Grabado en los versos

Fundación Ortega MuñozPrensa

ABC. ABC DE LAS ARTES Y LAS LETRAS

ABC. ABC DE LAS ARTES Y LAS LETRAS | SABADO, 10 DE MAYO DE 2008

Manuel Muñiz Menéndez

La pintura y la poesía, quizá porque en ambas se busca muchas veces atrapar lo particular e inmediato y hacerlo intemporal y simbólico, han tenido tradicionalmente una especial comunión. No pocos pintores han tenido en la poesía su violín de Ingres, e igualmente muchos poetas han tomado los pinceles como forma adicional de expresión; cabría mencionar también aquellas formas de expresión que han buscado fundir lo plástico con lo poético, como los caligramas de Apollinaire.

Pero, por encima de todo, ambas artes han servido múltiples veces como inspiración la una para la otra. Por ello, resulta ciertamente apropiada la iniciativa llevada a cabo por la Fundación Ortega Muñoz para conmemorar esta exposición: la edición limitada y numerada de un grabado (realizado mediante la técnica de la punta seca) del pintor de San Vicente de Alcántara que es acompañado de cuatro plaquettes; la primera de estas se dedica a la explicación del proyecto, mientras que cada una de las otras tres recoge los poemas que la obra de Ortega Muñoz ha inspirado a Santiago Castelo, Álvaro Valverde y Javier Rodríguez Marcos.

JUEGO DE ESPEJOS.

Tres poetas extremeños, como no podía ser menos para honrar a un artista que, pese a haber tenido que romper con el hogar para seguir su vocación durante su juventud, siempre llevó a su tierra en su corazón y la llevó también al lienzo y al papel. Por ello, en estos poemas se plasma la austeridad y la serenidad del paisaje de Extremadura, con toda la vida que sustenta su aparente quietud. Las emociones que esos parajes despertaban en Ortega Muñoz se reflejan y se transmutan en las que causan en los tres poetas, en un revelador juego de espejos.

Interés añadido le da a esta iniciativa el haber unido a tres poetas de generaciones y estilos distintos. Así, al clasicismo de los heptasílabos, octosílabos o alejandrinos de Santiago Castelo le sucede la brevedad, cercana en ocasiones al laconismo, de Álvaro Valverde, y a esta la reflexiva prosa poética de Javier Rodríguez Marcos. Tres formas diversas -nunca opuestas- de expresar la poesía y de interpretar la pintura de una obra pictórica que -en las palabras de Gerardo Diego que sirven de epígrafe a los poemas de Santiago Castelo- «respira serenidad y equilibrio, y su patetismo, su fuego secreto, no comprometen la belleza y el reposo de la línea, el volumen y el color».
Un grabado de Ortega Muñoz (varios autores)
Edición Especial. Fundación Ortega Muñoz, Badajoz, 2008.
24, 20. 32 Y 24 páginas.
Edición no venal