La modernidad del arte de Estados Unidos no es solo una importación europea
Antonio Cerveira Pinto, 8/11/2015
Se ha creído durante muchos años que el arte moderno norte americano era una importación europea amplificada, que habría ocurrido al cabo de sucesivas oleadas de emigración hacia los Estados Unidos, durante los pogromos rusos y la I Guerra Mundial, a causa del genocidio armenio y de la Revolución Soviética, o a consecuencia del ascenso de Hitler en Alemania, Stalin en la Unión Soviética, y de la II Guerra Mundial. Hoy tenemos la consciencia que además de los importantísimos aportes europeos (Joseph Albers, Arshile Gorky, Mark Rothko, Willem de Kooning, Marcel Duchamp o Andy Warhol) y del muralismo mexicano (Siqueros), hay un otro componente esencial para comprender la especificidad del arte moderno norteamericano: la pintura y la fotografía de los paisajes vírgenes del nuevo continente. Pero también la descubierta de una simbiosis mágica entre humanidad y naturaleza al conocer los hábitos de vida de los indios de norte América. El misticismo puritano que es una parte fundamental de la cultura norteamericana encuentra en la abstracción concreta de los grandes espacios intocados de la naturaleza americana la prueba material de su inmanencia filosófica. Dios si manifiesta en la realidad misma de cada cosa y no en los actos de representación demiúrgica. No llegamos a las cosas desde Dios, llegamos a Dios desde las cosas. La exposición que podemos apreciar en la Fundación Thyssen, en Madrid, es una oportunidad para mejor conocer el origen de la originalidad única, y que no se debe copiar, del arte moderno estadounidense.
Nota de Prensa
El Museo Thyssen-Bornemisza presenta una exposición que propone, por primera vez en España, seguir los pasos de los artistas que en el siglo XIX se adentraron en los territorios del Oeste norteamericano, asumiendo el reto de mostrar sus paisajes, desconocidos y exóticos, y de representar las formas de vida de los indios americanos que desaparecían ante sus ojos por efecto de un programa ideológico, político, militar y colonizador.
Estos artistas contribuyeron a crear desde muy pronto una “ilusión” del Lejano Oeste, combinando el entusiasmo romántico y la admiración genuina con los tópicos, prejuicios y expectativas que enturbiaban la mirada del hombre blanco; una imagen que en adelante se convertiría en el mito del indio salvaje, viviendo en las praderas en comunión con la naturaleza, muy alejado de la visión que el cine popularizaría años más tarde y que estuvo centrada en mostrar el punto de vista de los ocupantes y las fatigas y peligros a los que tuvieron que enfrentarse.
A través de una selección de pinturas y fotografías de artistas como Karl Bodmer, George Catlin, Henry Lewis, Albert Bierstadt, Edward S. Curtis o Carleton E. Watkins, entre otros, la exposición presenta este apasionante capítulo, poco conocido aquí, de la historia del arte.
Algunos de los lienzos pertenecen a la propia colección permanente del Museo, la única en España con obra de estos pintores, reflejo de la pasión del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza por las narraciones literarias, cinematográficas y artísticas sobre el Oeste.
Las palabras de Miguel Ángel Blanco y Alfredo Lara sobre esta exposición
La ilusión del Lejano Oeste propone, por primera vez en España, seguir los pasos de los artistas que en el siglo XIX abrieron el camino al Oeste estadounidense. En sus obras representaron los paisajes y las formas de vida de sus pobladores, las tribus indias, y contribuyeron en gran medida a crear el mito de un territorio salvaje, paradisíaco y peligroso.
Con prólogo dedicado a los exploradores españoles que establecieron los primeros contactos con las tierras y las tribus al oeste del Misisipi, se ilustra el papel de los paisajistas que, como Albert Bierstadt, Thomas Hill o William Henry Jackson, pintaron o fotografiaron con ambición escénica la nueva “tierra prometida”.
Se destacan las apasionantes aventuras artísticas de Karl Bodmer, George Catlin y William S. Curtis, que documentan, entre la precisión y la licencia etnográfica, costumbres, rituales y fisionomías de los pueblos que encontraron en sus viajes. La colonización modificaría irreversiblemente las culturas nativas, que los artistas reflejaron casi siempre con admiración y respeto, aunque no siempre pudieron abstraerse de la “ilusión”, entendida como espejismo pero también como entusiasmo, generada por ellos mismos y por la literatura, que se perpetúa hasta hoy en una poderosa cultura popular.
El origen de este proyecto se encuentra en la pasión por el Oeste americano del comisario de la muestra, el artista Miguel Ángel Blanco. Su visión de estas tierras indómitas se completa en la última sala con una selección de libros-caja de su Biblioteca del Bosque realizados con materiales procedentes de aquellos territorios.
Artistas (destaques):
- Adolph F. Muhr / Frank A. Rinehart
- Albert Bierstadt
- Carleton E. Watkins
- Charles Wimar
- D. F. Barry
- Edward S. Curtis
- Frederic Remington
- Joseph Henry Sharp
- Karl Bodmer
- George Catlin
- Henry Lewis
- Timothy O’Sullivan
- Thomas Cole
- Thomas Hill
- Tompkins Harrison Matteson
- Willim Bell
- William S. Curtis
- William Henry Jackson
- William Tylee Ranney