UNA ATRAYENTE RECREACIÓN

Fundación Ortega MuñozPrensa

HOY | SABADO, 25 DE OCTUBRE DE 2009

Una reflexión sobre “El último lobo” de László Krasznahorkai

Enrique García Fuentes

En una preciosa definición de su principal editor en castellano, László Krasznahorkai, (Gyula, 1954, que en marzo de 2004 recibió del gobierno húngaro el Premio Kossuth, uno de los más prestigiosos de su país, por el conjunto de su obra) se nos presenta como <<el mayor escritor secreto para los lectores secretos>>, un escritor <<difícil de recordar; pero una vez que se encuentra no se olvida>>. La obra de nuestro autor es copiosa, con títulos como “Tango Satánico” (1985), “Circunstancias de gracia” (1986), “El prisionero de Urga” (1982) (inéditas aún en nuestro país) y otras ya publicadas, todas en la atrevida editorial El Acantilado hasta esta nuestra que rompe con esa tradición, , con títulos como “Melancolía de la resistencia”, de 1989, publicada en castellano el año 2001. “Ha llegado Isaías”, de 1998, que, justo este mismo año ha sido editada en castellano, lo mismo que “Guerra y guerra” del año 1999. Su siguiente entrega supuso un importante cambio frente a la producción anterior y para el que firma es su novela más sugerente. “Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río” es una deliciosa obra de 2003 ambientada en Japón, reimpresa el año pasado. Krasznahorkai descubre en estas páginas la esencia de la arquitectura japonesa, la creación de los libros en Oriente y otras ciencias de la cultura japonesa, un pequeño librito (apenas ciento cincuenta páginas) de una prosa embriagadora, fascinante, que nos transporta al universo ideológico y sentimental del país nipón.

Tras estos recorridos por lugares tan diferentes como su propia tierra, Nueva York, o el país del sol naciente, Krasznahorkai aterriza en Extremadura con “El último lobo”. La amabilidad de Antonio Franco puso el delicado ejemplar en mis manos, un brillante trabajo de edición donde se adivina la siempre experta mano de Julián Rodríguez. Desde la barra de un bar de un multiétnico barrio de Berlín, el “Sparschwein”, sito en la “Haupttstrasse, y ante una botella de “Sternburger” (una sola cada vez), un personaje, una especie de escritor acabado (claro trasunto del propio autor, aunque constantemente juegue con el equívoco) va explicando al cada vez más atento camarero húngaro que le despacha la curiosa peripecia de cómo vino a Extremadura y lo que aquí encontró. La situación es francamente tan novelesca como atrayente, ¿qué tienen que ver este casi desahuciado autor con una región donde no hay nada?, pues, como le dicen, se trata de un <<territorio enorme, despiadado, desierto, llano, con algunas pequeñas regiones montañosas aquí y allá, sobre todo en las proximidades de la frontera, una aridez tremenda, montañas peladas, tierras resquebrajadas, sin apenas gente, porque la vida allí es durísima, profunda miseria y árido vacío>>. ¿Qué escribir sobre todo ello? Por iniciar de alguna manera su periplo, se interesa por los asentamientos de ciudadanos magrebíes en la región, que visita, y un insólito artículo de una revista que se refiere al <<fallecimiento>> del último lobo. Surge de aquí una trama de casi investigación detectivesca que le hace ponerse en relación con diferentes personas de las cuales le (nos) llama la atención el agente forestal de la Sierra de San Pedro en Alburquerque, José Miguel. Tal peripecia no oscurece el progresivo hechizo que va apoderándose de nuestro autor en el contacto con la tierra y pronto reconoce que <<Extremadura poseía un encanto especial>> y lo que más le llama la atención es que su gente está compuesta, sobre todo, por <<hombres buenos>>. Completamente enganchado por la historia sobre una manada de lobos que le refiere el guarda rural (de la cual hoy circula hoy una enigmática versión por internet) el relato se centra en ella hasta su triste conclusión y, como en una evocación irreal, como en una fantasía cercana, regresamos a la barra del bar con el narrador que reconoce abiertamente no ser el mismo que antes de ir a nuestra tierra: <<en ese local gélido, vacío y retumbante (…) había acogido Extremadura en su gélido, vacío y retumbante corazón>>. Y sea o no verdad, truco, artificio literario o desahogo del alma, Krasznahorkai ha combinado perfectamente paisaje, sentimiento, evocación, aventura y creación literaria con mayúscula y nos ha brindado un relato inolvidable que pone un arranque de inestimable calidad a una colección que nos promete todo tipo de emocionantes expectativas.

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El último lobo.

Autor: László Krasznahorkai

Traducción de Adan Kovacsics. Edición bilingüe.

Fundación Ortega Muñoz (Colección «Territorios Escritos»),

Badajoz, 2009. 112 páginas.

Precio: 12 euros.

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