Pablo Anadón

Fundación Ortega MuñozPoesía, SO8

EVA LOOTZ S./T. 2016
EVA LOOTZ S./T. 2016

PABLO ANADÓN

VIEJAS CANCIONES RUSAS Y OTROS POEMAS

Canciones rusas

Como otros con alcohol, en estas noches
De agosto, junto al fuego, aquí en la casa
Donde habitó aquel niño inmemorable,
Me emborracho de música y distancia:

Escucho cada vez siempre las mismas
Canciones rusas, que hablan de ciudades
Y bosques en la nieve, de mujeres
Con grandes ojos grises, acodadas

A alféizares que dan hacia un paisaje
Parecido a la niebla del pasado
O al azul horizonte de lo nunca
Sucedido… Como ellas, en el otro

Extremo del planeta, yo me asomo
A la ventana con vapor de invierno,
Escribo sobre el vidrio algunas letras
—Un nombre que fue cifra del destino,

Que aún los labios se dicen con fruición—
Como hacía de chico, o con los párpados
A medio abrir me quedo contemplando
En el hogar las fantasmagorías

Que fragua el fuego, esa otra forma aérea
Y material del tiempo, esa lección
Sobre la solidez de la existencia
Y oficio de tiniebla y de esplendor.

Releyendo la correspondencia
de Rilke, Tsvietáieva y Pasternak

Las tres de la mañana, todavía
A la luz de la lámpara, leyendo
Cartas escritas hace casi un siglo:
Bajo la tierra, tanto tiempo atrás,

Quedó lo que sintieron, apagado
Caleidoscopio milagroso, solo
E irrepetible. Pero en sus palabras
Te reconoces, como en un retrato

Fraterno. Es tarde. Todavía esperas
Una carta, también, que no vendrá.
Detrás de la ventana, allá en las sierras
Que abrazaron tu infancia, suenan truenos

Que ruedan, como Sísifo, el peñón
De vida, muerte, tiempo, historia,
Eternidad. Ya caen en los vidrios
Algunas gotas, como si llegaran

De aquellos ojos, sobre tus mejillas,
Cálidas gotas, de dolor tal vez
O de alegría —o de indecible, al fin,
De ahogada, incomprensible absolución.

Leyendo a Hobsbawm

Still falls the Rain…
Edith Sitwell

Sigue lloviendo. Adentro, en el silencio
De mi casa de infancia, leo la historia
De matanzas, hambrunas, migraciones
Del espantoso siglo XX.

A mi lado, enroscada en su almohadón,
La vieja gata de mis padres viejos
Duerme plácidamente. No la inquieta
El tiempo que le queda por vivir.

También duermen mis padres,
Y la lluvia en la noche, y el rumor
Mudo del sufrimiento universal,
Parecieran un sueño, un largo sueño oscuro.

Mariposas blancas

Demasiado dolor
Para este solo día
Que dura nuestra vida.

¿Es así, sin remedio,
Como una enfermedad
Mortal, o es nuestra la impericia
Para hallar el diagnóstico, la cura?

Ahí están, por ejemplo,
La luz de enero entre las hojas verdes,
El café negro, el vaso de agua fresca,
El ruido —vida al fin— por la avenida
Y esas pequeñas mariposas blancas
Que han invadido la ciudad
En estos días…

                      ¿Por qué pesan más,
En el pecho, las pérdidas sabidas
Que esas apariciones milagrosas
Que aletean como ángeles
Vacilantes
Extraviados en medio de las calles?

Alguna clave se nos ha perdido.

República Argentina

¡Oh sol, cómo te atreves
a iluminar esta tierra de crímenes!

¿Dónde quedó el país que hemos perdido?
¿Lo tuvimos, acaso, alguna vez?
¿Es éste el de 1810,
Por el que un río amaranto ha descendido,

Sangre hoy seca, cuarteada, en el olvido?
Éste, que ahora boquea igual que un pez
Y revuelve sus ojos como res
Degollada, ¿en un tiempo habrá existido?

¿Siempre apestó ese hedor de podredumbre,
Como el que merodeaba en Dinamarca?
¿Nunca conoceremos otra suerte

Que este aguardar lo peor, vuelto costumbre,
Y esta resignación, la negra marca
De ganado sumiso hasta la muerte?

[Enero, 2015]

In memoriam S. E.
(1895-1925)

Que no es nuevo morirse en esta vida,
Ni vivir, desde luego, es cosa nueva.
Serguiei Esènin

Hermano Esenin, la verdad, te entiendo:
Tu niñez, tus trabajos, tus dolores,
Tu alegría, tu alcohol, tus desamores,
Que no es nuevo vivir —y estás muriendo—
Y no es nuevo morir —y estás muriendo—:
Entiendo el júbilo de tus amores,
Entiendo el éxtasis de tus dolores
Irrestañables, que es morir viviendo.
Te pienso en esta noche allá en tu noche
Solitaria de hotel, después de tanta
Alegría y dolor, amor y muerte,
Y te entiendo en ese último derroche
De tinta roja: pienso hoy en tu suerte
Y es dichoso aquel nudo en mi garganta.

Poetas rusos

(Canción)

Whisky y tabaco,
Gin y tabaco,
Vodka y tabaco,
Leo y traduzco
Tarde en la noche
A mis queridos
Poetas rusos.
Es claro, entonces,
Que moriré
De un enfisema
O una cirrosis,
O de tristeza
Por el destino
De los poetas
Y por la historia
Que es un mal sueño
Que no termina
Al despertar,
Que es ese cuento
Lleno de furia
Y de gemidos
Que cuenta un loco
O algún bufón
Para que ría
Un triste Dios.
Whisky y tabaco,
Gin y tabaco,
Vodka y tabaco,
Cuando me muera
De un enfisema
O una cirrosis,
No habrá un lamento:
Me iré contento
Porque en las noches
Solas de invierno
Leí y traduje
Para deleite
De un Dios sin sueño,
De un Dios absurdo,
A mis queridos,
A mis amados
Poetas rusos.

Viejas canciones rusas

a Alejandro Bekes

Si el dolor de esta noche
Fuera tan sólo mío. Tarde, escucho
Viejas canciones rusas, de la época
De la Segunda Guerra, y esa música
Resuena en el silencio de la casa
Como las notas de una marcha fúnebre
Lentísima, y desfila durante horas
Un cortejo de hombres malheridos,
De lisiados, vendados, mutilados,
Que se arrastra en la sombra y en la nieve
De regreso del frente a sus lejanos
Hogares, que tal vez ya están en ruinas.
Aquí es enero y viaja por el cielo
De la ciudad del sur la hermosa luna,
Silenciosa testigo de desgracias
Que casi es imposible imaginar;
Y en su pálida luz por la ventana
Pasa la procesión de lo que ha sido
Como un presagio de lo que vendrá,
Y en la pena del hombre solitario
Bajo la lámpara, también están
Las penurias de ayer y de mañana,
Como el reflejo, vivo y muerto, de una
Póstuma luz entre un millón de estrellas.