Filare, arte sin barreras

Fundación Ortega MuñozAyN

Proyecto Filare Accesibilidad

El pasado verano, a finales de julio, estuve en Alcuéscar (Cáceres), en la inauguración oficial de Filare, como rezaba en un folleto: “Un proyecto de accesibilidad universal y creación contemporánea en el medio rural de Extremadura”. En el folleto también leí que la selección de la sede de Filare está dirigida a localidades extremeñas con menos de 5.000 habitantes. Después se abre una segunda convocatoria a nivel nacional dirigida a creadores profesionales del arte, la arquitectura y el diseño, que deben basar sus propuestas en la accesibilidad, cuya selección depende de un jurado paritario e intergeneracional de especialistas, y la participación de convecinos en calidad de asesores.

Dicho esto, y antes de conocer las propuestas in situ, fuimos a la Casa de Cultura para las presentaciones; hizo los honores Marina Fernández, directora técnica del proyecto, les sonará su nombre pues ya hablamos de ella con motivo de Tejiendo la calle, otra iniciativa suya de corte colaborativo e intervención en el ámbito rural. Allí departimos con los artistas, los convecinos (de todas las edades), políticos del ramo, no faltó el cura, además de muchos usuarios con discapacidad que habían colaborado en las creaciones. Se evidenciaba así uno de los objetivos fundamentales de Filare: generar vínculos entre personas y lugares.
 
“Además de ‘hilar’-defendió Marina-, acción vinculada a tejer, otro de los significados de la palabra ‘Filare’ que me parece más relevante es ‘tener una historia de amor’. Filare trata de generar conocimiento que amplíe nuestros horizontes, que nos ayude a reconocer otras realidades, para –espero- amar mejor”. Habló de sus inicios, allá por el 2019, de cómo se gestó, sobre la base de las experiencias de otros proyectos colaborativos que intervienen en el espacio público, como el citado Tejiendo la calle, y Supertrama. En Filare empero se incorpora otra capa fundamental: la accesibilidad. Y una vez más la experiencia compartida, pues se trata de que las creaciones se completen con lo que ocurre en el día a día del municipio, que se alimenten de las vivencias de las personas que habitan el espacio común local, sacando a la luz memorias olvidadas, enriqueciendo nuevos imaginarios, nuevos relatos, y sobre todo que se reflexione sobre la accesibilidad.

Remensa. Fotografía de Asier Rua

Después llegó el turno de los artistas. En primer lugar, tomaron la palabra Les Cutés, Aida Salán y Guillermo Esteban, que nos invitaron a su “REMENSA”, un proyecto que alude al concepto artúrico de mesa redonda, “donde independientemente de la profesión o linaje estabas invitado”. Para ello diseñaron una gran mesa irregular interconectando bandejas metálicas individuales, propias de espacios cerrados como fábricas, hospitales, cárceles, colegios… “Las soldamos, usamos varillas a modo de patas, creando una especie de ‘constelación’. Poseen diferentes alturas y la disposición es libre, de este modo defendemos la individualidad de la movilidad reducida de cada comensal”. Una mesa en común, con productos de la zona, que disfrutamos al final de la jornada.

Oye, mira. Fotografía de Asier Rua

Por otro lado, las manos son las protagonistas de tres murales en los que se ha escrito “OYE, MIRA…” con lengua de signos, un proyecto de Natalia Bay y María Peña. “Los murales llaman a la participación, porque te ven trabajando en la calle, están a la vista de todos. La gente se acerca, pregunta, quieren formar parte de lo que haces. Sienten curiosidad. Quieren saber qué dicen esas manos dibujadas en la pared”. Es una invitación a esforzarnos para conocer la lengua de signos. Los convecinos ya estaban involucrados en el proyecto antes de que vinieran las artistas, con antelación enviaron sus manos representando esas letras. Cerca de la pared hay unos troncos sobre los que descansan unas tablillas con textos en braille, con historias, vivencias personales… “Defendemos, además, lo amanuense, el oficio, las manos como herramientas de trabajo”.

El banquete. Fotografía de Asier Rua

Por último, María Alcaide nos explicó los entresijos de “EL BANQUETE”. Contactó con un productor local que le proveyó de alimentos para la realización de la pieza, “En su huerto nos ha enseñado el cultivo ecológico. Se trata de tejer redes y trasladar ese amor por lo que hace uno al banquete. Me interesa que el proyecto tenga su raíz en el propio territorio”. A lo largo de la Calle Peña se desplegaron diferentes “cortinas” serigrafiadas con imágenes de alimentos, a modo de habitaciones contiguas, “Como las distribuciones de las antiguas casas, con sus zaguanes, recovecos… Esa traslación del plano doméstico al público es para mí un ejercicio también político”. Entre ese cortinaje se celebró un banquete en torno a la accesibilidad, “Partimos de la pregunta: “¿quién tiene acceso a …?, por ejemplo, ¿a los recursos en el territorio rural?, ¿a la historia?, ¿a la cultura?… Y jugamos a realizar escudos heráldicos con los elementos del terreno: las frutas y verduras”. De nuevo las vivencias, así una vecina comenta: “Mi padre no fue agricultor, ni mi marido, pero ahora, ya jubilado, tiene un huerto. He hecho mi escudo con las cosas de la huerta: el tomate, el calabacín, las berenjenas… La uva significa mi sobrina”, y otra: “Mi escudo representa una viña que me dejó mi padre en herencia. El verde de la judía es la esperanza”, “El mío lo he hecho con surcos, para sembrar garbanzos, tomates… como hacía mi padre”.

En mi opinión, Filare encarna los valores del arte como un espacio de inclusión, en las líneas de trabajo de La Nueva Bauhaus Europea, como defiende el Colegio de Arquitectos de Extremadura: “una iniciativa creativa e interdisciplinaria que abre un espacio de encuentro para diseñar futuras maneras de vivir y que se sitúa en el cruce entre el arte, la cultura, la inclusión social, la ciencia y la tecnología”.

Martin Carrasco