Amor por lo vivo

Fundación Ortega MuñozAyN

La música de los instrumentos de cuerda se funde con el paisaje para conmemorar, así, el día más largo del año de una forma diferente y mágica. Bosques de hayas en Urkizu, barrio de Tolosa (Guipúzcoa)

La naturaleza y la salud tienen una relación muy estrecha. Todos sabemos que el aire del campo está más limpio, que sintetizamos vitaminas gracias al sol, aunque el exceso es perjudicial, y que la biodiversidad y la naturaleza y sus paseos por ella proporcionan una sensación de bienestar, tanto a nivel físico como mental. Es algo que han experimentado infinidad de personas a través de los siglos. Pero en los últimos años algunos investigadores se han propuesto describir de manera científica las características de ese bienestar que ha empezado a utilizarse con fines terapéuticos, respondiendo a cuestiones como en qué consiste, cuáles son los beneficios, por ejemplo, de dar paseos en la naturaleza.

Así, por ejemplo, el Instituto para la Política Ambiental Europea (IPAE), que es una organización europea independiente dedicada al análisis de las políticas europeas sobre medio ambiente,  publicó en 2018 un estudio sobre salud y beneficios sociales derivados de la biodiversidad y de la protección de la naturaleza, en el cual se venía a decir que el contacto con ésta incide en un menor estrés, y que también se van obteniendo datos que apuntan a la mejora de la salud mental, además de producir un estado general de relajación, bienestar y sensación de paz. No en vano, los espacios naturales absorben contaminantes, reducen la polución sonora, evitan el sobrecalentamiento y la evapotranspiración, y ofrecen un ámbito idóneo a la actividad física y a las relaciones sociales relajadas.

Pero también está el valor estético de los ambientales naturales, cuya repercusión en el bienestar de la sociedad que los utiliza está fuera de toda duda. Uno de los casos descritos en el estudio anteriormente citado, es el de los jardines que se crearon en Skane (Suecia) para atender a personas con trastornos cerebrovasculares y estrés. Los resultados obtenidos han sido importantes y se ha comprobado que permiten reducir mucho los gastos en atención primaria y hospitalización que tendrían que haberse dedicado a los que ahora se benefician de estos jardines.

Por otra parte, en Japón han desarrollado una práctica llamada Shinrin-yoku, que significa literalmente «absorber la atmósfera del bosque» y que en castellano se ha extendido con una fórmula más simple: «Baño de bosque», y que se está propagando cada vez más por el Estado español. Consiste, en esencia, en acudir al bosque no solo para dar un paseo o contemplar sus vistas, sino para tratar de «absorberlo» a través de los cinco sentidos: respirar hondo, entrar en contacto con los aromas de la naturaleza, sentir las texturas del suelo, de las hojas de las plantas, oír el canto de los pájaros, los cursos de agua, el viento entre los árboles.

Pero también los bosques son fuente permanente de inspiración artística como se puede deducir de la variedad y cantidad de expresiones artísticas que lo tienen como referente: pintura, música, poesía, cine…. No es ninguna casualidad, por tanto, las numerosas actividades culturales, de ocio, recreativas, etcétera, que se realizan en plena naturaleza y en los propios bosques.

Así mismo, los bosques tienen un papel fundamental desde el punto de vista ecológico y científico. El bosque es una gigantesca, eficaz y gratuita medicina que sana las más graves y generalizadas enfermedades ambientales. Conviene recordar que los árboles fijan los principales contaminantes.  Casi nada trabaja mejor para limpiar el mundo y su envoltorio que los árboles.

Con todo, conviene destacar el papel tan importante que tienen los bosques, si se encuentran en buen estado ecológico, con la capacidad de absorción de los gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, el mayor desafío que tiene la humanidad actualmente.  Porque todo bosque es su propio clima. Un clima siempre mucho mejor que el de cualquier área deforestada.

Bosques de hayas en Peñacerrada (Álava), al comienzo del otoño

Pero, además de esto, la Naturaleza inspira la innovación en diseños y materiales modernos que deben ser pensados para funcionar en condiciones muy específicas. A la hora de diseñar algo podemos simplemente preguntarnos cómo lo hace la naturaleza.

En este sentido, el funcionamiento de los ecosistemas ha servido de inspiración para el planteamiento de muchos aspectos de la Ecología Industrial, tratando, entre otros, que los flujos de materia y energía se asemejen a los flujos de la naturaleza. Los ecosistemas naturales se alimentan de sí mismos, es decir, toman la energía inicial de los recursos naturales renovables disponibles y, a partir de ahí, cada eslabón de la cadena trófica alimenta al siguiente y así sucesivamente. Finalmente, el que podría ser considerado como “último eslabón”, alimenta al eslabón inicial y, de esta forma, se establece un sistema circular que permite que no sea necesaria la introducción de nuevos activos en forma de materia prima o energía más allá que la que se encuentra de forma natural en el medio.

La ecología industrial funciona del mismo modo. Su prioridad es que los residuos industriales de una actividad sirvan de materia prima de otra y, a su vez, los residuos de esta segunda sean la materia prima de una tercera, y así sucesivamente. Esto conlleva la reducción de la dependencia de materias primas exteriores, ya que el grueso principal procede de la reutilización de los residuos de otra industria.

Así, la Ecología Industrial propone reorganizar el sistema de producción y consumo, para que evolucione hacia un modo compatible con la biosfera, tendiendo a cerrar el ciclo de vida de los materiales y obtener un nivel cero de residuos usando los subproductos y residuos, e imitando a los procesos cíclicos de la naturaleza.

Julen Rekondo