Paco Portalo

Fundación Ortega MuñozSeparata, SO9

PACO PORTALO

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Fotografía: Félix Méndez

Recuerdo que era gatillo fácil para el amor, y aquel día en la calle Sol vi cómo la miraba mientras rasgaba inconscientemente la pegatina de su botellín. Apostado sobre el quicio de la puerta de aquella hosca taberna, y mientras esperaba al Angoleño, de repente le cambió el semblante y dijo: tengo que volver a casa.

Recuerdo cómo el alcohol empapaba nuestros cerebros, creando extensas lagunas caleidoscópicas que cambiaban de color y forma con anárquica armonía. No sé qué estábamos buscando pero seguíamos alimentando el eterno ritual, la partida ya había comenzado y solo terminaría con la extenuación. Rodeábamos la camilla como apretándola...

Recuerdo el Río, y las oraciones ante aquella gran pira:

Vosotros que nos visteis nacer a todos
y arropasteis la bonanza de nuestros juegos,
Vosotros que tantas veces reflejasteis junto a Sirio
y guardabais celosamente nuestros corazones,
ahora os postráis ante vuestro pueblo soberano
en un gesto de infinita gallardía.

Lágrimas sobre cemento.

Recuerdo que sus miradas no decían nada, y nuestra sola presencia había despertado en ellos el escondido oprobio de los de siempre, de los mismos. Después de dejar un orgulloso reguero de nuestra propia sangre, nos retiramos insultantes y satisfechos.

Recuerdo el frío nevero de piedras... Todos desconsolados y perdidos en aquel cruce de caminos.

Recuerdo aquel mágico encuentro en la entrada del Coliseu, y cómo, evocando a Handke, nos trasladamos a un tiempo lejano, curvando la geometría de aquella noche tan clara. Después proseguimos entusiasmados aquel viaje hasta los confines de la infancia...

Recuerdo la noche de perros, persiguiendo una sombra que se nos escurría al doblar cada esquina, bajo las chirriantes luces pálidas de la calle Encarnación...

Recuerdo cómo curabas nuestra herida.

Recuerdo, recuerdo, recuerdo... no sé yo..., lo dejaremos para más adelante.