumo de energía o la esperanza de vida, para calibrar el grado de bienestar real que tiene las y los europeos.
La Oficina Europea de Estadística (Eurostat) acumula desde hace décadas datos para tres indicadores: aves agrarias, forestales y comunes, que permiten valorar de forma efectiva la evolución del medio ambiente a lo largo del tiempo. Y, viene, publicando el citado Índice de Aves Comunes, que nos informa desde un punto de vista cuantitativo sobre cómo ha evolucionado la presencia de aves en Europa. Dicho índice recoge las observaciones obtenidas en los 27 Estados miembros de la UE para un total de 167 especies de aves que viven en tierras de cultivo (39), en ecosistemas forestales (34) y en otros hábitats como parques y jardines (94).
En los últimos años son cada vez más los estudios realizados que señalan que la observación de aves y su diversidad están directamente relacionadas con el bienestar humano. En este sentido, cabe nombrar un estudio elaborado en la Universidad de Kiel, en Schleswig-Holstein, uno de los 16 estados federados de Alemania, publicado en marzo de 2021 y en el que participaron 26.000 personas de 26 países europeos, que, entre sus conclusiones, destaca también el hecho de que añadir un 10% más de diversidad de aves a una comunidad aumenta la sensación de satisfacción vital de las personas, y se sostiene que las acciones de manejo para la protección de las aves y los paisajes que las sustentan beneficiarían a los humanos. Por lo cual, se sugiere que la toma de decisiones políticas y sociales debe considerar el papel fundamental de la diversidad de especies y de la cantidad de especies en un lugar determinado para el bienestar humano.
Sin duda, estar en la naturaleza, detenerse en ella, descubrir sus maravillas, trae una sensación de calma y renovación. Pero volviendo al estudio de la Universidad de Kiel, cabe decir que ahora la ciencia respalda esta intuición con datos y revela que los beneficios son muchos. De los cientos de estudios publicados, ninguno por sí solo es definitivo, pero juntos ofrecen una sensación cada vez mayor de lo que se ha perdido a medida que las personas se han desconectado del entorno natural: ritmo de vida, sedentarismo, mayoría de la población en entornos urbanos…
Escuchar a los pájaros, observarlos cuando salimos a dar un paseo, nos ayuda a estar más presentes y menos perdidos en nuestros pensamientos. Nunca como en estos momentos ha sido más importante para los seres humanos recuperar esta relación con lo natural, y más después de lo que hemos vivido con la pandemia, donde en la naturaleza podemos encontrar el alivio que tanto necesitamos.
Una iniciativa digna también de ser comentada, es la que realiza la RSPB (Sociedad Real para la Protección de Pájaros en el Reino Unido) todos los años desde 1979 el segundo fin de semana de febrero en el Reino Unido, concretamente, el Big Garden Birdwatch (https://www.rspb.org.uk/get-involved/activities/birdwatch/). La RSPB es una organización benéfica registrada en Inglaterra, Gales y Escocia, y que fue fundada en 1889. Trabaja para promover la conservación y protección de las aves y el medio ambiente en general a través de campañas de concienciación pública, peticiones y mediante la operación de reservas naturales en todo el Reino Unido.
Gracias a este evento anual, se ha conseguido tener cada vez un mayor conocimiento de la situación de las aves en el Reino Unido, a través de lo que se denomina ciencia ciudadana, que se entiende como la investigación científica que cuenta con la implicación activa del público no especializado junto con científicos y profesionales. Formalmente, la ciencia ciudadana ha sido definida como “la recopilación y análisis sistemático de datos, el desarrollo de la tecnología, las pruebas de los fenómenos naturales, y la difusión de estas actividades por los investigadores sobre una base principalmente vocacional”.
En el caso de España, el turismo ornitológico es el que va ganando adeptos cada vez más. A pesar de que en España no existen datos sobre el crecimiento de este tipo de turismo, hay estudios que dan fe de su importancia, como el realizado por la Dirección General de Turismo de Extremadura: reciben al año entre 50.000 y 70.000 turistas ornitológicos. Por lugares de procedencia, el 77,8% son españoles y el 22,2% restante extranjeros.
Sin duda, un aspecto importante en la política ambiental en España es preservar el medio natural para que pueda ser legado a las futuras generaciones en las mejores condiciones posibles. Y en este capítulo quiero señalar la importancia que tiene la necesidad de conocer y dar a conocer la diversidad ornitológica, como una forma importantísima de proteger la naturaleza, y con ello poder destinar parte de nuestro tiempo de ocio a disfrutar del canto de las aves, de su observación y de los paseos por la naturaleza, que mejora el bienestar de la mayoría de las personas.
Julen Rekondo