Ana Llurba – Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr

Fundación Ortega MuñozEscaparate de libros, SO6

antonio rivero machina

Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr

AnA LLurbA

Sevilla, La Isla de Siltolá (Colección Siltolá Poesía, 29), 2015.

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La cubierta de color rosa chicle y la anécdota biográfica que da continuidad al poemario –su atribulada autora ya no cumplirá más los treinta años– pueden llevar a equívoco. No se trata de un librito de autoayuda para esas mujeres ni jóvenes ni maduras que no se encuentran a sí mismas en el limbo existencial de la treintena en el que «se empieza a envejecer». Sobre esta puntual marca de salida, en la que lo autobiográfico no se oculta, la poeta argentina emprende una ruta poética que, pese a sus pocas páginas, le lleva muy lejos.

No en vano, de la calidad y valor de Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr nos habla el hecho de que el primer poemario publicado por Llurba conquistara el I Premio de Poesía Joven “Antonio Colinas”, convocado por la editorial sevillana La Isla de Siltolá. Al premio acudieron –acudimos– hasta doscientos trece originales, entre los que inicialmente concurrió, por ejemplo, un poemario que mereció –no descubrimos nada, dado que la editorial en un ejercicio encomiable de trasparencia fue publicando el título de los originales preseleccionados– el premio Hiperión de aquel año. Que tanto poeta joven –y tan bueno– concurriera a la primera edición del certamen no fue sino la lógica respuesta a la apuesta decidida que, desde la colección ‘Tierra’ y desde esta colección ‘Poesía’, lleva a cabo la plataforma de Sánchez Menéndez. Este, junto a Raquel Lanseros, Antonio Luis Ginés, José María Jurado, Tomás Rodríguez Reyes, Víctor Peña Dacosta, Diego Vaya, Jaime Sánchez Martín y el propio Antonio Colinas decidieron distinguir a la poeta nacida en la Córdoba austral con el honor de inaugurar su nómina de ganadores.

Miriam Reyes, al hilo del libro de Llurba, apunta la «ironía y lucidez» de su autora a la hora de afrontar un espacio vital y literario marcado por «la decepción y el miedo». Ciertamente, como venimos señalando desde el comienzo de estas líneas, sobre un espacio vital o, si se quiere, biográfico –la treintena– Llurba sabe construir con pulso firme y «exacto» los límites difusos de un espacio literario sobre el que se desenvuelve con sobrada solvencia. El mecanismo escogido es el de la concisión, con veinticuatro composiciones que tienden a ocupar la página sin sobrepasarla. Poemas de verso libre y puntuación morosa que ayudan a una lectura ligera y continua. Sobre esta aparente sencillez técnica se incardina, sin embargo, un contenido bien aquilatado. El título nos prometía «el momento exacto en que el tiempo empieza a correr» y sobre el tiempo –el físico y el metafísico– nos sabe hablar esta barcelonesa de adopción. Como Mercedes Cebrián anota, «es común que los poetas traten de atrapar el tiempo en sus versos, pero el caso de Ana Llurba es insólito: es el tiempo quien habla en sus poemas, quien se pasea por ellos a sus anchas. ¿No es esto una proeza?». Proeza es lograrlo, además, con un lenguaje natural, sin altisonancias ni solemnidades, donde no estorba sino que se revela oportuno el rico aparato intertextual presente, desde T. S. Eliot o Virginia Woolf –«con su retumbante tedio acampa/ en el baño/ mi particular cuarto propio»– hasta Lola Arias o Zadie Smith.

Ana Llurba alcanza, al cabo, hallazgos deslumbrantes –«esa piscina abandonada/ es una tumba abierta/ en el fondo de la casa de mi madre/ bostezando la fecha exacta/ del fin del mundo»–, logrando conversar consigo misma –«Selfie», «Una historia personal del miedo», «Mi vida sin mí»–, con el lector –«El espíritu de mi época», «Ahora», «Teorías de la catástrofe I»– y con el tiempo –«Un dios salvaje», «El día después de mañana», «Volver al futuro»–. Todo a un tiempo. Este juego de discursos entrecruzados, y el difuso territorio que media entre «el momento» y «el tiempo», presentes en el título, son el verdadero mérito de este estimable primer poemario de Llurba. En «el momento» encontramos sutil y hábilmente retratada –autorretratada– la realidad concreta de aquella mujer que ha sobrepasado los treinta años y hace inventario de su biografía íntima, de sus expectativas incumplidas y de los trances superados, de aquellos miedos y decepciones de los que hablaba Reyes. En «el tiempo», se desenvuelve el testimonio intemporal y universal de una poeta que desde aquella materia prima proyecta un sugerente diálogo entre la muerte y la vida.

Este es el libro en el que Ana Llurba comienza a publicar su obra. La suya es una voz joven lentamente madurada, que alcanzó las mieles de la letra impresa a los treinta y cinco años, esa última frontera para las bases de los premios de poesía joven. El suyo, sin embargo, fue todo un hallazgo. Y se agradece la falta de prisas de la argentina, a la vista de tanto gatillo fácil y tanto poeta atrapado en las redes. Es de esperar que el tiempo, ese tiempo que transita en su primer poemario, nos depare nuevos textos de interés. Según informa su autora en varias entrevistas, corrige un nuevo libro de versos y ultima una novela. Para empezar, tenemos un punto de partida nacido con estrella. Es difícil adivinar los derroteros que nos reserva Llurba, pero la lectura de Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr es valiosa por sí misma. Un libro ambicioso en sus metas, sencillo en su técnica y certero en su resultado.